RuPaul inventó un mundo hecho para estos tiempos. Es tan trillado como cierto decirlo. Sin ceder un ápice el mando, en lo que va de las múltiples temporadas de su reality nos ha presentado a participantes de tan diversos calibres, estilos, talentos e intenciones estéticas que cualquier persona seguidora del programa podría afirmar con la convicción de quien va a la cancha un domingo que su contrincante preferida es la mejor. La que merece ganar todos los premios, por siempre. Es que somos hinchas fervorosas de ese mundo que nos gustaría habitar, uno atravesado en cada bite por una lengua de lo brevísimo, cercano a lo instantáneo, lo que debe entretener en un parpadeo o sencillamente perecer como esa foto sin likes que borramos entregadxs a algo similar al pudor. 

Aterrizaje Detox

Y así es que una de esas drag queens máximas, superior no sólo a la media de sus competidoras sino también y posiblemente a muchas de todas las otras aparecidas en el show a lo largo de estos ocho años, se apellida Icunt y se nombra Detox y por primera vez se presenta esta misma noche en Buenos Aires. Para quienes seguimos el show, es esta la primera vez en que una participante así de talentosa pisa un escenario y una pista de baile local. Nos han visitado algunas pocas, pero ninguna de ellas se acerca al tapón del taco de los stilettos verde fluorescente que Detox de seguro traiga en su valija cabinera. Ella derribaría en un cuarto de round de stand up a Roxxxy Andrews, su mejor amiga en esta vida, que estuvo en Buenos Aires hace pocas semanas; a la jovencísima Naomi Smalls, que también vino en los últimos meses, le daría cien lecciones de estilo; y a Derrick Barry, que tuvo su show porteño en marzo último, la pulverizaría sin pena con un chasquido de uñas postizas. 

Es una deidad visual, una atleta del léxico, una deforme por deporte e incorrecta por convicción. No estamos listxs para ella.

Detox nace en Orlando y se afianza allí en el mundo drag hasta que se muda a Los Angeles. En esa ciudad su carrera escala de inmediato: protagoniza videoclips de popstars famosísimas, además de campañas de moda y de apoyo a agrupaciones militantes. También existió un breve coqueteo con la pornografía, del que no reniega (¿por qué lo haría?), y una serie de intentos por ingresar al programa de RuPaul que terminaron por ubicarla en la quinta temporada. Se destacó de inmediato por su estilo hipersofisticado, su velocidad eléctrica de respuesta ante todo obstáculo y su actitud de topadora. El léxico de los reality shows designa como “drama” a cualquier situación que involucre discusiones, crisis, llanto fingido o del otro, maltratos y más, y con Detox el drama siempre fue pura fibra, como aquella emboscada épica y merecida a la ínfima Serena Cha Cha, una paupérrima que quiso adoctrinar al resto invocando su grado académico, una idea (mala) que dio entre otros resultados aquella muletilla de Detox más repetida (“I’ve had it, oficially”, algo así como “Me tenés harta, oficialmente”). Aunque no ganó su temporada, dejó una huella honda en el imaginario y fue reclamada como integrante de All Stars 2, que como hemos dicho hace un tiempo en estas páginas, fue de lo mejor que la televisión ha dado en las últimas épocas, tanto que lo que el programa tuvo para ofrecer en su edición posterior pareció anémico en contraste.

Sebastián Freire
Vestido: Vanesa Krongold. Campera: Victorious

 

El mainstream tira

Con el show, el drag se volvió super mainstream, pero vos sos bastante alternativa, vanguardista: tu drag es otra cosa.

–Sí, a mí el show me dio la oportunidad de entrar al mainstream, de ser aceptada en el mainstream. Durante mucho tiempo mi foco fue seguir siendo alternativa, hacer cosas locas y salvajes. Ahora tengo una oportunidad de hacer otras cosas y de ampliar mis horizontes, y de, digámoslo así, crear una marca, aunque odio el término marca. Pero digamos que ahora puedo pensar en hacer cosas mucho más masivas o establecidas, como hacer acuerdos con casas de moda, o trabajar con Axe para su fragancia para el cuerpo. Y Axe es una compañía super heteronormativa que ahora usa mi imagen absolutamente gay y queer para vender su producto, y creo que eso es genial.

