El humorista, actor, músico y animador infantil Carlitos Balá murió hace un año, a sus 97, y llenó de nostalgia a varias generaciones que crecieron con él, sus personajes y canciones, y su mítico "Show de Carlitos Balá" que se emitía por tevé.
Creador del "chupetómetro" - un tubo enorme donde los nenes y las nenas que iban a su programa, podían dejar allí su chupete, para siempre-, también dejó frases que quedaron para siempre en la memoria colectiva: "Sumbudrule", "Angueto, quedate quieto","¡¡¿Qué gusto tiene la sal?!!", ligada a la respuesta: "¡¡¡Salaaaado!!!". Y por supuesto, el "gestito de idea" - que se repite como emoji con el significado de "ok"- "Un kilo y dos pancitos" como respuesta; el "Ea ea pepé", entre muchas otras.
Además, cada expresión tenía su propio encanto e historia. Aquella sobre el gusto de la sal, contó él mismo, nació en la playa, en Mar del Plata, cuando escuchó a un nene preguntarse: "¿Qué gustó tendrá el mar?". Él le cambió la pregunta: "El mar es salado. Pero, ¿qué gustó tiene la sal?". A lo que el chiquito respondió: "¿Qué gusto va a tener la sal?: ¡Salada!". Y así quedó para siempre.
Angueto, Petronilo, el Indeciso y Miserio
Los personajes creados por Balá también forman parte del sin fin de recuerdos sobre él. Angueto, el perro invisible, que Balá lo convirtió en todo un personaje, nació en Estados Unidos, cuando visitó una tienda en Disney y encontró una correa rígida. Enseguida se le ocurrió el chiste del perro. "Un turista que estaba al lado se asustó y me gustó la idea porque pensé que podía ser un buen personaje", contó en una entrevista. El nombre se lo puso por su hija Laura, a quien cuando era chica, le decían “anguetita”.
También encarnó grandes personajes como Indeciso, que se debe seguir debatiendo si comprar un producto o no -al final de cuentas, a quién no le pasó alguna vez-: "Hoy, o quizás mañana, mejor hoy, o quizás mañana, hoy…".
Se suma el inolvidable Petronilo, a quien la Argentina le quedaba chica y tiene que comprar dos números más; y Miserio, "un caso serio, que se pasa el día buscando hacer la máxima economía", de acuerdo la definición de su creador.
Los monólogos en la línea 39
Carlos Salin Balaá -su nombre completo- había nacido el 13 de agosto de 1925 en el barrio de Chacarita. Sus primeros pasos en el humor y la actuación los dio de muy chico, inventando obras de teatro sobre los cajones de verdura en la carnicería de su padre. Desde ese escenario improvisado fue creciendo y se convirtió en uno de los actores más queridos de la Argentina.
Empezó a dar indicios de su talento para hacer reír a la gente con un humor sano a con monólogos y chistes a bordo de la Línea 39 de colectivos. Aquella fue la estrategia que eligió cuando tenía poco más de 20 años para empezar a perder el miedo a los escenarios y dejar atrás su timidez, ya que estaba decidido a convertirse en actor.
Los pasajeros se divertían mucho con la comedia que les montaba. De esta manera, su sonrisa y sus chistes comenzaron a hacerse eco entre los pasajeros, y su cara comenzó a tomar un nombre: "Carlitos”.
“Los hacía divertir un poco. Había gente que se pasaba de recorrido, iban hasta Constitución y se iban hasta Barracas escuchándome a mí", contó Balá sobre aquellos días. Y recordó que los colectiveros se peleaban por llevarlo.
Durante el recorrido que hacían las unidades desde Chacarita hacia Barracas y La Boca, Balá bromeaba con los choferes y con los pasajeros. A los conductores que recién se iniciaban en la empresa, él tenía la tarea de "bautizarlos" con alguna broma. Una de sus anécdotas más conocidas era la de hacerse pasar por un pasajero más que le preguntaba insistentemente cuánto faltaba para llegar a Plaza Constitución, cuando ya habían pasado esa parada, y el chofer le contestaba que todavía faltaba un rato. Balá terminaba recibiendo el apoyo de los otros pasajeros.
Su consagración en la tevé y el cine pro-dictadura
Aunque sus comienzos fueron en la radio, el éxito absoluto lo encontró en la televisión, donde se destacó en programas como "La Telekermese Musical" y llegó a conducir sus propias series, como "El Soldado de Balá". A raíz de su éxito, surgió la posibilidad de conducir su programa emblema: "El Show de Carlitos Balá", desde donde cautivó a grandes y chicos, y se quedó en la memoria de un país con sus frases más icónicas.
La historia del cine nacional durante la época de la dictadura militar estuvo signada por ficciones políticas en las que Carlitos Balá fue uno de sus protagonistas.
Ramón “Palito” Ortega, con su productora Chango Producciones, creada en el año del golpe de Estado y que funcionó casi exclusivamente durante la dictadura, produjo, dirigió y protagonizó, junto a Balá, películas que hacían referencia y alusión positiva a las Fuerzas Armadas, como Dos Locos del aire (1976) o Brigada en acción (1977).
En el pico de su popularidad, Balá, en silencio, solía visitar hospitales donde se pasaba horas charlando y animando a los enfermos, con un remedio irremplazable: la risa.