Fin de la sequía y comienzo de un nuevo ciclo de la producción agrícola. La vuelta de página en el campo coincide con la transición política y una elección presidencial que deberá definir entre dos modelos económicos muy diferentes. Pero cualquiera sea el elegido, recibirá un apreciado regalo del ciclo productivo. Las proyecciones de la Bolsa de Comercio de Rosario --las más respetadas en la materia-- adelantan un aumento del 70 por ciento en la producción de granos de la nueva campaña (2023/24) en relación a la que termina. Y que se duplicaría (suba del 103,5 por ciento) el saldo exportable. Sin  dudas, un alivio importante en uno de los flancos más sensibles de la coyuntura económica, la falta de dólares, que marcó en un amplio sentido el clima que precedió a la definición política que tiene el país por delante. 

El cuadro que acompaña esta nota refleja el salto de la producción de los principales complejos agrorindustriales del país de la campaña finalizada y la próxima, que ya está comenzando. El aumento en soja, de acuerdo a las proyecciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, podría llegar a casi 140 por ciento. En el maíz alcanzaría a casi el 65 por ciento y en trigo, a más del 35 por ciento. Fuera del cuadro, se agregan los datos de girasol, con un alza del 5 por ciento, y cebada, con el 20 por ciento.

En materia de exportaciones, la trepada es incluso más espectacular. Los aumentos en volumen superarían el 260 por ciento en el caso de la soja y alcanzaría al 100 por ciento en maíz y a más del 170 por ciento en el trigo. 

Considerando en conjunto la proyección de las exportaciones de los mayores complejos de granos cereales y oleaginosos (incluídos aceites y subproductos), se calcula que de los 57 millones de toneladas finales estimados para la temporada 2022/23, se podría alcanzar a 99 millones proyectados para la temporada 2023/24. 

En cifras: una proyección de exportaciones netas por 34.300 millones de dólares, contra 24.800 millones en la campaña que acaba de terminar. Es decir, 38 por ciento más o casi 10 mil millones de dólares por sobre lo que dejó este año la exportación de granos y derivados. 

Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (Tomás Rodríguez Zurro – Franco Ramseyer – Patricia Bergero) de esta semana resume las proyecciones del organismo, refiriendo que "luego de la catastrófica campaña 2022/23, en la cual la producción argentina de granos sufrió un severo recorte como resultado de la sequía, se espera que la cosecha aumente un 70% interanual, alcanzando un volumen de 136,3 millones de toneladas". 

A los casi 120 millones de toneladas de producción que aportarían soja, maíz y trigo (como describe el cuadro que acompaña esta nota), se sumarían más de 5 millones de toneladas de cebada, más de 4 millones de girasol y cerca de 7,5 millones de sorgo y otros granos.

Es decir, que de las 80,3 millones de toneladas de granos producidas en 2022/23, se pasaría a 136,3 millones, es decir unas 56 millones de toneladas adicionales. ¿Qué destino se le dará? El mismo informe señala que 78,5 millones se destinarán a consumo doméstico y las restantes 59,8 millones de toneladas a la exportación. 

Parte de ese consumo doméstico es la proporción que se reinvierte como semilla o para consumo en chacra, que representa algo más de 20 millones de toneladas. El resto, unas 57 millones de toneladas, es el grano que se destinó a uso industrial. 

Reactivación de la industria

El aumento de granos destinados a uso industrial se manifestaría fundamentalmente en el complejo sojero, mientras que sería "leve en el crushing de girasol" (trituración de la semilla para extraerle el aceite), señala el mencionado informe. "En el ciclo actual, el procesamiento de soja se vio fenomenalmente afectado por la sequía y ni siquiera la importación temporaria récord de poroto pudo salvar a la industria aceitera de caer a un mínimo en veinte años en cuanto al procesamiento", indica el trabajo de Bergero, Rodríguez Zurro y Ramseyer. 

El volumen de grano destinado a la industria crecería en la temporada 2023/24 un 27 por ciento respecto de la anterior, pero por su concentración en el complejo sojero se reflejaría en un incremento en la industrialización de esta rama de más del 40 por ciento, con 38,7 millones de toneladas procesadas, de acuerdo a lo proyectado. Por el lado del girasol, se espera un crecimiento del 6 por ciento, mientras que en trigo y cebada los volumenes a industrializar serían similares a los de la actual campaña (6 millones de toneladas de trigo destinadas a molinería e industrria de balanceados, y 1,2 millones de cebada a utilizar en la producción de malta.

"De todas maneras, entre los usos de los granos en la nueva campaña, la exportación sería el rubro que más crecería respecto de ésta", destaca el informe. "Se prevé que el envío al exterior de granos se duplique en el próximo ciclo de la mano de la recuperación de la producción, con un total proyectado de 63,6 millones de toneladas", agrega. 

"Si además consideramos el envío al exterior proyectado de aceites y subproductos para la próxima campaña, el despacho total al exterior entre los principales complejos cerealeros y oleaginosos alcanzaría casi 100 millones de toneladas, registrando un incremento de más del 75% entre campañas y quedando apenas por detrás del máximo de más de 104,1 millones de la campaña 2018/19", concluye.

El impacto de los mayores saldos exportables es menos perceptible medido en divisas, ya que "los precios promedio proyectados para el próximo ciclo se vislumbran algo por debajo de los de la campaña actual", señala el informe. El saldo de exportaciones de granos y derivados rondaría los 34.300 millones de dólares, 9500 millones más que la campaña que termina, "marcando el tercer mejor desempeño, detrás de los ciclos 2020/21 y 2021/22". Del valor total exportado, el complejo sojero aportaría unos 20 mil millones y el maicero, unos 8000 millones. Es decir, entre ambos alrededor del 82 por ciento del total.