Desde Roma
Unos 7.000 migrantes llegaron en pocos días a la isla de Lampedusa, el territorio italiano más cerca de África, escapando del hambre, la sequía, los conflictos. Todos ellos en barcazas precarias, super llenas de personas, organizadas como siempre por los traficantes de seres humanos que se hacen pagar cifras considerables para embarcarlos en puertos de Libia o Túnez.
Entre el lunes y el miércoles de esta semana llegaron 161 pequeñas embarcaciones de las cuales desembarcaron casi 7.000 personas, muchas ayudadas por la Guardia Costera italiana o por embarcaciones de organizaciones internacionales. Pero Italia no sabe qué hacer con todos ellos, sobre todo cuando algunos países europeos se niegan a recibir una parte de los inmigrantes aunque estaba acordado entre los estados de la UE (Unión Europea).
Los gobiernos de Francia y de Alemania han decidido recientemente bloquear los migrantes provenientes de Italia y piden que la UE haga más. El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que aprovechará el próximo viaje del papa Francisco a Marsella (22 y 23 septiembre) para hablar con él sobre este tema.
Otros países como Hungría y Polonia, con gobiernos de derecha, se han opuesto desde el principio a las medidas que la UE ha intentado desarrollar, consciente de que Europa -y países como Italia en particular- necesitan inmigrantes para trabajar porque su población es muy anciana.
Y la primera ministra derechista Giorgia Meloni hizo alusión a estos hechos durante su participación en la Cumbre Demográfica que se está realizando en Budapest en estos días. “A menudo, de manera instrumental, se sostiene que las migraciones contribuirán al crecimiento de nuestra población -dijo Meloni en el Cumbre-. Yo no estoy de acuerdo. Estoy convencida de que las grandes naciones deben asumir la responsabilidad de construir su propio futuro. Los migrantes, si están completamente integrados, pueden dar una contribución(…) pero nosotros debemos encontrar una solución. La disminución de la población no es un destino, es una elección . Y no es la elección a la que miramos ahora”. Según la premier hay que movilizar recursos para ayudar a las familias como lo ha hecho Hungría, a fin de aumentar el número de nacimientos.
Mientras tanto el gobierno de Meloni firmó hace algunos meses un acuerdo con el gobierno de Túnez para que el país frenara los barcos de migrantes que parten de su territorio. Pero hasta ahora, por lo visto, el acuerdo no dado grandes resultados.
Los recién llegados
Para tener una idea más precisa sobre los números se informó que el miércoles habían llegado 2.154 personas en 51 barcazas. Un niño de pocos meses murió ahogado cuando la barca se estaba acercando a la costa.
El lugar que hospeda a los migrantes en Lampedusa, “Contrada Imbriacola” había llegado a 6.762 personas, cuando en principio el alojamiento está preparado para alojar a unas 400. Entre los recién llegados al menos 257 son menores de edad no acompañados y varios desembarcaron en condiciones de salud bastante delicadas por lo cual fueron trasladados a hospitales de Sicilia (cinco mujeres embarazadas y un joven con problemas cardíacos).
Las personas que llegan a Lampedusa provienen de países africanos, muchos con serios problemas políticos pero también económicos afectados por la sequía y el cambio climático, como Nigeria, Sierra Leone, Burkina Faso, Sudán, Chad, Túnez, Guinea y Camerún. Y para embarcarse han pagado unos 1.500 euros a los traficantes.
Según datos oficiales del ministerio del Interior italiano, hasta el 13 de setiembre habían llegado a Italia más de 123.000 migrantes. Y todo hace suponer que esas cifras no se detendrán.
El comisario para la emergencia inmmigración Valerio Valenti y el prefecto de Agrigento (ciudad de la isla Sicilia), Filippo Romano, dispusieron un plan de traslados masivos. El jueves fueron trasladados 1.650 personas a otras ciudades de Sicilia como Trapani y Catania. El viernes deberían ser trasladados a otras ciudades otros 2.270.
El municipio de Lampedusa ha declarado de todas maneras el “estado de emergencia” pidiendo asistencia y ayuda del estado, las regiones y la Unión Europea.
La Cruz Roja italiana es la que está tratando de ayudar a los llegados, proporcionándoles alimentos y agua, y además de mantas y catres para poder tirarse a dormir. “No obstante la crítica situación , estamos tratando de distribuir a todos catres, alimentos, agua. Durante la jornada recibirán todo lo que necesiten además”, contó a la prensa Francesca Basile, Responsable de Migraciones de la Cruz Roja.
En videos difundidos por los medios se ven los catres colocados bajos árboles y los migrantes que se cubren la cabeza porque el sol y las temperaturas son muy fuertes.
Los migrantes tuvieron también algunos problemas con la policía que trata de contenerlos dentro de la zona prevista para ellos. Las imágenes muestran como la policía, con escudos, los empuja impidiéndoles el ingreso al centro de recepción. Pero muchos de ellos escapan, escalando las barreras de contención, como lo han hechos muchos de sus compatriotas que llegaron antes, para irse a vivir a otras ciudades o a otros países. Teóricamente, salir de los centros de recepción no está permitido a los inmigrantes ilegales que primero tendrán que ser registrados para ver si reúnen las condiciones para recibir el grado de refugiado y ser trasladados a otros lugares del país. Solo los que escapan de guerras, conflictos o persecuciones podrán ser refugiados, según la normativa europea. Los que escapan de las hambrunas, de la pobreza, no.
La solidaridad de Lampedusa
Muchos de los migrantes, cansados y estresados por el viaje, se han tirado en las veredas de Lampedusa comiendo lo que encontraban. Algunos hasta buscaban restos de comida en los tachos de la basura.
Pero, pese a todo, los habitantes de Lampedusa siguen siendo solidarios como siempre lo fueron. Y organizan “spaghettate”, es decir cacerolas de espaguetis con salsa para invitar a los inmigrantes a sus propias casas. Es el caso del bombero Antonello Di Malta (pero no es el único) que renunció a su cena con amigos para invitar a cenar al patio de su casa a varios migrantes que, dijo, eran de Burkin Faso. “Estaban muertos de hambre. Muchos de ellos tienen una mirada perdida, otros se esconden debajo de las mantas que les dan. Pero también hay quien sonríe porque está seguro de que Lampedusa significa el comienzo de una nueva vida”, declaró a la prensa.
Pese a la solidaridad de la que siempre han sido un ejemplo, los habitantes de la isla están haciendo una manifestación o “sit-in”desde hace dos días para protestar por el hecho de que Europa no se mueve.
“El problema no son los migrantes -declaró a la agencia ANSA Giacomo Sferlazzi, uno de los habitantes- Lampedusa es una isla que será siempre solidaria. El problema son los negocios que se hacen sobre la piel de la gente. Una gran parte del pueblo de Lampedusa está demostrando que, no obstante todo lo que ocurre, no perdemos nuestra humanidad. Pero eso no significa que nosotros podemos resolver todo”.