Cuando fuimos el futuro es una novela que narra el período de la recuperación democrática desde los ojos de un niño que ingresa a la escuela primaria en 1983; es decir, su escolaridad coincide con el gobierno de Raúl Alfonsín. Cuando se le pregunta a Manuel Barrientos por el origen del texto, dice que su intención era explorar “esa coincidencia entre el trayecto de la primaria y el gobierno de Alfonsín”, ya que él mismo forma parte de esa generación que hizo “todo el proceso de escolarización en el cual uno aprende las ideas de Estado, patria o familia relacionada de modo directo con la democracia, algo no tan usual hasta ese momento en Argentina”. El libro se presentará este sábado a las 16 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Av. del Libertador 8151), con entrada libre y gratuita.

Barrientos empezó a elaborar los primeros borradores en 2011 y fue un proceso largo porque nunca se pudo dedicar a tiempo completo. En ese contexto, le pareció que era una buena oportunidad publicar algunas viñetas semana a semana, “trabajarlo de a siete mil caracteres, avanzar y corregir a la vez". El autor asegura que para eso fue fundamental el diario Cuatro Palabras, de Chacabuco, a cargo de la joven periodista Martina Dentella, quien participará de la presentación junto al autor, Washington Uranga, Manuel Gonçalves Granada, Celeste Adamoli y Matías Cerezo.

En relación a los cruces de la ficción con el oficio periodístico, Barrientos comenta: “Hice una investigación que no necesariamente está presente en el libro pero sí como trasfondo. Por un lado, volví a leer muchos textos escolares y distintos manuales de la época en la Biblioteca del Congreso, cómo iban cambiando en una época en la que todavía había una fuerte influencia de la dictadura. Por otro, entrevisté a varios amigos y amigas que nacieron en el mismo período y cursaron la primaria en esa época”.

-¿Qué patrón encontraste a nivel generacional?

-Obviamente no podría hablar de toda una generación pero sí de un sector. Siento que nos caracteriza una relación más cercana con la política, recuerdos de campañas y actos políticos de esos años, tanto del radicalismo como del peronismo, porque eran actos muy masivos. Cosas que durante los ’90 a lo mejor quedaron solapadas o restringidas a una militancia comunitaria o estudiantil hasta el 2003, cuando vuelve la política partidaria de la mano de la asunción de Néstor Kirchner.

En su novela hay una dimensión macro vinculada a una época y a un país, pero también hay una dimensión micro asociada a la realidad de una ciudad particular: Chacabuco, de donde proviene Barrientos. “Cuando empezó este proceso hablábamos con amigos sobre romper con esa idea de las ciudades de provincia pensadas sólo como pueblos bucólicos en los que no pasa nada, de pronto hay un asesinato que genera un revuelo y rompe la ‘siesta eterna’ en la que viven sus habitantes. En algún punto quería hacer todo lo contrario y mostrar la potencia del trabajo colectivo que hay en esas ciudades, una potencia vinculada a lo cultural, lo barrial, lo comunitario, lo político y lo deportivo”.

A Barrientos le interesaba indagar en la idea de “primavera democrática” pero, al mismo tiempo, matizarla con otra que Alejandro Horowicz trabaja en Los cuatro peronismos: la “democracia de la derrota”. Pensar el concepto de democracia con todas sus potencias y limitaciones. En relación al mandato de Alfonsín, el periodista sostiene: “Yo provengo del peronismo y me identifico con el kirchnerismo, pero me parecía que en su momento hubo una mirada muy edulcorada de Alfonsín porque se lo veía sólo como un hombre de diálogo y consenso, pero si uno analiza su presidencia, aún con sus límites y errores, hubo una fuerte defensa del modelo democrático y la presencia del Estado, formó parte del Movimiento de los Países No Alineados, se peleó con la Sociedad Rural. Hay un montón de hechos políticos que se alejan de esa idea de consenso. Por supuesto fue un político de diálogo, pero también alguien que peleaba por sus convicciones”.

-El libro llega en un momento en el que se vuelven a poner en cuestión algunas ideas que se creían saldadas en torno a la democracia. ¿Cómo pensás esto y cómo te preparás para la presentación en el Conti?

-Sí, eso demuestra que nunca hay que dar nada por sentado, siempre hay que dar estas batallas porque la hegemonía y el sentido común son variables, y para eso es importante el trabajo desde la educación y la cultura. Cuando lo presentamos en Chacabuco se dio un debate muy interesante entre el candidato a intendente de Unión por la Patria, Darío Golía, y el presidente del Concejo Deliberante, Lisandro Herrera, que es radical. Hacer esta presentación en el Conti es un elemento potenciador porque Haroldo Conti es quien mejor narró Chacabuco, lo hizo con gran sensibilidad y belleza. Y presentarlo en la ex ESMA es muy significativo para mí porque trabajé ahí ocho años y además es el gran ícono de estos 40 años de democracia.