“Los tipos cagamos en cualquier lugar” se lee en uno de los 13 cuentos que componen el primer libro de narrativa de Ese Montenegro: Mis años perros. En este relato que se llama "Negro Menstrual" escribe sobre los baños y las menstruaciones de los varones trans, y entre tanto un hallazgo:  ¿quienes están habilitados según el género a sentarse en un inodoro? Esta escena que podría leerse como alejada del romanticismo, es una de las más bellas que tiene el libro. Por dos cosas: una porque quien lo dice es un tipo trans y la otra porque describe de manera conmovedora cómo es posible rapiñarle a la normalidad un bocado de libertad.

Aconsejado por su terapeuta, Ese comenzó a escribir estos cuentos en pandemia para según él “tramitar la existencia” es decir “hacer un pedido/acción explícita/voluntaria sobre algo para que ese algo cambie de condición”. En esas coordenadas se despliega su escritura ¿se puede escribir como se dice? La respuesta es contundente y la viene a dar este libro de cuentos: sí. 

Como varón trans y militante, escribe en voz propia las calenturas sexuales, los enamoramientos, les amigues, la familia y la política. De esa combinación sale un cóctel que en un juego arriesgado con la palabra nos invita a una lectura al estilo maratón de domingo, a la par del erotismo y del aire primaveral recién llegado.

Dice el escritor I Acevedo en el prólogo: “Escribimos porque el futuro nos demanda un texto que permita que ese futuro exista, ya que no hay futuro si no hay algo nuevo, y nada nuevo puede ocurrir si no es porque alguien dice o escribe algo que antes no estaba ahí. Quiero decir con esto que las posibilidades de que cosas muy románticas, justas y decisivas ocurran en la vida de muchas personas se verá grandemente multiplicada en el caso de leer este libro, libro que les recomiendo no solo por su sensibilidad y belleza (utilidad estética) sino por su utilidad para cualquier aspecto afectivo-político de sus vidas (utilidad práctica)”.

De la utilidad estética se desprenden escenas como las de compartir una “cucharita” entre frazadas que individualmente no llegan a cubrir una cama de dos plazas pero que todas juntas abrigan a dos amigues que se enamoran; el roce de dos osos en el medio de una fiesta trash en Buenos Aires o una paja mirando un partido de fútbol. De esas escenas son de las que se vale la escritura de Ese para alimentar una mención directa a los sentimientos.

De la utilidad práctica se recoge un glosario de aspectos de la vida del militante lgtbiq+ y sucede algo inesperado: no resultan hartantes los vericuetos por los que se cuela el amor romántico. Las historias de las marchas por la legalización del aborto o los encuentros plurinacionales de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries son crónicas al calor de la memoria afectiva reciente que dan un chute de entusiasmo. Militancia y calentura, el erotismo que desatiende los mandatos de sexo y género se vuelve de lo más excitante y sobre todo un paisaje común a todos los relatos: la amistad abriga y es un lugar deseado al que siempre se quiere regresar.

Pandemia pura y dura

Nacido en el barrio de Constitución, con infancia en Laferrere y una década como trabajador de fabrica, Ese o "El Negro" escribió su primer libro de ensayo durante la lucha por la legalización del aborto: Desandar el cissexismo en el camino hacia la legalización del aborto (Puntos Suspensivos Ediciones) como parte de una colección de textos que ponen en discusión la producción de conocimiento de las masculinidades trans.

Mis años perros es su primer libro de narrativa, un juego más arriesgado a la intimidad con un protagonista que extirpa del silencio las historias de la pandemia y juega a emocionar, ir a por las afecciones y por momentos, tal vez siguiendo algunas coordenadas del poeta punk y conurbano Joshua, poner en modo explosión la anécdota e interrumpir la corrección política con una escritura dificil de encasillar. 

Los amoríos de Mis años perros son además de historias de amor disidentes una pausa para hablar de los vínculos en pandemia y de lo que hoy se recoge como restos de caracoles en las orillas del mundo en ruinas: “Este texto es pandemia pura y dura. Al principio no era un libro. Después fue cruzarlo con amigues, rumearlo, volver a reescribir cosas que encuentran otros ritmos. Hoy, tres años después de ese intento de mantenerme a flote, veo un libro que seguramente me hubiera alojado de chico, cuando me enamoré y no sabía qué era eso. Cuando me sumé a las primeras asambleas o cuando tuve los primeros garches”, dice Ese que acaba de escribir un libro que aloja, abraza, divierte y calienta.