Desde París
La ciudad de París será la sede de los Juegos Olímpicos en 2024. Ese será el máximo evento que el año que viene acaparará la atención deportiva de todo el mundo.
Mientras tanto, este año y como aperitivo, el Mundial de Rugby arrancó la tercera semana de competencia a través de las nueve ciudades que eligió la organización, que sin lugar a dudas servirán como banco de pruebas para prepararse de la mejor forma al acontecimiento que será exponencialmente más multitudinario al que estamos viviendo hoy.
Los que llegamos a París unas semanas antes del inicio de la Copa del Mundo para ver cómo se preparaba la ciudad, de cara al torneo que comenzó el pasado 8 de septiembre, salvo algunos puntos centrales como la boutique oficial de venta de merchandising, ubicada en la Plaza de la Concorde y la Sala de Prensa en el magnífico barrio de Boulogne, dentro del complejo de Roland Garros, no había grandes señales que en poco tiempo iba a jugarse nada menos que el décimo Mundial de Rugby.
Es más, cuando retiramos la acreditación, caminábamos por las calles y la gente nos preguntaba de dónde éramos y a qué veníamos. El foco siempre estaba puesto en los Juegos Olímpicos del año que viene. ¿Hay un Mundial de Rugby?, preguntaban, ya que muchos franceses ni sabían lo que estaba por disputarse en su país.
El otro dato distintivo se daba cuando decíamos que éramos argentinos. Solamente con mencionar a “Lionel Messi” encontrábamos el salvoconducto para entablar una charla, en la que demostraban su admiración, pleitesía y reconocimiento hacia el mejor jugador del mundo.
Muchos, además, entraban en la comparación con Kylian Mbappé, pero siempre con el respeto de reconocer que “Lío” es el mejor jugador del planeta, sin dejar de recordar la final de Qatar que eclipsó a todos, aunque en ese emotivo desenlace perdió Francia.
La Copa del Mundo de Rugby se activó luego de la presentación oficial que se llevó a cabo en el Complejo de Roland Garros, con la presencia de las principales autoridades de la organización: el presidente de World Rugby, el inglés Bill Beaumont, la Ministra de Deportes y Cultura, Amelie Oudea-Castera, y los miembros de la RWC 2023 y la Federación Francesa de Rugby. Se podría decir que allí le dieron bandera verde y empezó el Mundial.
La Des-organización
Conseguir el ticket del partido inaugural entre Francia y Nueva Zelanda fue toda una odisea. Se entendía que podía pasar por ser el arranque del torneo entre el equipo local y un candidato como los All Blacks, en un match, que sin dudarlo parecía una final adelantada, y entonces podía ser complicado. Pero nunca tanto.
Más de dos horas y media de fila a pleno rayo del sol, periodistas reclamando ante la pasividad total de los encargados, hasta que se abrieron las puertas para darle paso a los fotógrafos y periodistas de todo el mundo, que esperaban transpirados e hidratándose como podían en los puestos de bebidas cercanos al ingreso.
Todo muy lento y con la consecuente aglomeración de los medios, con una gran cantidad de voluntarios que no podían resolver los problemas de fondo y repetían el “usted no está en la lista”, y ante un nuevo reclamo debían esperar las órdenes que nunca llegaban del superior a cargo, o lo que era peor aún, esos reclamos al no ser interpretados quedaban en la nada o no eran tenidos en cuenta.
Como se acreditan los periodistas
Para cubrir los encuentros de los mundiales de rugby el proceso es largo y parece organizado. A diferencia de lo que sucede una vez que arranca el Mundial, la organización indica primero como acreditarse con anterioridad. Ese medio y el periodista debe ser reconocido por la Unión de su país, y a partir de eso World Rugby autoriza unos meses antes la acreditación para el Mundial en sí. Luego hay un segundo requerimiento: el ingreso a la zona de prensa de cada partido. Allí sólo se permite entrar con el ticket específico de ese partido, el que ya tiene el número de fila, escritorio y asiento que el periodista debe ocupar.
