Militante barrial en Moreno desde el frente nacional contra el hambre de los 90 y hoy referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Esteban “Gringo” Castro fue uno de los oradores en el acto de los movimientos sociales junto a la CGT frente al Congreso y uno de los representantes en las negociaciones con el gobierno que la semana pasada terminaron por concretar el reclamo de la Emergencia Social. Satisfecho por el recorrido, Castro resaltó en diálogo con PáginaI12 que “el mayor logro de la CTEP fue que el Estado y la sociedad nos reconozcan como trabajadores con plenos derechos”.
–¿Qué balance deja para la CTEP el acuerdo con el Gobierno?
–La gran conquista en términos materiales para los compañeros es el salario social complementario. Muchos están dentro de los programas de inclusión con trabajo como Argentina Trabaja y Ellas Hacen y hacen tres o cuatro changas para sobrevivir porque con los 3500 pesos que cobran no les alcanza. El Gobierno nunca se sentó a discutir en serio el proyecto, nos acusaba de querer cobrar más planes y se excusó en que el millón de puestos de trabajo es imposible de lograr. En todo caso lo hace imposible la transferencia enorme de recursos que Macri realizó a los sectores concentrados. Pero lo fundamental para nosotros es el reconocimiento institucional de que somos trabajadores: informales, de la economía popular, excluidos, pero trabajadores. El registro de trabajadores de la economía popular es la primera institución dentro del Estado que nos va a permitir sistematizar en qué sector trabaja cada compañero, qué actividad realiza y a partir de ahí discutir con el propio Estado cómo mejorar su calidad de vida y sus condiciones laborales.
–¿Por qué eso no se pudo lograr antes?
– La personería la logramos el último día de gobierno de Cristina, que nos reconoció durante todo su mandato como sujetos de derecho, pero siempre fue algo así como “te damos esto hasta que acomodes el carro”. Cristina hizo un gran esfuerzo por distribuir la riqueza, incluso mientras afrontó la crisis del 2008 pero, en paralelo, hubo un proceso de concentración y extranjerización de la economía que evidentemente fue un límite. Faltó protagonismo de los trabajadores. Faltó también la paciencia de sentarse a discutir, aceptar los planteos de todos los sectores, que sin debate terminaron por irse.
– ¿Cuáles son esos debates y con qué sectores se proponen debatir?
– Lo crucial ahora es el nuevo momento de la clase trabajadora, en este contexto de transformaciones del capitalismo. Cuando Macri habla de que se viene el “trabajo de calidad” nos está mintiendo en la cara. En el sindicato de camioneros hay un conflicto en puerta con los compañeros que el Banco Central quiere echar porque los sustituye por tecnología. El Papa Francisco está expresándolo muy bien, critica las causas y las consecuencias de un modelo donde el sistema financiero subordina al productivo. Es un momento defensivo, donde el objetivo es que los compañeros no se queden sin trabajo y que los que vienen de más abajo, ganen derechos; y desde esa lucha generar las bases para avanzar.
–El Gobierno tiene la agenda opuesta: casi al mismo tiempo que concedía la emergencia social, salió a pedir “revisar” los convenios colectivos de trabajo.
–Si insiste con ese planteo, nos va a llevar a una confrontación. No vamos a dejar que eso suceda. La resistencia de los trabajadores retrasó el proyecto del imperialismo en la argentina desde el 55 hasta 1976, cuando lo aplicaron a través de la dictadura. Ahora estamos retrasándolo otra vez.
–¿Cómo se construyó el acercamiento con la CGT?
–Cuando está tan claro que hay un Gobierno tan vinculado a los monopolios la unidad es una necesidad. No es que no haya habido diálogo antes, lo tuvimos con varios sectores, pero el proceso de desarrollo de la lucha de los trabajadores tiene momentos de unidad y momentos de dispersión, y venimos precisamente de la dispersión. De la que además se favorecen los monopolios, por eso no hicimos públicas diferencias que pudiéramos haber tenido.
–¿La suspensión del paro, por ejemplo?
–Es paro no es el eje. Obviamente si lo convocan, vamos a acompañar. Pero la CGT está mirando afuera, pensando en incorporar a los trabajadores excluidos, darles un lugar y movilizar. Críticas siempre va a haber, como cuando dicen que con la emergencia social no tocamos estructuras económicas y que no es más que un paliativo. No es que no vayamos contra las estructuras, vamos conquistando derechos. A partir de ahora, se viene la discusión sobre temas como la deuda externa, el modelo de económico.