Viendo videos de tus lip syncs siempre nos llamó la atención el tipo de música que usás.

–No soy la típica drag queen. Me gustan cosas no tan pop. Me gusta Peaches, el rock, el punk, el electroclash, que es la escena en la que empecé a hacer drag. Pero también aprecio mucho los grandes clásicos del pasado. En realidad, todo lo que me emocione y me ayude a expresarme. Puede ser una canción muy sentimental o una canción sobre una buena cogida, lo importante es que me emocione y me permita crear una conexión con el público. Por eso en general no hago canciones de Britney Spears y gente así, a menos que sea un remix enloquecedor.

Volviendo al tema de las drags nuevas, ¿qué te pareció cuando Valentina (una polémica participante de la temporada 9) dijo que hacía drag hace diez meses?

–Primero, es mentira que estaba haciendo drag hace diez meses. Ella es muy hermosa, y eso ayuda mucho; y además tiene un gran equipo, lo cual también ayuda. Pero no había hecho drag por diez meses, dos años mínimo.

¿Cómo balanceás tu costado salvaje con estas nuevas oportunidades en el mainstream?

–Todavía hago lo que tengo ganas de hacer. No me controlo tanto, pero sí soy más consciente de lo que puedo decir y no decir si quiero ampliar mis horizontes. Por ejemplo, tengo una bocota muy sucia. Eso en general no es bienvenido y entonces me filtro un poco. De todos modos, el drag siempre es un fuck you al sistema.

Preferimos creer que ese sistema del que habla incluye al propio programa que la catapultó a la fama internacional: basta ver la final de esa temporada número cinco, en que ninguna de las finalistas era ella, y en la que se presentó íntegramente lookeada en escala de grises, como recortada de un film mudo y superpuesta en posproducción al colorinche de carnaval que todas sus rivales dibujaban en el fondo. Incluso hoy es, para muchxs, el look más icónico visto en la historia de Drag Race (la propia RuPaul se encargó de rendirle homenaje con una categoría de pasarela de una temporada posterior).

Una de las cosas que se destacan de tu drag es que tus looks parecen muy pensados, como si fueran conceptuales. Por ejemplo ese look en blanco y negro.

–Es uno de mis favoritos. Yo sabía que lo iba a hacer incluso antes de llegar al estudio para filmar el primer capítulo. Yo esperaba estar entre las tres primeras, y entonces quería llegar con un look que les mostrara que me tenían que dar la corona. Al final quedé entre las cuatro primeras, pero igual me dije: “Soy la mejor, quiero ganar de todas formas”. Para ese look trabajé con artistas, especialmente con una que trabaja maquillando con aerógrafo. Es un look que es un concepto. A la producción no le gustó porque nos pidieron que usáramos rojo. Entonces les dije: “Ok, voy a estar de rojo, pero como si me vieran en blanco y negro”. Y ellos insistieron pero yo no cedí.

¿Cómo se negocia con la producción el look de cada drag?

–Bueno, a mí no me gusta que me digan qué hacer, y mucho menos que me digan qué ponerme. No me hagan editarme, especialmente en un programa al que vine a expresarme, a mostrar quién soy. Ya cortan y editan todo lo que digo cuando estoy en el estudio, así que no quiero editarme en mis looks. 

Gateando en tacos

Detox llamó la atención de las entendidas algunos años antes de llegar al show de RuPaul. En orden no cronológico hay que mencionar su participación hilarante en “Boy is a Bottom” (“Este pibe es pasiva”), una reversión en tono shade del hit de Alicia Keys “Girl on Fire” (“Esta piba está en llamas”). Allí compartía cartel con Willam Belli (participante clave de la temporada 4 de RuPaul’s Drag Race) y Vicky Vox (quien, dicen los rumores, se ha negado sistemáticamente a participar del programa de Mamá Ru), las tres como integrantes del grupo DWV. En este clip de éxito considerable Detox despliega por primera vez dos rasgos que la definen y la destacan del montón: el filo karateca de su lengua (que le da al rap que corona la canción una dosis de amariconamiento e incorrección política memorables) y su capacidad para disociar las distintas partes de su rostro para alumbrar gestos y mohines que tienen tanto de Los tres chiflados como de fantasía animé.  