Pero, en algunos casos pasaba que en la web del área de prensa del periodista, el partido figuraba como “in progress” (en proceso), y desde la organización en sus listados sugerían que directamente no había que ir al estadio.
El partido inaugural comenzaba a las 21.15 horas de París, y la puerta de acceso a prensa recién se abría tres horas antes de la iniciación del match. Así, y sobre todo luego del primer partido, donde la fila tardó más de una hora y media en llegar a las ventanillas de acreditaciones, la temperatura superaba los 30 grados y los periodistas tratamos de prevenirnos, llegamos mucho antes pero no había caso, las ventanillas no atendían.
Solo la buena predisposición de algunos voluntarios o de algún oficial de World Rugby resolvió los problemas, no sin antes tener que esperar para entender porque en un mail decía que sí y el listado que no. O lo que es peor, desconfiando de los periodistas acreditados y de sus propios controles. A la larga, y luego de mucha insistencia se pudo acceder a trabajar y hacer la cobertura. Con el estadio a full y supuestamente todo reservado, no dejó de sorprendernos que, en algunos sectores e incluso en la inauguración, hubo pupitres vacíos.
Los himnos en su versión original
En el rugby, el momento de los himnos se vive de una manera muy especial, por tradición, emoción y todo lo que representan para los equipos. De Los Pumas hay grandes recuerdos como los que se vivieron con el tercer puesto del Mundial 2007. Francia, Irlanda, Escocia, Gales, Inglaterra, Sudáfrica, el Haka de los All Blacks, Italia, Uruguay, Georgia y el resto de los 20 clasificados, también viven de una manera distinta sus himnos.
Todos forman parte del folklore del juego y tiene un valor que sirve de motivación para empezar a jugar un partido. En Francia 2023, salvo en el cotejo inaugural, se utilizaron versiones grabadas anteriormente con un coro de niños, que recibió tantas críticas que obligó a la organización a cambiarlas. “Los fanáticos en las redes sociales como los comentaristas y ex jugadores expresaron su malestar con respecto a las versiones que sonaron en los estadios, todas grabadas, salvo la del partido inaugural. Esas quejas fueron escuchadas -declaró Jacques Rivoal, Charman de RWC 2023- estábamos bastante preocupados por estos comentarios negativos”.
Demoras y más demoras
Marsella fue la sede de Inglaterra-Argentina. Allí hubo serias demoras para entrar al estadio con muchísimo público que ingresó con el partido iniciado, después de hacer más de una hora de cola. Además, allí se reportaron robos en los parkings cercanos al estadio, donde a varios simpatizantes argentinos les sustrajeron pertenencias de adentro de sus vehículos.
Desde la organización declararon que ajustarán las medidas para mejorar este tipo de situaciones. Para ello se sumaron más voluntarios y desde el Gobierno también destinaron mayor personal para los controles, tanto en los accesos a los estadios como en las estaciones de trenes y buses.
Francia vive el segundo Mundial de Rugby con la ilusión que su seleccionado pueda levantar la primera Copa del Mundo luego de tres subcampeonatos conseguidos a través de la historia. Con muchos simpatizantes que se juntan en los Rugby Village de las nueve sedes para disfrutar de las transmisiones en vivo, tomar o comer algo y bailar al compás de la música de los DJ. O con otros que, ajenos al evento, cenan en los horarios de los partidos disfrutando del buen clima, la comida y la belleza de la ciudad, sin siquiera saber qué pasa a pocos metros.
El Mundial de Rugby se juega con la mira puesta en los Juegos Olímpicos del 2024. Con pruebas, ajustes y muchos detalles para mejorar.
Como lo hicieron en su momento en Londres y Río de Janeiro, con los Mundiales de Rugby en 2015 y el de Fútbol en 2014. Por ahora, el habitante local transita por sus diferentes estados. En París, sin todavía la efervescencia que genera el momento de su seleccionado. Que seguramente aumentará cuando toda la Copa se mude a esta ciudad, con los choques más importantes a partir de los Cuartos de Final.
Mientras tanto, este Mundial sin dudas le servirá a Francia para poder reparar errores y desprolijidades, que no deberían volver a repetirse.