A diferencia de quienes anuncian sus trucos con un rimbombante abracadabra, Agustín Aristarán está convencido de que la magia está en el asombro cotidiano. Esa filosofía vuelve a constatarse con Una película de gira (estreno de este jueves por Flow) que exhibe el backstage de su primera gira europea de una manera peculiar. El entertainer de habilidades variopintas refiere a “la magia de la amistad” como la viga que sostiene este nuevo trabajo. Hace poco más de un año, mientras llenaba por primera vez el Luna Park, un colega de la infancia –el realizador audiovisual Gonzalo Llamas- se sometía a una operación en la espalda. La anécdota, relatada en el prólogo de la entrega será crucial para lo que se verá en los sesenta y siete minutos siguientes. Amén de su electricidad característica, el documental exhibe otro perfil de este auténtico pulirubro escénico. Aquí se ve algo de su espectáculo “Revuelto”, paseando en hoteles, aeropuertos y abrazando el silencio tras terminar sus funciones. Quien registra todo el viaje es nada menos que ese compañero de ruta con la espalda recauchutada. “Yo estoy muy orgulloso de cómo quedó documentado todo este quilombo hermoso”, dice en charla con Página/12.
Si Soy Rada y Serendipedia (sus especiales para Netflix) exhibieron al hombre orquesta en plena faena, y en Radahouse exhibió sus cartas como conductor, ahora es el turno de explorar qué pasa debajo cuando brota otra sustancia. “Cuando vi la película entendí eso. Yo vengo con la vorágine del aplauso y el griterío, y luego viene la nada”, explica. También se lo ve tocando en Portobello Road en retomando su vena como artista callejero para luego dar paso a su función en Nothing Hill. “Estuvimos en Londres, actuando en una iglesia, y justamente en el espectáculo cantábamos 'Hallelujah'. Eso fue una demencia, todo fue una demencia, pero eso más”, recapitula Aristarán.
Dividida en cinco partes más bien caprichosas, la cronología de eventos en España, Inglaterra y Portugal, resultan anecdóticos frente una narrativa y estética cambiantes. Ahí es donde aparece la relevancia de los intertítulos. En un momento, por ejemplo, la pantalla le pide al espectador que sea curioso y se tire debajo de la tele para leer un mensaje encriptado. "La película es como un truco que busca sorprenderte todo el tiempo”, apunta el hombre que viene de encarnar a Agatha Tronchatoro en el musical Matilda. “No es un típico road trip. El eje es la amistad con Gonzalo. Nos conocemos desde que tenemos uso de razón. Mi vida venía siendo una vorágine, de alcanzar muchos objetivos, que viene otro sueño y otro proyecto, y él es un bastón. Para reírse y para consolar. No hay careta”, avisa el protagonista.
-Al comienzo te presentás como actor, mago, músico y comediante. ¿Qué hay de cada una de esas facetas?
-Casi que no actúo nada. No me dio tiempo. Eran muchas ciudades, muchos aviones, subir y bajar, trenes, desempacar, actuar, cansancio extremo, empacar, extrañar mucho a mi hija y a mi familia. La música está con el tema “Avisame cuando llegues”, que es un leit motiv y tocamos en varias ciudades. Fue todo muy real, pero no es un reality. Lo que se ve es lo que hay. Me gusta cómo se amolda todo.
-El espectáculo aparece de reojo, casi como espía, pero la adrenalina y lo juguetón aparece con los intertítulos. ¿Cómo surgió esa idea?
-Fue mérito de Gon, que además de tener un ojo cinematográfico genial, tiene mucha mano para editar. Nos pareció muy lindo que hubiera un tercer actor. Estoy yo, Gonzalo en el detrás de cámara y hablando, y el editor que también es Gonzalo pero no importa eso. Es un personaje más que habla e intercede a través de los títulos.
-En contraste de otros trabajos, no parece que acá tengas tanto control sobre el resultado, al menos sobre lo que pasa en medio de este tour. ¿Es Una película de gira tu trabajo de transición?
-Claramente. Ahora parto a mi segunda gira europea y durante el viaje cumplo cuarenta años. Es un antes y un después para cualquier ser humano. Nadie la va a estar filmando (se ríe), pero sé que me está pasando algo fuerte a nivel profesional y personal.
-¿Y qué vas a presentar en esta nueva gira?
-Siempre tengo la valija de juguetes nuevos. Algunos los vamos a probar ahora para el espectáculo que el año que viene presentaré en Argentina. En el verano se vienen las últimas funciones de Matilda y luego va a ser una etapa de mucha actuación, entre otras bombas.
-Tus producciones siempre mezclan el ilusionismo con lo íntimo, las canciones y la capacidad de asombro ante lo mínimo. ¿Es Una película de gira otra serendipedia de tu portfolio?
-Sin dudas, no lo había pensado, pero el espíritu de ese espectáculo sigue vivo. Venía del subidón del Luna Park y de empezar una gira por Europa, y Gon, desde el hospital me dice que se viene conmigo. Todo lo que pasó fue una serendipia en sí misma. Acá fue otro espectáculo, Revuelto, pero es cierto que las cosas que van sucediendo me sorprenden, y tengo la convicción de que es mejor montarse a eso. Surfeo la ola de lo que viene. Y esta película es eso.