Las fans más rabiosas saben que ese pico dulce de fama estuvo precedido y sucedido por apariciones no tan centrales pero igualmente icónicas en videos de Rihanna, Kesha y Lady Gaga, entre otras. Un recorrido superficial por esta videografía deja bien claro que Detox es una drag todoterreno. Si en “Disturbia” (Rihanna, 2008) la vemos explorar su costado dark y pagar sus deudas con Marilyn Manson, en “S&M” (Rihanna, 2011) es una suerte de dominatrix al borde de un ataque de nervios, electrizada de pies a cabeza (la peluca de rulos furiosos que debuta en ese clip insistirá en la versión alternativa al clip oficial de “Applause” (Lady Gaga, 2013) y en secciones memorables del programa que le darán el sello definitivo de celebrity). 

Detox llegó a RPDR cuando el show ascendía a su consagración pop. Las primeras tres temporadas habían sido vistas por pocas y avispadas fanáticas de la conductora o del drag como disciplina artística. La presencia de Detox en la quinta vino a confirmar el giro que había iniciado la coronación de la cómicamente dark Sharon Needles en la cuarta: el drag ya no sería, o no sólo sería, lo que el mundo (y la propia RuPaul) pensaban que era. Si por un lado la cultura drag sufriría una progresiva diseminación en la cultura de masas a escala global, llegando a públicos y a formatos hasta entonces dominados por las formas más convencionales de las performances de género, por el otro, y llamativamente, asistiríamos a la creciente visibilización de formas del drag no tan conocidas, laterales, más rebuscadas y hasta oscuras. Detox, como Sharon antes que ella, y como Alaska, Pearl, Miss Fame, Violet Chachki y Sasha Velour junto a ella y después de ella, venía a decirnos que aun en el estado de extenuación al que su devenir pop la somete, la cultura drag encuentra puntos de fuga o salidas de emergencia en las que seguir tramando su compromiso con la disidencia. En el caso de Detox y de algunas de las mencionadas este filo crítico tiene que ver con su capacidad de revelar y reanimar las conexiones entre el drag y otras subculturas y prácticas como el bondage, la tradición de los club kids, la estética gótica, el burlesque o el arte conceptual. 

¿Te parece que esto es un problema? Mucha gente siente que esta llegada al mainstream puede hacer que el drag pierda su filo, su carácter revulsivo.

–No creo. Me parece que el drag siempre ha sido una torcedura en el sistema. ¿Cómo podría no serlo? En todo caso podemos pensar ventajas y desventajas de esta nueva situación. Del lado de las ganancias: todo esto ha hecho a la comunidad mucho más visible, y bajo una luz positiva. Y esto le da a la gente más joven cierta esperanza; ahora saben que hay una tribu a la que pueden pertenecer. Del lado de las pérdidas: todas las que empiezan a hacer drag ahora piensan que están en un pedestal; pero es importante aprender a pagar las deudas.

¿Tenías ganas de venir a Buenos Aires?

–Sí, estoy obsesionada con Buenos Aires y con Argentina porque soy super fan de Madonna y de su película Evita. Cuando era chica me enamoré de Eva Perón, a causa de la película, y me puse a investigarla y a estudiar quién era porque me fascinó. Incluso hice un trabajo sobre ella en la primaria. Ahora que estoy acá no puedo esperar a salir a la calle y recrear escenas de la película. Y voy a dedicar un día entero a todo lo que es Evita: voy a ir al Museo, a la Casa Rosada, etc. Tengo un vestido onda Evita que traje conmigo y que veré en qué ocasión usar. Probablemente para el meet and greet que voy a tener hoy a la noche con mis fans en la fiesta. El show que hago en mi gira está armado más o menos siempre igual, pero acá quiero cambiar algunas cosas porque además tengo tiempo para recorrer la ciudad y salir de compras… aunque las pelucas que traje están un poco curtidas. ¿Conocen algún lugar que me las pueda acondicionar en dos días?l

Detox se presenta esta noche en Fiesta Plop, Teatro Vorterix. F. Lacroze 3455.