Aún impresiona la belleza de actor de cine de los años 30 de las fotografías que se conservan de George de Kent (1902-1942), hijo del rey Jorge V del Reino Unido y de María de Teck. La joya más preciada, con dirección de Graciela Pereyra, se sitúa en un momento decisivo de su existencia: cuando el príncipe tiene que elegir entre continuar con los desbordes juveniles -las fiestas y las orgías de muchachos y cocaína- o adquirir los mesurados hábitos de la realeza. Sobre lo verdadero y a lo falso gira la obra. Ulises Puiggrós encarna a George y con él, las dudas que exige su atormentado personaje. Entre quienes eligen una vida de apariencias, destaca la interpretación de Alicia Muxo como una caricaturesca Reina María. Y la de Débora Longobardi como Marina, la ambiciosa princesa que viene desde Grecia a acallar con un matrimonio arreglado los escándalos reales. Son evocados asimismo los conocidos amores del príncipe George con el dramaturgo y actor Noel Coward (Darío Cortés compone un ambiguo personaje de luces y sombras, mezcla de impostor y enamorado, combinando drama y comedia) para poner una vez más en tensión la vida real y el arte de la mentira. Puiggrós y Cortés tienen química y logran transmitir a la vez la sensualidad, la tristeza, el rencor y el humor propio de una larga relación de amantes gays.
La obra retoma uno de los hechos más silenciados y que fuera valiosamente rescatado por Juan José Sebreli en su Historia secreta de los homosexuales en Buenos Aires: el affaire apasionado entre el príncipe y José Evaristo Uriburu Roca (1904-1995), hijo del embajador argentino en Gran Bretaña y nieto de dos presidentes argentinos. La imagen del príncipe en paños menores descubierto por el embajador en el momento en que salía de la alcoba de su hijo connota la idea de una Inglaterra humillada en territorio argentino y es de una justicia poética asimilable a la “mano de dios” de Maradona.
Cuando se piensa en el triste destino de George V, muerto prematuramente en la guerra, no se puede dejar de pensar con sabor amargo que más le hubiera valido al príncipe infeliz hacer lo que se le apetecía. Como le hubiera aconsejado otro inglés, Joe Orton, poco más de un par de décadas más tarde: “Tienes que hacer lo que te gusta... Siempre que disfrutes haciéndolo y no hagas mal a nadie... Procura que te cojan, si te apetece. Y disfruta de la sexualidad. Cuando te mueras, lamentarás no haber disfrutado de tus órganos genitales”.
La joya más preciada. Sábados, a las 22.15, en el Teatro de La Comedia, Rodríguez Peña 1062.