Con una excelente actuación de Agostina Hein y Ulises Saravia en el Campeonato Mundial Juvenil de Netanya, en Israel, la natación de Argentina vuelve a tener aspiraciones en el primer plano internacional.

Si hacemos una breve historia, entre 1998 y 2006, nuestra natación tuvo un período de actuaciones excepcionales en Campeonatos Mundiales y Olímpicos. Se ganaron seis medallas a cargo de Gabriel Chaillou, en los 25 km de aguas abiertas, José Meolans en 50 y 100 libres,  y Georgina Bardach en 400 medley. A eso se sumó el bronce olímpico de Bardach en Atenas 2004.

En el Mundial de Moscú 2002, el equipo argentino fue décimo en la clasificación general, la que fue su mejor actuación histórica en los mundiales por países, logrando tres medallas y con varios ingresos a las finales de otros integrantes del equipo.

Luego de aquella gran actuación se sucedieron algunas otras excelentes, aunque más aisladas, como las del tercer puesto de Federico Grabich en los 100 libres del Mundial de Kazán 2015. Y más recientemente las de Delfina Pignatiello, medallista en las pruebas de 400 y 800 libres de los Juegos de la Juventud de Buenos Aires 2018, quien lamentablemente luego dejó la natación competitiva a una edad muy temprana.

En los Juegos de Tokio 2021, nuestra natación tuvo una floja actuación y hoy, nuevamente, Argentina vuelve a mostrar la posibilidad de llegar en un futuro, a los primeros planos en las máximas competencias internacionales. Con jóvenes nadadores como Agostina Hein, de 15 años, que acaba de ser tercera en los 800 metros libres y finalista en los 400 y 1500 libres en el Campeonato Mundial Juvenil de Netanya, en Israel, y con Ulises Saravia, de 17, quien fue tercero en los 50 espalda y cuarto en los 100. Dos medallas que representan la segunda mejor actuación histórica en los mundiales de la categoría juvenil.

Por la edad de los deportistas, las posibilidades máximas de evolución de sus marcas se darán en los próximos cinco o seis años, e incluso se podrían sostener más allá del 2030. Por lo que abarcarán los próximos Juegos de París y de Los Angeles 2028, e incluso los de 2032, además de varios mundiales de la especialidad.

La dimensión y nivel de dificultad de los Juegos Olímpicos y de un Mundial de mayores, para acceder a un podio o a una final, será por supuesto muy superior, pero esa posibilidad de la mano de sus talentos se vuelve a vislumbrar nuevamente en el horizonte nacional.

Será una cuestión no menor lograr que no se diluyan las expectativas, y para ello es necesario aunar el apoyo económico de la Secretaría de Deportes y del Enard,  con una planificación de entrenamiento y competencia individualizada para el mediano y largo plazo. Todo eso por parte de los técnicos nacionales y los entrenadores personales, junto a un equipo multidisciplinario que incluya entre otras necesidades la asistencia médica y científica.

Será decisiva, para los deportistas, la manera de transitar este proceso futuro con fluidez y creatividad por parte de las autoridades deportivas, los dirigentes y técnicos, de manera coordinada y eficaz.

Es un camino previo que ya comenzó y desembocará en las grandes competencias futuras.

Las ilusiones de la natación se vuelven a encender, pero nos debe resultar muy claro que en el más alto nivel se necesita, fundamentalmente el talento, pero también el cuidado y desarrollo del mismo, mediante la organización estratégica interna y el apoyo económico constante.

Resulta claro que para acceder y mantenerse en el más alto nivel competitivo, los márgenes de error o improvisación se han reducido muy significativamente, en este tan difícil deporte contemporáneo.

* Ex Director Nacional de Deportes.