En 1989, un año antes de dejar el poder (y después de dieciséis años del golpe de Estado a Salvador Allende) el dictador Augusto Pinochet lanzó uno de sus últimos dardos de tortura contra las mujeres: prohibió de forma absoluta (y bajo cualquier circunstancia) el acceso al aborto. Esta semana el Tribunal Constitucional reafirmo (a pesar de la oposición de la derecha conservadora) la validez de la aprobación del aborto por causales en Chile. La hija de una de las víctimas directas de Pinochet y Presidenta Michelle Bachelet (su padre murió a causa de las torturas del terrorismo de Estado) fue la impulsora de la norma que la enemistó con los sectores reaccionarios (igual que en su gestión como Ministra de Salud y en su primera presidencia cuando defendió la anticoncepción de emergencia). Bachelet fue la primera líder mundial en presidir ONU Mujeres y está a punto de dejar la presidencia de Chile. Y no solo presentó sino que motorizó la aprobación del acceso a las interrupciones voluntarias del embarazo como un sello de su segunda gestión que empezó en el 2014 y termina en el 2018.
Después de casi treinta años de la restricción de derechos promovida por la dictadura militar en Chile se restableció el derecho a interrumpir un embarazo en caso de inviabilidad fetal, de violación y de que la vida esté en peligro. El aborto legal por tres causales es un enorme paso, aunque tiene un formato más restrictivo que en la Argentina donde también se considera la causal salud (en un sentido amplio como exige la Organización Mundial de la Salud) y que incluye la salud física y emocional.
El Congreso aprobó en agosto el aborto legal por causales. Pero la derecha alegó la posible explosión de una fiesta de violadores (ya que no se va a obligar a las mujeres a presentar la denuncia para acceder a un aborto legal) o se compungió por los derechos de los progenitores abusadores para impedir su reglamentación. Por eso, después del triunfo legislativo del movimiento de mujeres recurrieron al Tribunal Constitucional para impedir la puesta en práctica de las interrupciones voluntarias del embarazo. Pero, el 21 de agosto, el máximo tribunal rechazo las objeciones y decidió (por seis votos contra cuatro) que los derechos sexuales y reproductivos son constitucionales. “Hoy han ganado las mujeres, ha ganado la democracia, ha ganado Chile. Con esto se amplían derechos”, remarcó Bachelet y tuiteo: “Emocionada por aprobación de #3causales. ¡Es un logro de muchas mujeres que durante tres décadas trabajamos para ello!”. Mientras que la diputada y ex líder estudiantil Camila Vallejos festejaba con memes y frenando -con humor y convicciones- la campaña de la derecha que llenaba de bebitos ficticios las redes sociales.