Antes de ser relator fuiste futbolista, ¿Cómo ves hoy tu relación en aquel momento con los medios?

No muy diferente a la de cualquier joven que quiere transformarse en futbolista. Yo miraba todos los programas deportivos y leía todos los diarios; varios de los que estaban ahí, hoy trabajan o trabajaron conmigo. Como experiencia puntual, la única que me acuerdo para resaltar no fue positiva: fue un Morón – Chicago que me marcó para siempre. Era un partido importante del Nacional B y eran tres hojas del suplemento Ascenso del Domingo. En esos momentos, el único diario deportivo ponía unos premios característicos. Como fui expulsado, me pusieron el premio “Terminator” pese a que fue por doble amarilla: por obstruir un saque de meta y agarrar de la camiseta. Lo peor que en la bajada figuró: aprovechó la cancha mojada y no se cansó de pegar. Lo cual era una mentira absoluta. Durante toda la semana, en el barrio (Mataderos) me cargaban y no entendían nada, nunca me habían visto pegar una patada pero como el partido había sido de visitante y pocos habían ido a la cancha, le creían al diario. No sabés la amargura que tenía. Tiempo después me di cuenta que lo usual era que un periodista hiciera la crónica en la cancha y otro en la redacción ponía los puntajes y premios sin verlo. Era todo una fantasía

Hablando de fantasía, ¿hoy además sos el relator de un videojuego?

Para mí, es como ser campeón del mundo. Ser elegido, a los 38 años, como el relator del juego con el que me divertía desde chico y con el que juegan los futbolista es lo que me faltaba para lograrlo todo. Soy el relator de la selección argentina, en uno de los canales deportivos más visto como TyC Sports. Soy el relator de la radio más importante del fútbol (La Red), en los partidos más relevantes. Vengo de relatar a Boca y a River en televisión, durante los últimos ocho años y de manera ininterrumpida en formatos distintos: Futbol para Todos, canales públicos pese al cambio de gobierno y en canales privados, como el último año en Telefe. No tengo más para hacer, con esto ya logré todo. A alguno le puedo gustar más y a otro menos pero en cuanto a relato, alcancé lo máximo.

Cuando decís lo máximo se interpreta que no tenés más nada para hacer.

Es así. Cada día estoy más convencido que esto no es para mí y no lo digo desde el lugar del superado ni del resentimiento de quedarme fuera de la SuperLiga sino desde la certeza de estar entre los mejores. El relato fue el gran cable a tierra que tuve para reinsertarme en la sociedad y darme cuenta que podía hacer bien otra cosa, que no fuera jugar a la pelota.

¿Porque decís que no es para vos cuando sos considerado uno de los mejores?

Porque en el medio, las reglas no son claras para sostenerte en el tiempo, en el lugar que tengo. Sé que mañana puede venir alguien y apretar un botón o bajar una palanca y desaparezco del aire, aun siendo considerado uno de los mejores por la gente. Sinceramente, me siento muy satisfecho y orgulloso de lo que logré sin pertenecer a la empresa que ha manejado el fútbol en los últimos veinticinco años, aunque debo decir que si pertenezco en parte pero desde otro lugar. La mitad del canal en que trabajo es de esa empresa pero yo no tengo vínculo directo. 

Para entender mejor al argumento, ¿podes ser más explícito con un ejemplo?

Te puedo citar lo que pasó en el Mundial de Brasil 2014. A mí me tocó ser el relator de Argentina en el primer partido, el del gol en el último minuto de Lio Messi contra Irán. Fue un partido soñado, un partido perfecto para lucirte porque, extrapolándolo al fútbol te tiran un centro en el último minuto de un partido peleado, donde no se jugó a nada. Parecería difícil resolver pero vos la bajas de pecho y la clavás en el ángulo. Te lucís. Te llevas el protagonismo a través del relato de la jugada. La repercusión mi relato demostró que lo había resuelto muy bien. ¿Después de eso que esperás? Esperás ser considerado. Bueno….yo no volví a relatar a Argentina en todo el campeonato. Puedo darte otro ejemplo, en 2015 conduje un programa con Victor Hugo (el número 1 de los relatores), el Mago Capria (de los mejores analistas de fútbol que hay en Argentina) y Diego Placente (el actual entrenador del sub 15). La repercusión en el público fue muy buena pero después de que se terminó el contrato nunca tuve una nueva propuesta para hacer un programa deportivo de análisis. ¿No te parece raro?

