El director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro Werner, ofició ayer de voz autorizada por el establishment económico para justificar el programa de ajuste del gobierno de Cambiemos. “Hay una transformación importante que se está llevando a cabo en Argentina, un proceso de ordenamiento macroeconómico, con una política monetaria independiente, con metas de inflación y flotación, que fue muy exitosa en Chile y México”, aseguró Werner, quien fue invitado a participar de una nueva asamblea anual del Consejo de las Américas. El enviado del Fondo se mostró consustanciado con el discurso y las perspectivas del Gobierno, del mismo modo que sus antecesores en el organismo con el gobierno de Carlos Menem en los ‘90.
“Argentina exhibirá uno de los cambios en la tasa de crecimiento más altos de la región, porque pasará de una tasa negativa de 2 por ciento el año pasado a superar el 2 por ciento este año. Será un cambio de más de 4 puntos porcentuales”, aseguró el directivo del FMI en el evento organizado por la Cámara Argentina de Comercio. El organismo multilateral publicó el mes pasado una revisión de sus proyecciones, en la que ajustó la previsión de crecimiento para la Argentina a 2,4 por ciento para este año, con un alza de 0,2 puntos respecto de lo anticipado en abril. El Fondo entendió que la mejora responde a un supuesto estímulo del consumo privado a partir del repunte gradual del salario.
No escatimó en elogios y también se refirió a la política monetaria, que implicó una fuerte suba de la tasa de interés para intentar frenar la compra de dólares a expensas de menor crédito productivo. “Es un esquema tremendamente exitoso para bajar la inflación y retomar el tipo de cambio como variable de ajuste”, aseguró Werner. También resaltó que el gobierno está llevando adelante “un ordenamiento fiscal con baja del gasto público, que también permite reducir el costo de las empresas”, y abogó porque esta “sea otra palanca para aumentar la inversión del sector privado que ya vemos que tiene un impacto importante en la generación de empleo”.
Respecto al tema fiscal, el optimismo del Fondo estuvo lejos de la visión de otros actores del establishment. El director ejecutivo de la calificadora de riesgo Standard & Poor’s (S&P), Roberto Sifón Arévalo, quien también participó del Council, opinó que los altos niveles de déficit y de endeudamiento como los que exhibe actualmente la Argentina, en el marco de un crecimiento de su economía incluso en torno al 3 por ciento, resulta una situación que “no es sostenible en el tiempo”. El directivo de la agencia de rating insistió en que “el país continúa en una situación muy difícil” y aprovechó para presionar por las recetas neoliberales de reforma fiscal y laboral. “Se hizo un trabajo importante, pero queda mucho por hacer. En materia de reformas, quedan la impositiva y la laboral, que son muy difíciles de llevar a cabo por la carga política de Argentina”, agregó, admitiendo el sesgo anti obrero de esos proyectos.
Sin embargo, Werner ponderó que el gobierno optara por una supuesta “regulación más moderna, inteligente y menos onerosa, que está enfocada a evitar las externalidades y que no lleva a la sobrerregulación del sector privado ni limite la inversión”. “La reconstrucción del marco institucional va a ser lo que dé lugar a los grandes proyectos de inversión a 10, 20 y 50 años en energía, construcción, infraestructura y comunicaciones”, afirmó. Coincidió con la necesidad de llevar a cabo reformas más profundas para consolidar supuestamente el crecimiento de la economía. “La Argentina es una economía que en el actual contexto internacional se ve con una estrategia clara de desarrollo e inversión, difícil de encontrar en el mundo emergente”, afirmó el representante del Fondo.