“Gracias por esta noche tan especial, por uno de los mejores cumpleaños del mundo”, espetó emocionada Nicki Nicole antes de despedirse. Si bien técnicamente alcanzó los 23 años el viernes pasado, dentro de una serie que comenzó el 26 de agosto, siguió este jueves y viernes y llegará a 6 shows (agregó otro concierto el 19 de octubre), la icono argentina de la música urbana eligió el sábado para festejarlo junto a su gente. A la fiesta no le faltó nada, salvo la torta. Lo que no impidió que sus fans le cantaran el cumpleaños en varios pasajes del show.
Se trató además de su vuelta al Movistar Arena, donde presenta formalmente su flamante álbum de estudio, Alma. A diferencia de su debut en el predio del barrio porteño de Villa Crespo, en 2022, en esta oportunidad la cantante encaró una puesta en escena sobria, al punto de que prescindió de la banda que la acompañó en aquella ocasión, optando esta vez por sendos multiinstrumentistas.
Sus otros aliados fueron un operador de steadycam en escena, recurso introducido (al menos en la Argentina) por sus colegas españoles C. Tangana y Rosalía, y su cuerpo de baile, gran protagonista de la performance. La cantante rosarina se abrió camino en medio de su troupe, una vez que se instaló en el centro del escenario. El repertorio lo inauguró el tema que inspiró el título de su más reciente álbum, “Tiene mi alma”, en el que un cuarteto de cuerdas se sumó a su tándem de músicos. A ese R&B con métrica trapera, le secundó la canción minimalista del disco: “Se va 1, llegan 2”. Mientras que las luces rojas, a un tris del carmesí, se apoderaban del momento. Entonces la artista aprovechó el clima estético para ponerse picante, por lo que desenfundó el hit que manufacturó al lado de Bizarrap en la sesión 13 de la serie de streaming que inmortalizó al productor.
Pese a que los temas paridos en los Bzrp Music Sessions, no suelen llevar nombre, la canción cobró tanta identidad que espontáneamente pasó a llamarse “Cuando te veo”. Una buena muestra del arraigo y del poder de Nicki. En esta reinvención de ese éxito centennial, apeló, a manera de intro, por “The Edge”, clásico de David McCallum (músico y actor escocés de quien Illya Kuryaki & the Valderramas tomó prestado el nombre de uno de sus personajes para denominar al grupo) convertido con los años en una de las pistas fundamentales del rap. Ese guiño no fue fortuito, porque sirvió de preámbulo para el giro hiphopero que le dio a su himno “Colocao”. A partir de ese momento, el flow se apropió del show. De lo que dieron fe “Mala vida” y “8 AM”, por más que éste coquetee con el trap. Regresó a Alma, al igual que al R&B (género que tornó en su bandera y del que pudo hacer una marca registrada propia), de la mano de “Llámame”.
Antes de cantar “Entre nosotros”, uno de esos R&B duros, progresivos y lentos compuestos para curar el desamor, la cumpleañera expresó: “¡Qué locura estar acá! Gracias por el cariño”. Tras retomar el rap en “No voy a llorar”, Nicole hizo gala de su capacidad de adaptación a la paleta de estilos de la música urbana. Lo demostró con el reggaetón “Sabe” (colaboración firmada con el boricua Rauw Alejandro), tal como sucedió con su flamante “jangueo”: “Por eso bebé”, single lanzado el pasado 10 de agosto y en el que unió fuerzas con el cantante chileno Jere Klein. Se mantuvo deambulando por la ruta del dembow en “Enamórate”, sociedad enarbolada junto a la reggaetonera española Bad Gyal. Para luego pegar el volantazo hacia la cumbia en “Otra noche”, hit que nació a raíz de uno los rasgos de la música en los últimos tiempos: la participación colectiva. Consumada en este caso con María Becerra y el grupo mexicano Los Angeles Azules.
Lo mismo sucedió en la que canción con la que prosiguió el show, “Mamichula”, que reúne a Nicole con el rapero Trueno y Bizarrap. En “Ya no” retomó la presentación de las canciones de Alma, al mismo tiempo que incursionó en el soul. No sólo le sale muy bien, sino que entiende a la perfección la naturaleza espiritual del género. El público también lo comprendió, y la premió con una ovación. Por más que se venía resistiendo, esta vez fluyó, dejó que la emoción la embargara y se largó a llorar. Mientras desnudaba su sensibilidad, el cuarteto de cuerdas se volvió a ubicar a un costado del escenario. Juntos mecharon “Plegarias” con “Años luz”, temas en los que su voz confirmó su condición de marca registrada. Inmediatamente, sonó la base rapera de “Nota”, colaboración al lado del puertorriqueño Eladio Carrión. Y más tarde sorprendió con su versión bachatera de “Tuyo”, tema que el brasileño Rodrigo Amarante grabó para la serie Narcos.
En “Ella no es tuya”, Nicki Nicole se volvió a meter con la cadencia caribeña, lo mismo que “No toke mis naik”. Si en el primer tema la artista se codeó con el rapero dominicano Rochy RD y el boricua Myke Towers, en el segundo la camaradería sucedió con el reggaetonero puertorriqueño Lunay. Y siguió en ese plan en “Marisola”. Hasta ese momento, los invitados iban desfilando por la terna de pantallas triangulares apostadas en el fondo del escenario. Pero la argentina Emilia Mernes se tornó en la primera convidada no virtual de la primera fecha, tras subirse al escenario para cantar “Intoxicao”. Lo que allanó el terreno para invocar al otro artista invitado de la fecha, el también argentino Milo J, su cómplice en el rap “Dispara”. Acto seguido, en las pantallas se vislumbró al ídolo español Rels B, con el que la rosarina interpreta el reggaetón “Qué le pasa conmigo”.
A medida que avanzaba, la canción estrenada en abril de este año fue tomando una identidad más orientada al dance floor. Esa intención pistera continuó en “Ya me fui”. Nicki Nicole había anunciado un rato antes que el show había llegado al final. Sin embargo, su emotividad estaba tan a flor de piel que, apenas salió de cuadro, en cuestión de segundos se encontró de vuelta en el escenario. Luego de que su grupo de bailarines hiciera de espadachines, y mutara en un montón de formas más, ahora se volvieron sus escuderos para el remate. Era el instante idóneo para arremeter con una de sus canciones insignias, “Wapo traketero”, lo que desató nuevamente el ímpetu celebrativo de las 12 mil personas que calentaron el lugar. Eso lo supo capitalizar con el hitazo que acuñó con el trapero Ysy A, “Caen las estrellas”. Toda una oda al dance y a seguir con la fiesta. Incluso bajo la noche estrellada.