¿A qué se lo adjudicás? 

No sé. Tal vez porque soy rebelde, porque no estoy dispuesto a hacer un show o porque propongo un cambio contracultural en los programas para tratar de hablar de fútbol, de analizar el juego, no transformar todo un tecnicismo pero intentar hacer foco en lo que pasa adentro de la cancha y no en el show de afuera. El tema es que estar es importante. No digo que no existís, si no salís en la televisión, pero te corta la posibilidad de formar opinión: no sos referencia para la masividad. Para la gente terminé siendo el que dice “Que viva el fútbol, Pisculichi”. Y eso no me agrada. Por eso, siento que ya no tengo mucho por hacer con esto y que si estoy a tiempo de intentar mi verdadera pasión, que no es relatar un partido por televisión o por radio, si no de convencer a las personas dentro de una cancha, de entrenar a futbolistas.

O sea, ¿tenés pensado bajarte del circo?

Por lo menos cortar por un tiempo y bajar un millón de escalones en los medios para tratar de continuar mi carrera como entrenador. Logré lo máximo como relator, que es a lo que aspiré, y ahora es momento de cumplir el sueño de dirigir. No me puedo culpar por nada y la vida es una sola. Lo que me pasa es que vuelvo a mi casa, después de relatar Boca – River con 40 puntos de rating y me pregunto: “¿Pudiste bajar algún mensaje?”. No. Si pude bajar 42 PNT (Pauta no tradicional) y para que sean menos tediosos tuve que hacerme el gracioso con los del Sultán pero del mensaje que a mí me gustaría dar, no pude decir nada.

¿Por qué tu postura es poco habitual en el medio?

Cómo dijo Dolina “para gran parte del periodismo argentino, el fútbol es la excusa”. El periodismo deportivo es un laburo muy flexible y a muchos no les gusta el fútbol en sí, si no que disfrutan de la repercusión mediática. Esto no es un tema sólo periodístico. En los medios hay futbolistas que hacen el mismo ridículo que hacen algunos periodistas deportivos. Ojo, quiero aclarar algo, yo no generalizo: hay periodistas que gustan de analizar el juego y futbolistas que hacen muy bien su trabajo en los medios pero son los menos. En líneas generales, a la mayoría no les gusta el fútbol.

¿Cómo viene tu futuro próximo, entonces?

Hoy estoy fuera de la SuperLiga y eso no me sorprende. Mi prioridad es no mentirme a mí mismo. Sé que es difícil cambiar la lógica del show y esta es una batalla que yo ya no quiero dar, prefiero darla adentro de la cancha con mi equipo y no con un micrófono. Es complejo porque tengo un nombre como relator e hice poco como entrenador pero yo siento al fútbol desde adentro. Por la edad que tengo, por lo inconclusa que quedó mi vida de futbolista y por lo cerrada que considero que está mi carrera como relator (después de haberlo logrado todo), creo que es el momento: mi cuerpo me pide ser entrenador. Mi gran objetivo es ese y después del Mundial de Rusia lo voy a encarar.              

¿Cómo te preparás para ese futuro no tan lejano?

Hago un montón de cosas. Algunas que pocos saben y que yo disfruto mucho. Cada seis meses, en el living de mi casa hago una especie de Simposio de fútbol, una jornada de charlas donde preparamos diez temas con especialistas y nos juntamos a aprender y a debatir de fútbol.

¿Has charlado esta decisión con otros entrenadores?

Si, soy de hacer catarsis. Carlos Bianchi, al que quiero como a un padre, es uno de los que más me ha escuchado. Nos conocimos cuando Boca ganó todo. Yo empezaba a relatar y el me adoptó, me acompañó. Imagino porque vi a un joven futbolista que no llegó a ser jugaro y que le ponía corazón para rearmarse en la vida. Ahora me carga, me dice “mirá que a las mujeres hay que comprarles cremas y hay que cuidarlas, eso sale caro. ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?”. Lo tengo claro pero hay que intentarlo.

Te escucho tan convencido que no puedo dejar de preguntártelo. ¿Cuánto pensas que influyó el futbolista frustrado en esta necesidad imperiosa por dirigir aunque no sea lo recomendable?

Y…un 99%. Diste en la tecla. El haberme boicoteado como jugador, es lo que me empuja ahora a dirigir.  No quiero recriminarme no haberlo intentado, como me recriminé no haber seguido jugando. Después de Rusia, es el momento indicado.