"Hace no mucho este año, en un seminario, yo dije que nosotros tratábamos de que el niño vuelva a creer que el mundo es bello y bueno. Y un psicólogo me respondió que eso no era cierto, que el mundo no es bello y bueno, y ellos tienen que aprenderlo desde ahora. Fue tremendo, porque esa desesperanza es la que uno se encuentra en la sociedad. Y yo le dije, en realidad no, ellos ya lo supieron antes que vos. Esa experiencia la tuvieron antes que vos. Antes que todos los que estamos acá hablando de cómo ayudarlos. Ellos ya lo vivieron, lo que nosotras tratamos de hacer es que el niño recupere la confianza en que puede ser bello y bueno, porque ellos ya saben lo que es tener frío, hambre, estar solos. No sé si quienes estaban en ese seminario podían decir lo mismo. Y si lo pasaron, nosotros ya tenemos herramientas. Un bebé, un niño pequeño, no tiene. Está a expensas de esas experiencias", cuenta Alejandra de Renzis, una de las fundadoras de Amaranta, una asociación civil que vela por los derechos de los más chicos.
Amaranta proviene de amaranthus, que significa “flor que no se marchita”. Pero además de su interpretación literaria, a la labor de Alejandra y quienes la acompañan en el proyecto las cautivó por sus propiedades: la ONU declaró que la planta es el alimento vegetal con mayor valor nutritivo, con potencial para combatir la desnutrición infantil.
Esto es pertinente ya que Amaranta es el nombre de este espacio en San Isidro, que solo aloja bebés y niños de cero a cuatro años de edad que han sido judicializados por abandono, negligencia, maltrato, abuso u otras situaciones de extrema vulnerabilidad social. "Lo que todos ellos tienen en común es que carecen de cuidado parental y que han sufrido situaciones traumáticas", afirman. El trabajo, como no podría ser de otra manera, es 24 horas. Estos niños viven en Amaranta hasta que se resuelve su situación legal y son restituidos todos sus derechos.
Hace ocho años, siete mujeres empezaron a juntarse y pensar lo que hoy abarca tres grandes proyectos: el hogar, que funciona desde 2017, el área de capacitaciones y lo que ellas llaman CU.EN.CO: la cuna de encuentro con la comunidad, o Programa de Trabajo con las Familias y la Comunidad. "La idea es ayudar a los padres, a las personas que están con los niños, con lo que necesitan, desde un taller de carpintería o charlas de crianza. Nosotras creemos que ahí cerrás el círculo, y ponemos en práctica lo que hablamos", afirma Alejandra.
"La estadía promedio de los niños es de dos años y medio, tres", afirma Karina Bonavita, otra de las fundadoras del hogar. "En los casos favorables, lo ideal sería que fuera muchísimo menos, pero eso es lo que se tarda. Entonces claro, nosotros los recibimos de pequeños y ellos van creciendo, y hay niños que ahora ya tienen seis".
Como siempre, el tiempo de los adultos no es el tiempo de los niños. Al preguntarle a las educadoras cuáles son las dificultades más grandes de llevar adelante un hogar de estas magnitudes, admiten que no son pocas.
"Tiene que haber mucha sincronía, mucha coherencia entre los adultos. Es como en una casa, si papá y mamá tienen cualidades muy diversas, y se ponen de acuerdo, no pasa nada, si papá y mamá no se pueden poner de acuerdo, el que está en el medio es el niño. Creo que lo más importante es que todos estemos aunados en ese concepto, en ese criterio, de cómo cuidar a un niño, para que haya coherencia. El niño necesita mucha coherencia", afirma Alejandra.
Eso, de manera interna. Pero además, las chicas afirman que para poder sostener ese impulso y desarrollarlo, hay que estar inserto en el medio y la sociedad. "Necesitas el apoyo, la red de sostén, que no es solamente las personas, los voluntarios, sino que necesitas un aporte económico, el apoyo del Estado", afirma Karina.
Amaranta mantiene un enfoque especial: un cuidado integral y minucioso del niño, que promueva el desarrollo de la autonomía y la iniciativa personal, el juego libre y el desarrollo autónomo. Basado en los postulados de atención temprana del desarrollo infantil y en la pedagogía Waldorf, los cuidados diferenciales de Amaranta incluyen tener un adulto cada tres niños pequeños y un adulto cada cuatro cuando ya se encuentran en la etapa de autonomía.
"En Amaranta los niños están esperando que los vengan a buscar, están viviendo cada día con lo mejor posible, a medida que se van sanando, todo ese dolor, ese miedo, se van recuperando, cada vez son más felices, y están preparados, y tienen muy claro que un día se van a ir a otra casa. Pero la dificultad más grande que tenemos es poder sostenerlo desde lo económico. Estamos en un momento muy difícil del país, muy inestable, y quienes cuidan a esos chicos necesitan tener su sueldo, lo que corresponde. Y es estar constantemente peleando con el Estado, de acá, de allá. Es estar remando en dulce de leche", afirma Alejandra.
Si todo lo demás falla, nos salva el encuentro con el otro. Aunque parezca lejano, la sociedad civil puede involucrarse en Amaranta, así como en otros hogares de tránsito de niños judicializados. "En Amaranta hay desarrollado un equipo de voluntarios. Nació en el hogar como una forma de darle sostén y apoyo al cuidador. Ahora se abrió un poco más el voluntariado porque por suerte tenemos bastante gente que quiere colaborar, que nos escribe por las redes o que saben por otra gente que viene. Ahora ampliamos un poquito el voluntariado en otros departamentos, como redes, comunicación, diseño gráfico, y el que quiere puede ingresar ahí", afirma Karina.
Además, reciben donaciones de todo tipo: materiales, pañales, óleo calcáreo, algodón. "Ahora estamos haciendo una campaña de que cuando pedimos ropa, ser un poco más específicas. La Argentina es muy solidaria, siempre estamos todos dispuestos a colaborar y son en los momentos de crisis donde todo el mundo colabora. Lo que hay que tener es la conciencia de que cuando uno colabora tiene que dar lo mejor que tiene, cosas que estén bien, en condiciones de uso, que no estén rotas, que no estén sucias", afirma Karina.
Para comunicarse con Amaranta por la posibilidad de donar o para ser voluntario, pueden comunicarse a través de sus redes sociales o visitar su página web.