En las últimas semanas hubo una escalada del discurso negacionista de la última dictadura cívico-militar. A 40 años de la recuperación de la democracia, un sector político agita el avispero de las reivindicaciones y hace, por ejemplo, un acto en la Legislatura porteña alzando la bandera de la teoría de los dos demonios. En la misma sintonía hay un candidato a Presidente que omite hablar de la dictadura, y asegura que hubo una “guerra entre el terrorismo y el Estado”.
No es algo sorpresivo. Hubo algunos indicios que llamaron la atención. Existió el 2x1 que intentó pasar la Corte Suprema en beneficio de los condenados por crímenes de Lesa Humanidad. O el ataque de Mauricio Macri a los organismos de Derechos Humanos, de las que llegó a decir que son un “curro". Pero, ¿en qué momento se volvió a poner sobre la mesa el debate por consensos que parecían sólidos? ¿En qué momento se puso en duda la gravedad de los crímenes de Estado?
Por AM750, la socióloga Valentina Salvi, que estudia los discursos de los militares, dio una serie de puntas para entender cómo se reinstaló el negacionismo en Argentina (y nos nos dimos cuenta).
Cómo se reinstaló el discurso negacionista
“La organización que preside Victoria Villarruel (candidata a vicepresidenta de Milei) tiene más de 20 años. Nace en el contexto de la reapertura de los juicios de Lesa Humanidad junto a otras organizaciones de la llamada 'memoria completa', que reúne camaradas retirados, familiares y amigos de oficiales que tuvieron que declarar en los juicios”, comenzó contextualizando Salvi.
En este sentido, explicó que en un principio estas organizaciones tenían la intención de retrasar o impedir que se celebren los juicios. Pero que viendo que eso en algún punto era inevitable, tuvieron un rol muy marginal. “Tenían algunos cortocircuitos con algunas autoridades de las Fuerzas Armadas y militares en actividad”, señaló.
Sin embargo, con el tiempo esto cambió. Salvi dijo que “estos grupos que fueron marginales" ahora tienen un nuevo protagonismo. "Tienen mayores espacios de discusión. Eso se explica por un cambio del contexto político”, sintetizó.
El caldo de cultivo del odio
Este cambio de contexto político Salvi lo explicó de la siguiente manera: “Estas agrupaciones, que eran muy críticas respecto a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, fueron encontrando nuevos espacios de visibilización, de argumentación. De la mano de otros actores. De la mano de la dirigencia política, del periodismo”.
“Fueron teniendo mayor difusión en el marco de un contexto de gran polarización política. Básicamente en la discusión en torno al kirchnerismo y antikirchnerismo. Es decir, esto que parecía que estaba por fuera de la grieta, en estos 20 años, a medida que se fue construyendo la llamada 'grieta', esta tema que parecía que podía estar más allá de eso, también cayó en la grieta”, se lamentó.
Finalmente, explicó: “La transformación es también la llegada de la discusión al ámbito de la política. Lo que hay es un proceso de articulación. Distintas voces en distintos lugares que se articulan, generan una suerte de red discursiva, de una gramática en común, en oposición a otro, que en este caso son las políticas de memoria llevadas a cabo por el los gobiernos kirchneristas y los organismos de Derechos Humanos”.