"En general, las devociones por Cristo o por la Virgen surgen sin esperarlo, son pequeñas y quienes las captan son gente pobre, sufrida, humilde". Enrique Domínguez, sacerdote de la Iglesia de Cachi, brindó su interpretación sobre el fenómeno de la Fiesta del Milagro en Salta en una serie de entrevistas que realizó Vanina Farfán Romero para completar su tesina de grado en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta. 

Domínguez no nació en Salta y experimentó aquello de la devoción inesperada cuando se integró finalmente a su nueva residencia y lugar de vida. "Al principio no entendía, no me llamaba la atención", confesó. "Después caminé con ellos desde Cerrillos hasta Salta", un andar que le permitió comprender por qué tantos y tantas de sus fieles caminaban por cinco días hasta la Catedral Basílica de Salta.

"Realicé la tesis desde una mirada sentipensante", explicó Vanina al finalizar su pieza audiovisual de casi 20 minutos, que completó en mayo de 2022. Esa posición en su investigación atraviesa la discusión actual en la academia y representa un profundo cuestionamiento sobre la forma de indagar la complejidad de la trama social y cotidiana, en este caso, de una festividad religiosa que involucra a buena parte de católicas y católicos de Salta durante al menos dos semanas.

"Caminé por cuatro años, sé lo que se siente y se puede llegar a vivir. Desde ese lugar", de la experiencia vivida y el fluir de sentimientos, "reflexioné acerca de mis creencias para volcarlas luego a la investigación y el audiovisual". El cura de Cachi, el cocinero del grupo de peregrinos, las mujeres y los hombres promesantes del pueblo: todos fueron incluídos en su registro audiovisual "porque establecí un vínculo con ellos y ellas", recuerda ahora la investigadora, que trabaja en Buenos Aires y cursa el doctorado en la Universidad Nacional de La Plata.  

"Hay que tener una mirada decolonial en la investigación", criticó Daniela Nava Le Favi persiguiendo el mismo hilo que la investigadora egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la universidad pública salteña en 2022. "Solemos ver objetos de estudio", le respondió a esta cronista que preguntó utilizando esas palabras que suponen lejanía entre sujeto y realidad. "Cuantificamos procesos sociales que (en realidad) tienen que ver con subjetividades muy complejas", completó su posición la investigadora y también docente en cátedras de Semiótica de Ciencias de la Comunicación.

Llegada de peregrinos a la capital de Salta (Imagen Analía Brizuela). 

"Debemos replantearnos cómo construimos nuestra mirada", aseveró de inmediato para articular luego su argumento nodal con el tratamiento académico necesario para narrar una festividad religiosa como la de Salta. "Hay que deconstruir qué pasa en el Milagro", insistió, "con observación participante incluso, y tratar de pensar qué sucede con las territorialidades y el modo de concebir las ciudadanías". Para la investigadora, el Milagro visibiliza la construcción de la salteñidad tan anclada en el discurso católico.

Sus trabajos de investigación, como integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) o como investigadora de la Universidad Nacional de Salta, persiguen desde 2015 aristas de la fe popular en el norte andino. "Estamos en una zona con rasgos de la memoria y materialidad relacionada con la Pachamama y el uso de aguayos (tejido característico)".

"El culto se ancló en Salta como respuesta a una zona sísmica de moderada a alta", recordó por otra parte, en alusión a los inicios de la procesión con la Virgen alrededor de la plaza principal de la ciudad y el terremoto de 1692 que destruyó la vieja ciudadela española de Esteco o Nuestra Señora de Talavera de Madrid, situada entre Metán y Río Piedras, en el sur de la provincia. Desde entonces, "el Milagro tiene una articulación entre criollos e indigenas. Tanto el culto como el relato del origen mítico de las imágenes se adaptaron con los años", mencionó para sostener que acotar la complejidad de la Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro a lo religioso implica perder de vista esa diversidad presente en la festividad.

Asistencia obligatoria 

Telma Chaile es historiadora, actualmente es docente en la carrera de Historia de la Facultad de Humanidades de la UNSa. Es investigadora del CONICET, en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH). "El Milagro representa la larga densidad histórica de la vida cotidiana, vinculada a los aspectos vitales de las personas, como la salud, la enfermedad y la incertidumbre, todas resueltas por la religión", precisó. 

Desde su perspectiva, "existe un trasfondo histórico más alla del terremoto para explicar la dimension del Milagro". "Hay trabajos históricos escritos por miembros del clero, uno de 1907, de Julián Toscano, un miembro importante del obispado de Salta. Otro del padre Cayetano Bruno", sobre "Historia de la Iglesia Argentina". Cada uno de los documentos a los que tuvo acceso como parte de la investigación doctoral, le permitió entender el hecho desde su contexto (el terremoto de 1692) y también por relatos de quienes estuvieron involucrados.

"Hubo una construccion progresiva del relato del Milagro", aseguró. "El de hoy, es el resultado de un proceso histórico". El sacristán y su ayudante son centrales en la interpretación originaria de la festividad actual. "Ellos fueron los intérpretes iniciales de la salvación de la ciudad. El terremoto produjo temor y algunos deterioros en las iglesias de la época. Las dos personas ingresaron a ver los daños" a la iglesia matriz, "fueron un sacristán pardo, y su ayudante, probablemente indio, según la documentación de 1692". Lo que interpretaron fue la escena que encontraron tras el movimiento telúrico: una imagen de la Virgen caída del nicho que la resguardó por un siglo, el símbolo del dragón roto asociado a la representacion del mal. "Está pidiendo algo", repasó los dichos que se atribuyen al sacristán y su ayudante.

(Imagen Analía Brizuela). 

"El alcalde de entonces avaló el relato y se mandó a levantar un acta", detalló la historiadora salteña. Se sabe que ingresó un médico de origen peruano que terminó de armar la descripcion de la situación de la Virgen, cual cuerpo objeto de examen forense. Lo que siguió fue una procesión pero de funcionarios y mujeres de la alta sociedad de la época, que avalaron la interpretación de "ciudad salvada por aquella imagen de la Virgen Inmaculada enviada por el obispo Francisco de la Victoria al poco tiempo de la fundación de la ciudad de Salta", historizó la investigadora. Sobre finales del siglo XVII y principios del XVIII, se declaró de "asistencia obligatoria la festividad" y a partir de ese momento -rememoró Chaile- "quedó asociada al poder, los gobernadores, las autoridades en cada iglesia parroquial y como el espacio de culto más importante de la ciudad".

"Hay que tener en cuenta todos los momentos y las coyunturas del tiempo, le incorporaron elementos que permiten ver el culto en su unicidad actual", advirtió Chaile. "Es una construcción cultural de las personas, una sacralidad que los ayuda a llevar su vida cotidiana", insistió casi al final de la entrevista con este medio. 

Telma Chaile no olvidó el rol de las universidades estatales argentinas en la construcción de conocimiento, como el de las festividades religiosas. "La universidad pública se sostiene con fondos públicos. De ahí que el conocimiento que nos atraviesa sea abierto: nosotros devolvemos algo que otros retomarán para continuar construyendo", aseveró. "Desde las ciencias sociales, nuestro impacto tiene que ver con lograr que la gente conozca la riqueza del conocimiento y esas construcciones culturales donde las personas son las verdaderas protagonistas".