Hoy vuelve el fútbol de Primera División, bajo el rutilante nombre de Superliga, aunque hay interrogantes abiertos para saber cuán “súper” será este torneo de 28 equipos, con 27 fechas, con 4 descensos, que se extenderá hasta el 14 de mayo de 2018 y que para ver por televisión los hinchas deberán pagar el “pack fútbol” que Turner y Fox comercializan a razón de 300 pesos por abonado. Desde esta óptica será sin dudas una “súper liga”, pero por el golpe para los flacos bolsillos de una gran mayoría de los argentinos, privados del programa Fútbol para Todos, cuya desactivación fue una de las medidas del actual gobierno para “cambiar” el fútbol.
En demasiados aspectos, los preludios de esta Superliga parecieron calcados de otros tiempos. La principal novedad fue la aparición de otro interlocutor: Mariano Elizondo, CEO de la Superliga, que sumó su voz en las múltiples reuniones que hubo para arreglar los problemas de siempre: deudas de los clubes con sus planteles –Agremiados logró que para comenzar, los jugadores deben estar con sus haberes al día hasta el 30 de junio pasado– , deudas de los clubes con la AFA, deudas de los clubes con la AFIP.
Pero también aparecieron las buenas noticias. Por ejemplo, por primera vez se puso fecha, hora y sede para cada uno de los partidos que se disputará hasta fin de año. Lástima el papelón de los dos fixtures que se filtraron y luego se desmintieron.
Otro punto a resaltar de este torneo que abrirán esta tarde Tigre frente a Vélez, en Victoria, se relaciona con la forma en que se reforzaron los equipos. Los grandes acapararon las figuras, del mercado nacional y también de los países vecinos (Pinola, Scocco, Enzo Pérez, De la Cruz a River, Cardona, Goltz y Nández a Boca, Arévalo Ríos e Ibargüen a Racing, Gonzalo Rodríguez a San Lorenzo), pero también los medianos y los chicos salieron fuerte en busca de refuerzos (Tigre, por caso, sumó 19 futbolistas). Llegaron muchos, pero partieron otros tantos. Driussi, Bentancur, Bou, Acuña, Rigoni y Rolón son los de mayor renombre que mudaron de horizontes.
Desde el marketing, la Superliga se vende como un proyecto superador. Habrá que verlo caminar para constatar si logra mantener la paridad competitiva que mundialmente se le reconoce al torneo argentino y si es capaz de encontrar diques para flagelos tan extendidos como la violencia de los barras.