En la anécdota acerca de sus comienzos que Carlos Senín y Germán Dominicé suelen relatar –y ellos mismos insisten en afirmar que intentaron inventar alguna otra historia pero ninguna les resultó tan divertida como esa que realmente sucedió–, los dos iban en auto hacia una fiesta cuando a mitad de camino se enteraron de que la cosa iba de disfraces, así que al llegar se calzaron los apoyacabeza como sombrero y se presentaron ante el resto de los invitados como Los Hermanos Butaca, ganando al final el premio al mejor disfraz. Corría 1994, y de esa misma manera salieron a tocar juntos durante un par de años hasta que se tomaron un impasse que duraría casi una década. En 2005 volvieron al ruedo decididos a no aflojar, y así comenzaron un recorrido por peñas, milongas y sótanos de rock con un repertorio propio de canciones sin género discernible, cargadas de letras con personajes tan absurdos como reconocibles, laburantes, marginales y desclasados retratados con humor entre piezas que recuerdan a Evita y Perón en el balcón y otras que destacan las virtudes de la sandía. Así grabaron tres discos: el variado debut Compañía El Amanecer Presenta: Los Hermanos Butaca (2007), el más tanguero Choque de Frente (2009) y el regreso a las fuentes eclécticas en No Alcanza una Vida (2013). Con el correr de los discos, las bromas de trazo grueso de las primeras canciones fueron dejando lugar a pinceladas más sutiles de un humor siempre presente entre melodías pegadizas con arreglos pensados al detalle, y así, con su arte refinado en el tiempo justo de maceración, los Butaca acaban de editar su cuarto trabajo discográfico, Retiro Espiritual, una deliciosa colección de canciones eminentemente acústicas que pueden ir de un carnavalito a un vals, un tango o una chacarera sin perder la esencia de un sonido siempre cuidado e inequívocamente propio.
“Somos amantes de las canciones, de la canción como género”, cuenta Germán, voz de la banda hoy convertida en sexteto. Y agrega: “Un poco el chiste con Retiro Espiritual está ahí, en el mestizaje de la propuesta. Es un disco donde, igual que en la terminal, la música urbana y la del interior se encuentran y se mezclan, ese lugar donde lo multicultural y lo bullicioso se mestiza... Los géneros musicales con el tiempo se ponen puros pero fueron bastardos en su origen, y nosotros tenemos mucho cariño por nuestras canciones bastardas”. Carlos, guitarrista y la otra mitad fundadora de la banda, completa la idea: “Al primer disco lo pusieron en la batea de humor, entre el Negro Álvarez y Corona, lo cual nos parecía muy divertido y hasta nos daba cierto orgullo... pero nadie lo encontraba. Al segundo lo pusieron en tango y estaba bien. Al tercero ya lo pusieron en rock, que también nos pareció bien, y para este último no sé qué van a hacer... Bah, para este ya no hay disquerías”.
Retiro Espiritual fue producido por Pablo Dacal, quien se entusiasmó tanto cuando le mostraron las maquetas que enseguida le propuso al dúo entrar a grabarlo. Cuenta Germán: “Nuestra idea era llevarlo muy de a poco, pero al mes ya estábamos haciendo las bases, que terminamos en dos días. Fue una experiencia divertida porque nunca habíamos hecho un disco de esa manera, al contrario, siempre fuimos súper hinchapelotas, y acá fue hacer dos tomas de cada tema, palo y a la bolsa. Más que un productor marca productor, Pablo se metió en el proyecto como cancionista para ayudarnos a sacarlas con cada departamento bien atendido, desde lo compositivo a los arreglos, y la verdad que quedamos muy conformes con cómo quedó”.
Melómanos de casta incurable de esos que en su charla pueden ir de Crucis a Goyeneche sin solución de continuidad, los Butaca tienen muy en claro el lugar que ocupan sus canciones en nuestra música popular: “El humor por supuesto está subvalorado, lo cual nos importa muy poco”, afirma Carlos, y Germán agrega: “Nos gustan mucho los artistas que trabajan no en la línea de la canción-chiste sino en la canción que aprovecha el humor como recurso. Pasa por ejemplo con Sergio Makaroff, un artista que en sus canciones sostiene algo que tiene que ver con lo risueño, que te saca una sonrisa. O Andy Chango, que hace mucho que no graba pero tiene una letrística buenísima”.
Retiro Espiritual arranca con “Chinchí”, una especie de jingle acústico de una bebida alcohólica de fantasía con la participación de Daniel Melingo en clarinete, una pieza cuyo origen puede rastrearse en las primeras complicidades musicales compartidas a comienzos de los noventa entre Germán (oriundo de Adrogué) y Carlos (oriundo de Llavallol y autor de una novela de ciencia ficción distópica que lleva el nombre de su ciudad), complicidades, decíamos, que nacieron cuando en los entretiempos de los ensayos de sus bandas de rock se apartaban para mostrarse canciones en forma de publicidades humorísticas. Poco tiempo después, en 1994, Germán, recién recibido de abogado y con un trabajo estable en un estudio, largó todo para irse a vivir la vida bohemia junto a Carlos en una casona comunitaria en Palermo Viejo: “Era una casa con terraza y siete u ocho habitaciones en la calle Uriarte donde vivían estudiantes, laburantes... y nosotros”, ríe Germán, y agrega: “Todos los días de cuatro a ocho tocábamos y componíamos, entonces cuando llegaban los laburantes de la casa les cantábamos las canciones nuevas y se copaban”. “Éramos los payasos del lugar”, sonríe Carlos. “Pero componíamos todos los días, y ahora cada vez que vamos a grabar un disco tenemos un arcón lleno de esas ideas. Era tocar permanentemente, el día empezaba a las cuatro de la tarde y terminaba cuando volvía a salir el sol”. Hoy sus horarios se ajustan a la vida familiar, y privilegiaron la comodidad por sobre la sorpresa. En vivo, ya no llevan butacas como sombrero. Con la banda mantienen desde hace un año una formación estable de sexteto: al par se suma la base rítmica compuesta por Raul Gutta en percusión y Lautaro Borches en contrabajo y se completan con Julio Sleiman en guitarras eléctricas y Vero Bellini en acordeón. “La banda está tan ajustada que ya estamos craneando el próximo, que creemos que va ser de rock, que es lo que nos falta”, cuenta entusiasmado Germán, y concluye: “Creo que a esta altura ya no podríamos hacer otra cosa. Uno se mete en todo esto por gusto, y cuando ya estás atrapado te entregás a lo que tenés que hacer: al final, todo es consecuencia de una bellísima terquedad”.
Los Hermanos Butaca presentan Retiro Espiritual el próximo 2 de septiembre desde las 21, en el CAFF, Sánchez de Bustamante 722.