”Hay 380 mil jóvenes desocupados, 799 mil que han abandonado sus estudios y trabajan pero son precarios y 937 mil que están en la inactividad absoluta, o sea que no estudian ni buscan trabajo. Son más de 2 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años sobre un total de 6,8 millones, o sea, un 31 por ciento que están en una situación muy complicada. Además, hay 228 mil que estudian y están desocupados y 335 mil que estudian y trabajan pero en forma precaria. En total, casi un 40 por ciento de los jóvenes argentinos tienen problemas socio-laborales. De esa población vulnerable, el 67 por ciento son mujeres. Esto sin contar situaciones de pobreza sino solamente lo referido a lo laboral-estudiantil”, detalló a PáginaI12 Guillermo Pérez Sosto, director del Observatorio Sociolaboral de los Jóvenes del Conurbano Bonaerense de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y director del Centro de Estudios en Políticas Laborales y Sociales del Instituto Torcuato Di Tella (ITDT).
“Este año ha crecido en cinco puntos la desocupación juvenil y la precariedad laboral se mantiene en los mismos términos, en el orden del 59,2 por ciento. Es decir que seis de cada diez jóvenes trabajan de forma precarizada”, indica Pérez Sosto. En relación al desempleo juvenil, explica que “es evidente que el primero al que se echa es al joven. Desde el punto de vista de la ecuación económica, es el que menos indemnización requiere, y si no está registrado, es el que menos experiencia tiene. Los problemas de los jóvenes no pasan por entrar al mundo del trabajo, de hecho a veces acceden antes que los más grandes. El problema es de salida”. Este abordaje está a contramano de la lógica que impulsa el Gobierno de contratación de jóvenes en condiciones precarias como forma de acercamiento al mundo del trabajo.
“Hay una enorme cantidad de jóvenes condenados a la precarización perpetua, acusados por el resto de la sociedad de invalidez social, incluso los jóvenes de determinados barrios se convierten en las ‘clases peligrosas’. Cuando los chicos van a las empresas a pedir trabajo muchas veces los rechazan en el examen psicotécnico porque tienen problemas de salud y adiciones. Eso es muy grave. O sea que incluso si vinieran todas esas inversiones que el Gobierno promete para darnos más trabajo, no existiría la fuerza joven calificada para cubrir los puestos”, señaló Pérez Sosto.
El análisis de Pérez Sosto
El eslabón más débil
Este artículo fue publicado originalmente el día 29 de noviembre de 2016