Corazón, mente y alma: en sintonía, estos tres conceptos forman lo que Nicki Nicole llama el "punto de encaje", es decir, el grado exacto en el que todo funciona. Así define la cantante rosarina su tercer disco, Alma, que viene presentando en una saga de shows sold out en el Movistar Arena que agregó una sexta fecha para el 19/10. Tras una ronda de presentaciones en España, Lollapalooza París y en Chile, la artista de 23 años volvió a casa y desplegó un show con invitados especiales y nuevos arreglos de sus canciones más escuchadas.

Apenas pasadas las 21, Nicki Nicole aparecía en el escenario totalmente vestida de blanco. Seguida de ocho bailarines en perfecta sincronía, la rosarina abrió el show con Tienes mi alma. A pesar de ser el tema que cierra su tercer disco, resultó ideal para la apertura: con la voz deformada por el autotune y el acento de los violines que marca una evolución dramática en el sonido de Nicki, Tienes mi alma preparó a las 15 mil personas presentes en el Movistar Arena para un show cuidado desde lo conceptual y lo estético.

Nicki Nicole irrumpió en escena junto a 8 bailarines en perfecta sincronía | Foto: Alejandra Morasano

La elección de tocar Se va 1 llegan 2 inmediatamente después definió el tono del setlist, mechado entre los hits de Nicki (desde Dispara hasta Colocao) y los tracks que dan cuenta de una artista menos previsible (en su mayoría, los temas de Alma). El tercer elemento clave fue una larga selección de covers y colaboraciones, quizás el mayor vicio de la música urbana. Es cierto que el género se nutre de la colaboración entre sus autores, pero la proporción de feats en esos trabajos es tan grande que obliga a las presentaciones en vivo a tener como mínimo tres invitados "sorpresa" o a interpretar las colaboraciones en solitario, con un hueco grande en los versos ajenos.

En el show de Nicki se dieron ambos escenarios: los invitados de la noche, Milo J y Duki, fueron recibidos con furor por el público, pero se notó mucho la falta de las contrapartes en Entre nosotros (que canta junto a Tiago PZK, LIT killah y María Becerra), Ella no es tuya o Marisola.

Antes del interludio, la versión acústica de No voy a llorar marcó el punto álgido y más emocional del show. Los arreglos de cuerdas, con violín y violonchelo en vivo, le dieron una potencia especial a varias de las canciones, sobretodo a Wapo traketero, un hit difícil de imaginar con cuerdas, pero que terminó entre lo más original y acertado de la noche.

"Y si lloramos, lloramos todos." Con la simpatía y la sinceridad que la caracterizan, Nicki presentó Plegarias con un monólogo emotivo. "Esta canción la hice con el corazón y cada vez que la canto pasa algo mágico en el show. Quiero dedicársela a cada uno de ustedes. Aunque luchen día a día y haya cosas en su vida, les quiero decir que todo se soluciona, que pueden seguir adelante", dijo la cantante, ya entre lágrimas, mientras el público alzaba los flashes para acompañarla.

En otro momento emotivo, Nicki bajó del escenario para saludar y abrazar a sus fans. Una de ellas le pidió que le firme el brazo. "Tengo el nombre más largo de la escena", le respondió Nicki, y decidió dejarle un "NN" con marcador negro en la piel.

De todas las impresiones que dejó Nicki en el Arena, la más notable fue la proyección internacional de la puesta en escena. Con un ritmo que no decayó y un armado que incluyó coreografías, luces, fuego, lásers y una cámara que la siguió por momentos -caló la influencia del Motomami World Tour-, la primera gran ronda de shows en solitario de Nicki en el país se pensó como un producto listo para exportar.

En esa misma línea, durante uno de los intervalos del show, la cámara siguió a la artista hasta el backstage, donde el público pudo ver cómo el equipo le cambiaba el outfit y le retocaba el maquillaje, todo mientras el instrumental de Tuyo se alargaba en el fondo. Como aprovechando cada segundo, la rosarina agarró un cartel y anunció una nueva fecha en el Arena -la sexta- con un guiño a uno de los temas de Alma: "Se van 5, llegan 6".

La puesta se ubicó, además, en un punto equidistante entre los extremos del maximalismo y el minimalismo. La protagonista fue siempre Nicki, cuyo rango vocal no necesitó de demasiados adornos ni distracciones, una marca distintiva en la escena urbana mundial. Se suelen necesitar más, pero bastaron cuatro años para que la piba nacida en el 2000 entendiera que la máxima prioridad debe ser el equilibrio. Detrás de Nicki, la pantalla nunca dejó de formar un triángulo, el símbolo máximo de su era actual: corazón, mente, alma. El punto de encaje.

El armado incluyó coreografías, luces, fuego, lásers y cámara de seguimiento | Foto: Alejandra Morasano


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