“Yo me subo a Amelia R., la lancha que sale del puerto de Campana. Después nos encontramos con otra lancha que viene por el Río Carabelas y después con la Esperanza, la lancha que viene por el Río Paraná Guazú y trae los chicos de más lejos que se la toman tipo 6.30.” Así son los días de Gabriela Oribones, directora titular y docente de la Escuela Primaria N° 24 de Isla, camino a las clases. Muelle por muelle transita las aguas del Paraná en búsqueda de los quince alumnos que componen su institución. Ella, junto a representantes de las 915 escuelas rurales unidocentes de la provincia de Buenos Aires, tuvieron su Primer Encuentro de Escuelas Rurales Unidocentes bonaerenses que se celebró en Mar del Plata y estuvo encabezado por el titular de la Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE), Alberto Sileoni.

Las escuelas rurales unidocentes son aquellas emplazadas, efectivamente, en zona rural y que cuentan con una matrícula mínima que no supera los 20 alumnos. Además, tienen aulas plurianuales, es decir, chicos y chicas de distintos grados de, por ejemplo, el nivel primario, que conviven en ella. Por ende, hay un solo docente para todos lo concurrentes, lo que da origen a su nombre. “Donde hay un niño, hay una escuela”, señala Oribones como una de las principales premisas que se llevó de las voces que disertaron en el encuentro por la DGCyE, el organismo que oficia de ministerio de Educación en la provincia.

Sobre la materialización de derechos y las vicisitudes que debió transitar la educación rural, el recuerdo de otra de las asistentes trae al presente lo sucedido durante la gestión de la ex gobernadora María Eugenia Vidal: "Se cerraban sueños y futuro”, recuerda Agustina Kano, directora de Escuela Primaria N° 29 de 9 de Julio, de la cuarta sección. En un territorio marcado a fuego por la cultura agrícola ganadera, la docente señala que la escuela es donde se forma a los hijos de los peones rurales, de quienes deben trabajar muchas horas en el campo y que eso "dificulta que asistan a los actos escolares". 

El encuentro

El mundo de la educación rural no está exento de la discusión, hoy profundizada por el clima electoral, sobre las oportunidades que debe brindar, o no, el sistema educativo. Al inicio de la jornada que congregó a las maestras y maestros en Mar del Plata, el ministro Sileoni pidió “defender la escuela pública”, pero también supo pedir perdón en nombre del Estado. “Ustedes están acostumbrados a trabajar solos, pero la soledad es angustiante, porque es doloroso sentir que tu tarea es invisible. Por eso queremos decirles que hay un Estado que mira, un Estado que agradece y reconoce, y pedimos disculpas si ese mensaje llega de manera intermitente”, subrayó.

La visión del Estado sobre la educación rural de matrícula mínima ya se llevó puestas a 39 instituciones educativas. “Se ordena la clausura temporaria”, fueron las palabras utilizadas por el comunicado emitido por el ex titular de la DGCyE durante la gestión de Vidal, Gabriel Sánchez Zinny. El mismo funcionario que tenía intervenido el Consejo Escolar de Moreno al momento de la tragedia que se llevó la vida de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez por la explosión de un tanque de gas.

“Los niños, niñas y adolescentes bonaerenses son el 29 por ciento de la población de la provincia y el 40 por ciento de los pobres. A esa realidad ustedes le ponen el pecho con profesionalismo y amor”, fue una de las frases salientes de Sileoni durante la apertura del Primer Encuentro para estas instituciones.

Según explicó el ministro, en la provincia existen alrededor de 3 mil escuelas rurales, de las cuales mil están ubicadas en pueblos y parajes, y las 2 mil restantes en campo abierto. En una alusión crítica hacia las posturas que suelen desfilar entre los candidatos de La Libertad Avanza, la fuerza liderada por Javier Milei, detalló que de las 3 mil instituciones el 98,5 por ciento son de gestión estatal y sólo el 1,5 es privada.

