La solución del problema inflacionario requiere un plan integral de estabilización macroeconómica, sostienen los economistas de todo sesgo ideológico. Un programa de shock y gran alcance que aborde a todos los precios en simultáneo: con especial atención en el tipo de cambio, tarifas, salarios, tasa de interés. Atendiendo las cuentas externas (se necesitan dólares) y también las fiscales (para renovar el financiamiento en el mercado local). Página/12 conversó con economistas y analizó informes de diversas consultoras para saber cómo se podría avanzar en esa dirección.
Para enfrentar una inflación de tres dígitos hay que debe atender algunas cuestiones centrales, apunta Andrés Asiain desde el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). El primero es atender los desequilibrios estructurales tanto en el frente externo como fiscal, pero sin necesidad de contraer el gasto y a partir de la utilización de fuentes de fondeo como los pasivos del Banco Central en poder de los bancos privados y los activos del FGS-Anses. En segundo lugar debe lograrse encauzar de forma exitosa las pujas distributivas para mantener un nuevo sendero de precios relativos que sea estable: para ello la política sugerida es una moneda indexada como instrumentó Brasil durante el Plan Real. Se considera una ventana de oportunidad el año 2024 por el superávit comercial estimado y los bajos vencimientos de deuda.
Una puerta de entrada analítica a la temática de los planes de estabilización es el documento de trabajo publicado en agosto por los economistas Gabriel Palazzo, Martín Rapetti y Joaquín Waldman de la consultora Equilibra. Allí desarrollaron una novedosa base de datos con experiencias de 46 planes de estabilización en 13 países de América Latina entre 1970 y 2020 y encontraron que los planes de estabilización han fallado con bastante frecuencia: solo uno de cada tres fue exitoso. Y para que dicho éxito fuera duradero debieron lograr estabilizar el tipo de cambio nominal. El tipo de cambio operó en esos casos como “ancla”, desacelerándose más rápido que los precios. La existencia de mercados cambiarios paralelos no impidió los buenos resultados.
Además encontraron que los planes de estabilización exitosos partieron de situaciones más robustas de la cuenta corriente (esto es la balanza comercial y de servicios neta de los servicios de deuda, básicamente) y del balance fiscal. Pero a su vez están precedidos por ajustes en las cuentas externas y fiscales. Por otro lado, respecto de la secuencia de las políticas insisten que primeramente deben corregirse los precios relativos. Y como corolario advierten que la estabilización permitió recuperar el crecimiento y a su vez empeoró el saldo de la cuenta corriente. Existen elementos fortuitos que pueden contribuir al éxito o fracaso del plan, en este último caso redunda muchas veces en una crisis cambiaria, de deuda y financiera.
Aquel aspecto de que una estabilización macroeconómica sea expansiva en el corto plazo es puesto en duda por Sergio Chouza, director de la consultora Sarandí. Aquella condición está sujeta a cómo se aplique el plan, a cuánta credibilidad tenga el próximo presidente y a factores exógenos también. Chouza advierte que será necesario trabajar sobre los precios relativos, sobre el mal funcionamiento del mercado de cambios y que debe aplicarse una política de ingresos robusta para recuperar algo del terreno perdido en estos ocho años. Como aspecto positivo señala “la mayor disponibilidad de oferta de dólares producto de más exportaciones agrícolas e hidrocarburíferas, que no necesariamente significará acumulación significativa de reservas ya que estas se verán comprometidas por las importaciones, pagos de deuda y nuevos juicios con el extranjero”.
Los informes de la consultora Sarandí recuerdan que los debates acerca de los planes de estabilización datan de fines de 2022, entonces se ponderaban los riesgos para el gobierno en gestión de aplicar políticas de shock y se conjeturaba sobre el actual “gradualismo” en materia anti-inflacionaria. “Claramente ningún mecanismo de salida de un régimen de súper inflación va a ser ideal, logrando la deseada moderación de precios sin ningún daño colateral”, se remarca en uno de esos informes. El éxito de la normalización macroeconómica terminará signando las posibilidades de crecimiento para el próximo año.
La consultora EcoGo también remarca la importancia de un plan de estabilización integral para solucionar el rasgo más problemático sobre la inflación local que era la inercia. El riesgo para esta consultora es la consistencia fiscal y no el potencial efecto recesivo del ajuste de precios relativos sobre los ingresos. “La corrección de precios relativos en forma gradual con una inflación corriendo al 6 por ciento no es posible sin acelerar la inflación”, remarcaron en diciembre de 2022, y tal enseñanza se aprendió por ejemplo en agosto pasado cuando se corrigió el tipo de cambio nominal y esto llevó a la aceleración inflacionaria de un promedio de 7,1 por ciento mensual en el primer semestre del año a 12,4 en el octavo mes.
Además del ajuste de tipo de cambio nominal y las tarifas, más equilibrio fiscal, el análisis de EcoGo sobre los planes de estabilización apunta: un overshooting de las tasas de interés de modo que la tasa de interés en pesos sea igual a la tasa en dólares corregida por la expectativa de devaluación, y ambas puedan arbitrar los movimientos de capitales aunque dificilmente puedan levantarse todos los controles. También hablan de la necesidad de desindexar el gasto público aunque esto represente un fuerte ajuste en las jubilaciones, para EcoGo es menester la consolidación fiscal para el éxito de todo programa macroeconómico. E incorporan un plan de competitividad como medida de mediano plazo.