–¿En qué etapa está el proceso de unidad con la CGT desde lo institucional?
– Hay incorporaciones de compañeros de la CTEP en algunas regionales como “delegado fraternal”, que tienen voz pero no voto, es un principio de participación. Me cierra mucho el planteo de Juan Carlos Schmid, que dijo que tenemos que salir del concepto de movimiento obrero organizado a movimiento de los trabajadores. Eso implica un reconocimiento del sector informal.
–Hay quienes señalaron que la presencia de dirigentes del massismo en el acto frente al Congreso puede hacer que el Frente Renovador capitalice políticamente la lucha. ¿Coincide con esa visión?
–No me parece que sea el momento de discutir nombres propios. Si los legisladores que apoyan están con CFK, con Massa o el FIT es indistinto. Cuando se trata de apoyar un reclamo genuino, quiero que estén todos de este lado. Si hubiera diputados del macrismo apoyando, lo que es obvio que no pasó, hubieran sido bienvenidos. Quizás muchos defienden el reclamo ahora y después no. Eso se verá. Va a haber, por otro lado, una expresión política de esto pero a partir de la lucha del pueblo. Mi percepción es que hoy no existe todavía. Apostamos a que de estas luchas surjan nuevos liderazgos, como lo fueron en su momento Néstor o Evo Morales.
–¿Qué responden a los que les atribuyen la responsabilidad de un “diciembre tranquilo”?
–Primero, ninguno de nosotros está a favor de los saqueos porque los que mueren son los nuestros. Segundo, eso no va a hacer que abandonemos la lucha. Tercero, la responsabilidad en los saqueos es de los monopolios. Los saqueos, como pasó en 2001, que yo conocí de cerca porque vivo en una calle de tierra en Moreno y recibo a diario las presiones de los compañeros, se fomentan sobre la base de la fragmentación social y el caldo de cultivo es el hambre. Nuestra tarea cotidiana va a en contra de eso: organización, debate político, trabajo en cooperativas, saber por qué luchamos, armar comedores, generar promotores de salud, todo lo que no hace el Estado. Cuando advertimos sobre pasar las fiestas en el puente Pueyrredón no estábamos diciendo que íbamos solos, sino que había una legitimidad social: la CGT, las Pymes, Federación Agraria, la CGE, todos apoyaban el reclamo.
– Se abrió una polémica en torno a lo firmado en el acta de acuerdo, cuya última cláusula les pide “abstenerse de cualquier situación conflictiva” por los próximos tres años.
–De ninguna manera se va a abandonar la lucha por tres años. Precisamente ganamos que la negociación con el Estado de ahora en más sea una paritaria social. Lo que se firmó es lo mismo que cuando estás en una conflicto en una fábrica: vas al paro y se abre la negociación, entonces lo levantas y si no hay respuesta, volvés al paro. Conseguimos, con la lucha, un recurso, pero si sigue el ajuste puede ser insuficiente y entonces la lucha va a volver a empezar. Pero creo que este tipo de debates, como dije antes, hay que darlos al interior de los movimientos populares.
–En la movilización de San Cayetano, la consigna fue “Pan, Paz y Trabajo”. Rescató la lucha de Saúl Ubaldini contra la dictadura y la combinó con la articulación con la Iglesia. ¿Fue la expresión de lo que usted llamó “religiosidad popular”?
–El pueblo no separa la fe de la lucha. No tiene nada que ver que seas creyente o no, para luchar tenés que tener fe, en el pueblo, en el futuro, en lo que quieras. Algunos se aprovechan de la fe, obviamente. A la par, hay una operación muy grande para que nos olvidemos de nuestras luchas históricas, por eso nombré Ubaldini el 7 de Agosto: contra la dictadura pelearon los trabajadores. La marcha de San Cayetano fue la visibilización de los trabajadores de la economía popular. Nos aplaudían en los departamentos del centro que antes, si podían, nos escupían. Ahora nos toca pelear por cada sector, cuando se registre cada uno en el Estado se verá qué necesita. Eso tiene que quedar, por lo menos hasta que hagamos la revolución, después vemos.
Reportaje: Matías Ferrari.