No se quedó en esos datos y amplió la información cuando remarcó que en el ámbito urbano la participación de la gestión privada es del 22 por ciento, es decir, casi 22 veces más que en el plano rural. Entre los ejemplos que utilizó, puso al municipio de Vicente López, aún gobernado por Jorge Macri, actual candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que es el distrito con más educación privada a nivel nacional, por encima de la Capital Federal que es el segundo. El tercero es San Isidro. “Ahí hay mercado y competencia, pero donde hay una sola escuela como en Paraje Nevada de Guaminí o La Corona de 9 de Julio algunos quieren agarrar la motosierra”, señaló.

La jornada contó con la presencia de más de 900 docentes que pudieron escuchar no sólo la palabra del ministro, sino de un panel conformado por la Secretaria de Educación, Claudia Bracchi; la directora de educación Primaria de la provincia, Mirta Torres; y la directora de Ámbitos de la Educación, Gabriela Tolosa. En el cierre de la disertación, previa a las comisiones de trabajo que tuvieron lugar post almuerzo, expuso la rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento y referente en pedagogía educativa, Flavia Terigi.

En lancha

Gabriela Oribones es la directora y, a su vez, única maestra de grado de la Primaria N° 24 de Isla. Está a 35 kilómetros de Campana, desde cuyo puerto se toma la lancha que, tras dos horas de travesía acuática, la lleva a su escuela. Con una matrícula total de 15 alumnos, también funciona una secundaria y un JIRIMM, un Jardín de Infantes Rural y/o de Islas de Matrícula Mínima. Sobre el canal Alem, deja en claro que “estar en una isla no significa estar aislados”.

“Esto se charló mucho durante el encuentro: ¿la escuela está alejada del casco urbano o la ciudad está alejada de la escuela?”, lanza la maestra que proviene de otra experiencia en lo que respecta a ser directora. Cerca de dos años atrás, Oribones estaba al frente de una escuela con una matrícula de 500 alumnos en el centro de Campana, pero decidió hacer este cambio.

Gabriela Oribones, directora Escuela Primaria N° 24 de Isla del Delta, Campana

“La escuela comienza recorriendo los muelles, subiendo a los chicos, charlando como estuvo el día, con el saludo, y ver como están sus cuadernitos”, relata.

Su recorrido le permite trazar una comparativa que expone para poder dimensionar dónde está una de las principales diferencias de dar clases en una escuela rural. “En una escuela estándar de la ciudad, la enseñanza es horizontal, donde todos tiene más o menos la misma edad y trayectoria, pero acá nuestra enseñanza es vertical: chicos de distintas edades, donde los contenidos los vas aplicando a través de distintas herramientas y vas respetando a cada alumno, de dónde proviene, respetando sus tiempos”, señala.

"¿Hay tiempo?", consulta este cronista. "Lo que menos hay es tiempo", dice entre risas. "Llegamos a las 10 más o menos, ahí los chicos desayunan y empiezan las dos horas de clases. Luego se les da el almuerzo, para después tener un recreo pero que dura cómo mucho diez minutos. Después hay clases hasta las 14 y, bueno, ahí empieza el retorno donde está el factor climático: agua baja, niebla. Ningún día es igual al otro. Pero bueno, no surge una conversación sobre cómo son las escuelas estándar. No están esperando irse a una escuela del centro".

Oribones explica que la mayoría de los trabajos en las familias de los chicos y chicas de las islas están vinculados al campo. Incluso, cuenta que cada familia tiene su quinta y cría animales, que son actividades que sirven para potenciar los ingresos y en las cuales todos los chicos tienen que colaborar. A su vez, sostiene que los padres de los alumnos siempre están preocupados por conseguir más alumnos y su preocupación suele estar anclada en que se cierre la secundaria porque los estudiantes más grandes traen, muchas veces, a estudiantes más chicos.

