Al cantautor Adrián Berra le interesa la idea de aquello que está por debajo de lo que se ve. Un plano más sutil, paralelo o alternativo al que vemos todos los días. De eso van las canciones de su cuarto disco. Respirar bajo el agua (2023), que presentará en formato banda este sábado 9 de septiembre a las 21 en el Teatro Ópera (Corrientes 860). “La idea de la acción de respirar bajo el agua me parece que es como un deseo, como un súper poder que tiene que ver quizás con esta sensación de descubrir qué es lo que te hace respirar en ése estado, como si fuera un cordón umbilical”, dice sobre esa necesidad de conectar con el mundo de la fantasía que permite la música. Desde la autogestión, Berra se convirtió en una referencia para la canción de Buenos Aires.
“Para mí la música en los últimos años fue eso: mi cordón umbilical”, resalta el músico afincado en las Sierras Chicas de Córdoba hace cinco años. “Cuando uno se vuelve adulto empieza a observar goteras en algunos aspectos de la vida. Hay ciertas goteras en la casa y uno las arregla pero gotea en otro lado y así. Entonces, hay como una sensación de inundación permanente y me parecía muy linda la posibilidad de poder convivir sanamente con ese estado. Convivir con ciertas goteras que te propone la adultez. Y me gustaba esa posibilidad de sentir que uno podía estar bien y en plenitud debajo del agua”, se explaya sobre el concepto del disco, que versa sobre los vínculos (con los otros, con uno, con los miedos) y la belleza de lo cotidiano.
Con la producción de Juanito el Cantor y grabado en cinco días en el estudio Sonorámica, Córdoba, Respirar bajo el agua propone un cambio de sonoridad en relación a los discos anteriores. Si bien conserva la esencia intimista de su música, Berra entrega un disco más eléctrico y pop, con más texturas, instrumentación y colores. “La sonoridad es distinta, hay una búsqueda de profundidad, de más amplitud. Es un disco más grupal, más colectivo”, refuerza el cantante y compositor. “Y no hay tanta presencia de la guitarra criolla. Aparecen elementos más folk y más pop, como guitarras de 12 cuerdas, guitarra eléctrica y sintetizadores, elementos que no había usado en otros discos”, precisa Berra. “Clara Presta, por ejemplo, toca un piano, un Rhodes, un Hammond y un acordeón; o sea, hay una amplitud de búsqueda de texturas”, dice. En esa misma línea, un elenco diverso de invitados enriquece las canciones: El Plan de la Mariposa, Noelia Recalde, Elena Roger y Ainda.
-¿Cuánto incidió tu mudanza a las sierras de Córdoba en este disco?
-Yo siento que cuando estaba en Buenos Aires pensaba mucho en el deseo de vivir fuera de la ciudad y le cantaba un montón a la naturaleza. Las imágenes que se me aparecían reflejaban mi deseo de vivir en otro contexto. Y ahora lo que me pasó yéndome allá es que este es el disco más urbano que hice. En ese sentido me parece que las imágenes de las canciones son mucho más urbanas. Irme me influyó pero para hablar del lugar a donde no estaba. Estoy re enamorado de Buenos Aires, me encanta volver. Soy un turista en algún punto. Vengo de visita y eso lo hace muy atrapante.
-"Hay tantas antenas en la ciudad / para tan poca comunicación", cantás en “Antenas en la ciudad”, ¿A qué se debe esa frase?
-Aparece por una discusión que tuve con un amigo por WhatsApp. Por esto de la distancia, la comunicación y la información, y el sobreestímulo que hay en la ciudad. Por un lado está buenísimo, pero por otro es fatigante y agotador. Esa frase tiene que ver con procesar toda la data que está dando vueltas todo el tiempo. En relación a la música, por ejemplo, siento que uno hoy puede escuchar toda la música que quiere pero a la vez conoce menos a las bandas que escucha. Vos antes escuchabas menos música pero profundizabas más. Al final me pregunto, sin emitir un juicio de valor: ¿Qué es más importante? ¿Tener todo sobre la mesa o tener las cosas que uno busca y tenerlas de verdad? ¿Es más importante tener un disco y escucharlo hasta gastarlo o escuchar una canción una vez y nunca más?
-Jorge Drexler dice: "La limitación es una forma de expandirse". Porque cuando focalizás en algo podés profundizar.
-Totalmente. Por eso las premisas a la hora de componer también pueden llegar a liberar en algún punto y la libertad un poco paraliza también. Porque cuando vos tenés todo te cuesta elegir. Te abruman tantas posibilidades. Es engañoso, porque parece que lo tenés al alcance de la mano pero en realidad no lo tenés. Antes uno se adueñaba de las cosas, las aprendía, las incorporaba. Y ahora ya no te las llevás con vos, porque la visita fue muy fugaz.
-Y en cuanto a la recepción de tu música, ¿sigue habiendo un público fiel con la escucha o creés que hay un oyente más disperso?
-Yo soy un artista que vivió el tiempo pasado de la industria pero no realmente, porque mi música aparece en el mismo momento que internet se hace masivo. Lo que pasa es que internet en ese momento estaba más limitado, no había tanta sobreinformación. Era una forma de poder comunicar pero seguía siendo selectivo: vos te bajabas un disco y lo tenías en tu computadora. Y si bien ya tenías más carpetas que discos físicos no era ilimitado. Lo que descargabas era algo que elegías previamente y lo escuchabas. Yo siento que ahora algo se pasó de rosca. Lo que parecía la democratización de la información y todo, ya no es tan así. Porque de hecho también la información ya está sesgada y aparece el algoritmo que nos junta con personas que piensan similar, o sea, no nos expande la forma de pensar. Yo siento que el problema es que estamos cada vez más sesgados y que cada uno ve más el mundo con sus propios lentes y piensa que el mundo es de la forma que es uno. Me parece que hay mucha información pero hay muy poco cruce de data. Y eso es un problema. Porque aparentemente tenés todo al alcance pero en realidad no lo tenés, porque te muestran lo que vos querés ver. Es un poco engañoso eso.
-Y en este contexto, ¿Qué pasa con la canción? ¿Al público le sigue interesando escuchar canciones?
-Una vez me dijeron: la canción nunca va a estar de moda, pero nunca va a pasar de moda. Va a estar siempre ahí. Para mí el género canción es lo que sucede entre moda y moda. Es como el momento de descanso entre una moda y otra. La canción ocupó un lugar importante pos Cromañón y después la industria se volvió a organizar. Y de alguna forma se volvió a acomodar en otros lugares y formatos. Hay una renovación de la música que me parece que es muy necesaria. Porque cada generación necesita identificarse con su propia estética. Eso es normal que pase, no puede no pasar. Cada generación necesita romper y volver a armar. Y la canción en ese sentido está ahí siempre, como a la espera. Y eso tiene que ver con la cultura que tenemos acá. En otros países hay otra cultura de la canción: (el cantautor sueco) José González puede tocar para diez mil personas con la guitarra criolla y la gente sentada en el piso. Y acá no tenemos festivales así. No está desarrollado en nuestra industria el mundo de la canción. Hay referentes, sí, pero no son muy masivos. Nuestros referentes cancionistas son rockeros, no hay referentes de la canción. No hubo acá referentes de la canción como en Estados Unidos, por ejemplo, con James Taylor o músicos más folky que pudieron abrir ese espectro. La virtud y la limitación que tiene la canción es que no tiene batea. Porque entre un cancionista y otro puede haber un abismo.