Tratándose de un travesticidio, lamentablemente no es de extrañar la lentitud con que se desarrolla la investigación sobre la muerte de Ayelén Gómez, cuyo cuerpo fue encontrado en el Lawn Tenis de su ciudad, Tucumán, el 13 de agosto pasado. Desde entonces, muy pocos han sido los avances sobre la causa. “Lo que sabemos es que la causa entró en la Fiscalía, porque todavía la tenía la policía y se está tratando de averiguar qué es lo que pasó, porque no sabemos nada más que por lo que informan los diarios. Ya la familia se constituyó como querellante –cuenta su amiga, la activista Mahia Moyano–. Tenemos un abogado que va a representar a la mamá. Les estamos haciendo un acompañamiento para que no estén solos. Salieron en un medio de Tucumán los comentarios de una chica que dijo que podría haber sido una mafia de gente en situación de calle que estaban en el Parque 9 de julio. A raíz de eso surgió una noticia de La Gaceta que decía que las cámaras tienen captado algo, pero no es nada seguro”. Es inevitable sospechar que esta noticia podría no pasar de una conjetura tendenciosa si las cámaras no prueban lo contrario, un rumor disuasivo para el esclarecimiento de la verdad: recordemos que las hipótesis que circulan alrededor de este crimen de odio comprometen, entre otros posibles responsables, a la fuerza policial de San Miguel de la que Ayelén fue víctima en 2009 por primera vez. “En aquella ocasión la metieron entre los yuyos y la abusaron, le pegaron muchísimo y la ramearon. Por ese hecho a ella le quedó mal el ojo, varias cicatrices en el pecho y en las piernas. Terminó internada en el hospital Padilla y nunca supimos quiénes eran esos policías”, declaró a los medios Giselle Gómez, días después de la muerte de su hermana. En 2012, agregó en esas mismas declaraciones, fue arrestada por una contravención y ultrajada por segunda vez en una comisaría tucumana. Según informó el diario La Gaceta, el número de concurrentes a la multitudinaria marcha por Ayelén que cruzó la ciudad hasta el Parque 9 de julio hace más de una semana fue de mil personas, cifra con la que las agrupaciones LGBT no coinciden. “Los medios de comunicación hegemónicos como siempre invisibilizaron la cantidad de gente que asistió. Convocamos 1500 personas ese jueves, muchas organizaciones nos acompañaron. Fue una marcha pacífica, superamos las expectativas que nosotras teníamos y nos quedamos muy contentas por lograr una concentración histórica. Pero más todavía nos reconfortó la unificación de las chicas trans marchando por una compañera. Se prendieron a salir de sus casas y dejar lo que estaban haciendo. Me quebré al final de la marcha porque no lo podía creer”, contó Mahia Moyano a este suplemento. Las consignas exigiendo basta a los trasnfemicidios, los travesticidios, la trata trans, y el cumplimiento del cupo laboral trans y la ley de identidad de género, se expresaron ese día por las calles de un Tucumán cuya historia de represión y persecución la convirtió, ya en los años ‘70, en uno de los focos más violentos de la última dictadura.