La tristeza y la bronca que me produce ver cómo se suman y suman los transfemicidios, travesticidios, femicidios, crímenes de odio contra lesbianas. Me duele, me desgarra. 

Angie Velásquez, 37 años, asesinada en enero en la cárcel de Olmos. Pamela Macedo Panduro, 29 años, asesinada en marzo en la cárcel de Florencio Varela. Sabrina Nicole, 22 años, falleció en el hospital por abandono del Estado. Araceli Fulles, Micaela García, Belén Rivas, Silvia Núñez y la lista de compañeras se hace tristemente cada vez más grande. Pero no por eso es una lista. Es un nombre propio tras otro. Pamela Tabares es una de las últimas muertes que se dieron a conocer. Es una historia con un final muy triste y a la vez muy simbólica porque representa muy bien la trama de la población trans. Pamela tenía 35 años y esa edad no es casual, porque es el promedio de vida que viven muchas mujeres travestis trans no solo en Argentina sino también en América latina. Vivía en condiciones de muchísima vulnerabilidad y tenía muchos de los problemas que tienen otras compañeras. Estaba en situación de explotación sexual. No tenía casa, la habían echado de la pensión donde vivía. Fue encontrada en una zona rural del Gran Rosario con al menos cinco balazos, asesinada con saña. No hay muchos indicios de lo que pasó. Hace unas semanas se realizó una marcha frente a la Fiscalía para pedir justicia porque sabemos que la discriminación sigue después de muertas. Son crímenes de odio que en el caso de las personas travestis trans ni siquiera se investigan. A todos aquellos que puedan aportar algún dato acerca de las últimas horas de Pamela se les pide que se acerquen a la Fiscalía de Rosario cita en Montevideo 2200. La semana pasada lamentamos también la muerte de otra compañera, Ayelén Gómez de 31 años, que había terminado sus estudios secundarios en el Mocha Celis. Fue encontrada muerta bajo las tribunas del Lawn Tennis en San Miguel de Tucumán. El jueves a las 15.30 se realizó una vigilia en la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Las Madres marcharon alrededor de la Pirámide como lo hacen cada jueves desde 1977. Allí resonaron los nombre de Ayelén y Santiago Maldonado, el joven desaparecido en Chubut. “Estamos hartas. Vinimos con las Madres para que nos abracen en este pedido de justicia por Ayelén Gómez. Ellas siempre estuvieron”, dijo Marlene Wayar emocionada. Estas noticias no salen en los noticieros. “Total por una trava no van hacer una marcha”, escuché decir. Que escuchen todos: Basta de llevarnos presas, basta de travesticidios, basta de matarnos. Que el dolor y las heridas no nos inunden frente a la posibilidad de imaginar y de construir nuestros feminismos. Queremos vivir en libertad.