Reinserción
La presión que ejerce la estructura del programa terapéutico basada en la contención y en un sistema de convivencia con normas claras y responsabilidades específicas va generando en el sujeto un mecanismo de funcionamiento ordenado y supervisado.
La idea de ir despojándose de esa estructura para pensar en el "afuera" genera miedos e inseguridades que provocan una ansiedad que antes no existía. El paso de "la contención" al "autocontrol" está atravesado por cambios bruscos en la conducta cotidiana, al verse el sujeto "liberado" de esa estructura madre, que como una fuerza sublime, provee todas las herramientas posibles para superar las dificultades que surgen de lo profundo de un alma sombría o de los acontecimientos más insignificantes.
Ahora el sujeto tendrá que recurrir a los valores que redescubrió en su etapa anterior y utilizar las herramientas que de allí surjan para resolver los conflictos que vayan apareciendo. En esta instancia si el sujeto no ha logrado el dominio de sí mismo, producto de la búsqueda del conocimiento íntimo, estará en problemas, pues aquí es donde se tiene que identificar que es "lo importante" y que es "lo secundario", pues a lo largo de la vida de adicto siempre lo importante o sea "el yo" quedaba en segundo, tercero, o cuarto plano y las cuestiones que aparentemente eran importantes ocupaban el centro de la escena.
El hogar de residencia, el trabajo, lo académico, lo recreativo, el manejo del dinero, la vida de pareja, la familia, todos estos aspectos que integran el menú de la reinserción social, nada significan si el sujeto no se sienta en el trono de su alma conquistada como dueño de su existencia.
La reinserción social no es un monstruo ni mucho menos, si lo pensamos desde el inicio del tratamiento, no como una etapa a alcanzar sino más bien como un eslabón más dentro de esa cadena que flota en la intemperie de la humanidad efímera.
Osvaldo S. Marrochi
Presidente Fundación Esperanza de Vida