Entre el mito y el deseo, la naturaleza y sus antojos, los personajes y sus reflejos, Eleonora Eubel despliega un atractivo plan de canciones originales. Ahí se escucha la traza de un mapa hecho de nuevos brotes sobre un tiempo antiguo, una trama americana que se recompone actual y fibrosa. Al frente de su Ele Trío, la pianista, compositora y cantante presentará los temas de Los árboles míos, su disco más reciente. El encuentro será el viernes a las 21 en Páramo Cultural, el activo espacio de Carlos Calvo 3974, en pleno Boedo. “El Páramo Cultural es una movida barrial de esas imprescindibles, donde está ese pensamiento inclusivo, punto de encuentro entre los músicos, los talleres que se dan durante la semana y la gente del barrio”, comenta Eubel al comenzar la charla con Página/12.

“Gualicho de las flores”, “Lapacho malherido”, “La fiesta del huachaquito”, “Oma”, “Agua bendita”, además del que da nombre al disco, son algunos de los temas que están en un trabajo producido por Marcelo Lupis. Eubel los presentará junto al mismo Lupis en violín y percusión, Octavio Caruso en guitarra y Eve Aznar, como invitada, en coros. “También haremos de este disco ‘El secreto de La Mocha’, una canción que sale de una leyenda de las islas frente a la costa de Bio-Bio, que cuenta de mujeres que se transforman en ballenas”, anticipa la creadora. “Por supuesto que también haremos temas de otras discos”, agrega Eubel y enseguida vienen a cuento trabajos como Por el aire (2010), Mestizada (2015) y T’on-Yah (2020), que por sonido y expresividad son partes de una misma saga.

Es tiempo lo que enseguida se escucha en las canciones de Eubel. Tiempo que está detrás, traducido en la experiencia que funda a esas canciones, y tiempo que espera por delante, como ancho espacio por el que ellas circulan, sostenidas por un trío que las cuida para que, sin atropellos, digan todo lo que vinieron a decir. Hablando de sus canciones, Eubel mira hacia el sur, donde se recluyó con su compañero en los años de la dictadura. “Bariloche era una ciudad turística, pero había una realidad palpable, de injusticias y marginación, que era la del pueblo mapuche”, recuerda la cantante. “Yo quería hablar de esa realidad, pero no sabía muy bien cómo hacerlo desde el lugar de una cantante de jazz”, recuerda Eubel, que a principios de los ’80 volvía a Buenos Aires.

Durante muchos años canté jazz tradicional con la Fénix Jazz Band y después con la Creole Jazz Band. Más tarde grabé mi primer disco de standars – Full Moon (2000)–, pero todo obedientemente sometida a la estética del jazz norteamericano”, relata. “Fueron los hechos del diciembre 2001 los que me movilizaron y removieron la necesidad de contar lo que pasa. Por esos días, por la CNN mostraban a un hombre de Buenos Aires con un cartel que decía ‘We are hungry’. Ahí pensé que sería bueno contar en inglés lo que nos pasa acá y me puse a componer. Justo en ese momento reconocieron mi disco de jazz en Canadá, donde destacaban el jazz hecho en Sudamérica ¡y yo me la creí!”, repasa.

De aquellos impulsos, en 2003 salió Esthesia. Se trata de un disco con canciones propias, en inglés, donde entre otras cosas está la versión original de “Kultrum”, que reaparece, traducida al castellano, en Los árboles míos. “Esthesia era la antítesis de anestesia. En ese estado logré finalmente hablar de realidades que nos conciernen ¡Hasta le hice un tema al Fondo Monetario Internacional!”, dice Eubel y sonríe casi con ternura. “Después vinieron otros discos y me fui atreviendo a meter otros temas con esa impronta, sin saber muy bien dónde podía llegar todo esto”, continua la cantante. Habla de Espejo de agua, de 2007, trabajo donde está la primera versión de “Los árboles míos”, “un tema que escribí hace más de 20 años, donde me preguntaba qué pasaría si los humanos desaparecemos y me respondía imaginando niños sobrevivientes en un mundo dominado por los árboles”, agrega.

En la emergencia de contar la realidad, el sonido de Eubel fue nutriendo su jazz con gestos que llegaban del folklore. “Empecé a pesar dentro de mí lo que me había dado el jazz y lo que había escuchado en la escuela primaria alemana a la que fui, donde le daban mucha bolilla al folklore. En la Holmberg cantábamos zambas en castellano y villancicos en alemán”, rememora Eubel. “Nuestro folklore tiene una fuerte raigambre afro y eso es lo que lo aproxima al jazz. Si no entendemos eso, poco podemos hacer, marca”.

Otra de las derivas de ese largo camino del jazz hacia una canción personal es el trío, formato con el que Eubel ha logrado un sonido propio, una síntesis de estilos y experiencias. “Este trío tiene que ver con el sonido que queremos. Las distintas formaciones que tuve como cantante se fueron resumiendo en lo que realmente hacía falta, lo que sentí que necesitaba. Sobre todo a partir de que en un momento me animé a tocar el piano. Eso me permitió aprender a escuchar más, a darme mis tiempos y respirar el canto de otra manera. Algo así como estar más cerca de mis canciones”, reflexiona Eubel.

Con el trío como herramienta, Los árboles míos resulta ser una óptima síntesis del tiempo transcurrido. “En este disco logramos además una calidad de grabación notable, producto del trabajo tenaz de Marcelo (Lupis). Lo grabamos con Rodrigo Agudelo en guitarra, que toca con nosotros desde hace varios años, pero que ahora está de gira con otro proyecto. De todas maneras, la experiencia de salir a tocarlo en vivo con Octavio (Caruso) y poder incorporar una invitada como Eve (Aznar), es la demostración cabal de que logramos una música muy abierta, sin prejuicios y de gran generosidad artística”, concluye Eubel.