La otra palabra es el nombre de la flamante e imprescindible colección de filósofas cuyo primer volumen, “Las Griegas. Poetas, oradoras y filósofas”, aborda la irrupción y a la vez la desafortunada y lamentable opacidad que desde el inicio del pensamiento occidental se le otorgara a la voz de las mujeres.
Dirigida por la medievalista y docente Jazmín Ferreiro, llevan publicados tres títulos en extremo interesantes escritos por doctoras, docentes e investigadoras también de la UBA. Mariana Gardella Hueso escribe ese primero y bellísimo ensayo que precede a un compilado de textos de Hipatia, Safo, Cleobulina de Lindos, Téano de Crotona (pitagórica), la genial Aspasia de Mileto (amante de Pericles y probablemente autora de la mayoría de sus discursos) e Hiparquia de Maronea.
Este texto es brillante en su exposición, y el personaje de Aspasia increíblemente inspirador. Alguien debería hacer una película sobre ella aprovechando el envión feminista en el que proliferan heroínas día a día. Sin dudas ella fue una, logrando entre otras peripecias que varios filósofos famosos no pudieran evitar admirarla y hablar de sus gestos, andanzas e incluso reproducir sus discursos. No olvidemos que en el mundo griego a las mujeres no sólo les estaba vedado formarse y hablar en público sino que tampoco se podía hablar de ellas.
La forma en que estas mujeres lograron dejar ideas, poemas, tratados breves por escrito, e incluso que otros varones encumbrados las mencionaran, fue un salto espectacular en alto que Gardella Hueso desarrolla en forma impecable, iluminando minuciosamente el brevísimo material disponible y con muchos indicios hacia la poesía, tanto en referencias como en su propia prosa. Danila Suárez Tomé elabora un estudio un poco más estructurado pero no por eso menos lúcido en torno a “Simone de Beauvoir. Filósofa de la libertad.”
Este segundo volumen es muy interesante en su recorrido, en la exposición clarísima de las ideas centrales del pensamiento beauvoriano y en la excelente selección de textos que deja visualizar la actualidad de las ideas de la famosa intelectual francesa, quien por primera vez repone algo y se impone en la historia de la filosofía con un discurso a la vez centrado en una perspectiva de género, dando cuenta de los primeros discursos feministas que tuvieran lugar durante la revolución francesa, hasta el análisis exhaustivo de “la cuestión femenina” en El segundo sexo (1949) –referencia ineludible obvio y piedra de toque de la teoría feminista que empezaría a desarrollarse con más intensidad a partir de los 70.
De ahí a la deconstrucción y la reivindicación de la diferencia femenina quedan pocos pasos por delante. El último texto de la colección está a cargo de la erudita medievalista Claudia D’Amico y gira en torno de la más grande, la que se conectara con lo alto y tuviera tantísimas visiones que, al escribirlas y contarlas, le granjearon el respeto de los teólogos y autoridades políticas y religiosas más importantes de su época, con quienes ella se relacionaba de igual a igual, y casi sin haber recibido formación alguna. Este personaje realmente se destaca en toda su genialidad, la abadesa y mística germana del siglo XII: “Hildergarda de Bingen. Filósofa de lo invisible”.
Las sorprendentes visiones de Hildegarda componen la mayoría de su producción en textos, que describen una deslumbrante teología cósmica donde se aborda lo humano desde una perspectiva integral y orgánica en la que alma-cuerpo confluyen y fluyen; y no se trata de un alma que intenta desprenderse del cuerpo dado que éste es fuerza vital y también digna en tanto expresión del cosmos total. En efecto, desde sus inicios, la abadesa rechaza las autoflagelaciones a las que se exponían aquellxs que se encomendaban a Dios en conventos y monasterios y, a través de algunas cartas, conocemos por ejemplo ese ritual en el que su congregación de veinte monjas –con las que finalmente consigue independizarse y trasladarse a Rupertsberg en 1150, justo después de la redacción de su primer texto más importante: Scivias o Conoce los caminos– se vestían con túnicas de seda y coronaban sus cabellos largos y sueltos con cadenas y tiaras de oro y piedras preciosas para bailar en el jardín y hacer representaciones, recitando y cantando en celebración y alabanza a la magnificencia de la creación.
Es que la música era muy importante para Hildegarda. Por eso su perspectiva y su permanente crear sentidos con las palabras se expresa y dispersa también en una variada producción que incluye canciones, himnos, poemas, sinfonías y textos con notación musical. También viajaba y mientras se convertía en una gran oradora y predicadora durante esos años escribió, entre muchísima correspondencia, el Libro de los méritos de la vida, Libro de las obras divinas y dos importantes tratados de medicina, Física y Causas y Curas, en extremo específicos –y únicos elaborados en el occidente cristiano de esa época– con muchas explicaciones detalladas y recetas para el cuidado de la salud, intuitivas en extremo y realmente inusuales para ese momento.
Por último, la libertad total que experimentara ante el lenguaje la llevó a la elaboración de un proyecto muy curioso que fuera la invención de un lenguaje con un alfabeto nuevo inventado por ella que, como todo lo de su producción, le habría sido donado desde lo alto, donde ella era sólo un vehículo y un intermediario: Lingua ignota. Con dibujos alucinantes de las miniaturas que acompañaban sus textos –como por ejemplo “El cosmos como un huevo” –de la visión tercera, parte I del Scivias, que habla por sí misma– este libro nos inspira a seguir pensando y a seguir luchando por una voz, por muchas voces, históricamente silenciadas, incluso la de estas teóricas aquí publicadas que la historia, la crítica y la academia también callaron oportunamente.
La proeza de Hildegarda, su pluma de la contemplación interior, volando hacia la visión superior, sigue iluminándolo todo, y es preciso reconocerla “y venerarla”, como escribe Volmar, su biógrafo, secretario y amigo. Una percepción en estado alterado o elevado de conciencia hizo a Hildegarda, D’Amico dixit, “una visionaria en ambos sentidos.”
La otra palabra, Buenos Aires, Galerna, 2023.