No deja pasar la oportunidad de señalar que algunas cosas hacen falta, más allá de que en estos momentos se está llevando a cabo la reparación integral del techo de la escuela, que ya tiene más de cincuenta años. “Hay que gestionar, y no sólo con el Estado, nosotros hemos conseguido donaciones de muchas empresas, como Axion, la refinería que está en Campana, que nos brindó mochilas”, subraya. El valor de las mochilas es clave por el tránsito constante de subir y bajar de la lancha y el riesgo de caerse, por lo cual no pueden ir con bolsos o cosas en las manos.

“También esperamos que nos brinden los chalecos salvavidas individuales para todos los chicos, no sólo para los de nivel inicial, porque más allá del que tiene la lancha, es mejor que cada uno lo lleve puesto por cualquier cosa”, pide la docente.

Antes de terminar la charla, repite una palabra con la que sintetiza su experiencia en el encuentro con el resto de escuelas: "Empoderada". "No podía creer la cantidad que somos, que podemos aprender entre todos, y poder escuchar a una persona como Flavia Terigi. Le pedí una foto", suelta risueña.

Del tambo a la escuela.

Al frente de la Escuela Primaria N° 29, en el Paraje Mulcahy, a 20 kilómetros de calle de tierra desde la localidad de 9 de Julio, está Agustina Kano. Es su directora y también participó del Primer Encuentro de Escuelas Rurales Unidocentes que se organizó en Mar del Plata. Allí, asegura, “se puso en valor y se reivindicó a la escuela rural, la importancia de su rol, ya que es el único espacio de encuentro entre niños”. “La plaza está acá en la escuela, su encuentro con la tecnología o con el material de lectura”, relata la docente al tiempo que explica que los alumnos viajan más de 15 kilómetros para llegar a clases.

Nacida en 9 de Julio, la maestra no duda sobre cuál fue el peor momento que le tocó vivir a ella y a toda la educación rural: “En el gobierno anterior vivíamos con la incertidumbre sobre si se cerraba la escuela o no, porque el boca a boca hablaba de las escuelas que se cerraban y no sabías si la tuya era la próxima”. En un escenario sin la Primaria N° 29 en funcionamiento, "quince niñas y niños se quedarían sin educación".  

En su escuela, Kano cuenta con siete estudiantes de nivel primario que cursan en un pluriaño compuesto por chicos y chicas de primero, segundo, tercero, cuarto y sexto año. También hay un JIRIMM de ocho estudiantes. “El 24 de noviembre la escuela cumple cien años, el edificio está bien y este año vamos a poder remodelar los baños”, celebra la directora. Ese recorrido llevó a que hoy haya un grupo de Whats App de más de 50 ex alumnos y ex docentes que colaboran con todo lo necesario en la institución.

La escuela N°29 y JIRIMM N°13 de 9 de Julio

Quienes asisten a la Primaria N° 29 son hijas e hijos de trabajadores rurales, primordialmente de tambos de la zona. Son familias, cuenta Kano, donde los horarios laborales son muy amplios, donde el padre es quien generalmente desempeña tareas fuera de la casa y la madre es quien se hace cargo del hogar. “Acá no existe la discusión alrededor del campo”, dice ante la consulta. Efectivamente, y tal cual lo mencionó el ministro en su presentación, es el Estado quien tiene una participación casi total en la educación de los chicos cuyas familias están dentro del mundo laboral del sector rural.

Kano señala que la institución que conduce ya está adecuada al programa nacional de 25 horas semanas de clases, y la cursada arranca a las 7 de la mañana y finaliza al mediodía. Dos veces por semana, los chicos tienen clase de arte, dos veces educación física y un día asiste la profesora de inglés. “La escuela se mantiene gracias a nosotras y la familia que fin de semana por medio se suma a una limpieza general”, relata, y pone sobre la mesa una deuda pendiente y en la que se está avanzando: que haya un auxiliar docente que posibilite a los docentes no tener que turnarse entre clases para poder, por ejemplo, limpiar la cocina.