Esta columna está en condiciones de asegurar que el nuevo pliego de licitación de las obras del Canal Magdalena, corregido como debía hacerse, está listo desde hace 5 días. A pesar de lo cual el Ministerio de Transportes sigue dilatando el nuevo llamado a licitación. Lo que es doblemente extraño, porque si la nueva licitación se anunciara esta semana que viene, se podría adjudicar la obra durante el actual gobierno. Lo que significaría un triunfo político, económico y moral extraordinario.
Sin embargo –y como muchos patriotas temen– siguen prevaleciendo los intereses anti-Magdalena, que en realidad son anti-soberanía, porque sin el Magdalena no hay comercio exterior argentino posible, ni libertad absoluta de vinculación con el Océano Atlántico y por ende con el mundo entero.
Para decirlo más claro: sin este canal la Argentina seguirá condenada a depender de las grandes corporaciones transnacionales que hoy acaparan el fabuloso comercio exterior dizque "nacional", pero que, en realidad, no lo es, porque la Argentina no recibe beneficio alguno sin este canal.
Lo explicado y advertido reiteradamente por la "Mesa Coordinadora de la Defensa de la Soberanía sobre el río Paraná y el Canal Magdalena" en el sentido de que sin esta obra en manos argentinas era inexorable el fracaso, se confirmó cuando fue desplazado el equipo de trabajo del ingeniero Hernán Orduna, que estaba en condiciones y con vocación de llevar adelante una correcta licitación.
Que se hizo, pero maliciosamente –como ya describió esta columna hace pocas semanas– porque el proceso licitatorio quedó en manos de gente avalada por el Sr. Sergio Massa, quienes no se supo si por ignorancia o mala fe redactaron un pliego cuyo único destino era el fracaso, ya que se calculó todo en pesos y no en dólares, por lo que obviamente no se presentó nadie y la licitación fue declarada desierta.
Pero ese fracaso no fue gratis ni barato, porque generó una frustración muy grande, no sólo en el gobierno de la Provincia de Buenos Aires sino también en productores y exportadores nacionales que tenían sanas expectativas con el canal, más allá de que no escaseaban sospechas de que todo podía fracasar, como en efecto sucedió.
Lo cierto es que el fracaso de esa licitación –que muchos sospecharon planificada– fue reconocido desde diversos sectores también vinculados al Sr. Massa, quien rápidamente habría desplazado a quienes llevaron adelante aquella absurda licitación. Y así finalmente se conoció una orden que no se le había dado antes al Ing. Orduna: que se prepararan los pliegos como corresponde y tal como lo había advertido la mencionada Mesa Coordinadora meses atrás. Lo cual al cierre de esta edición ya se habría hecho y el Ministro de Economía y candidato presidencial tendría entonces en sus manos los pliegos que ahora sí podrían garantizar que la licitación replanteada llegue a buen puerto.
Informes bien fundados aseguran que se espera el urgente, nuevo llamado a licitación. e incluso aseguraron a esta columna que debieron presentarse anteayer, viernes.
Como fuere, lo cierto parece ser que, una vez más, todo depende de que haya una determinación política muy fuerte, porque todo está ya en condiciones y es perfectamente posible licitar y adjudicar la obra antes de que termine el actual gobierno.
Y tan así es, o sería, que la semana que hoy se inicia podría hacerse público el nuevo llamado a licitación. No hay burrada ni mala fe que pueda interponerse, aseguran informantes irreprochables, toda vez que ya se está en conocimiento de que el Ministro Giuliano tiene en su poder el trabajo hecho correctamente por Orduna y ahora sí es posible –y urgente– llamar a una sana licitación.
Tema que, dicho sea de paso, se emparenta con otra cuestión que adquirió relieve la última semana: la tarifa de los peajes fluviales en el Alto Paraná, fronterizo con la República del Paraguay y ya rechazados por ese país y también por Brasil, Bolivia y Uruguay. Un conflicto que ya amenaza convertirse en un caso grave, sobre todo si se lo deja avanzar y que se convierta en un barullo internacional. Que debe evitarse a toda costa, e incluso hay muchos entendidos que aconsejan que es hora de que la Argentina proceda como aconseja su historia y que es bastante claro y sencillo:
Punto 1: salir de una vez del ignominioso Tratado de "Hidrovía" pergeñado por Menem y sus acólitos, y así recuperar la soberanía plena sobre el río Paraná.
Punto 2: al mismo tiempo proponer un nuevo tratado bilateral de amistad fluvial con el hermano pueblo paraguayo, con el cual todavía tenemos una deuda enorme por el genocidio mitrista en la infame Guerra de la Triple Alianza. Y tratado que le garantice al Paraguay la salida al mar como corresponde y ellos necesitan, tal como se tuvo casi resuelto en el año 2013 cuando el canciller Héctor Timerman le encargó al entonces secretario de puertos, Ing. Horacio Tettamanti, negociarlo personalmente con el entonces presidente Cartés.
Perdida aquella oportunidad, una de las peores consecuencias fue el posible desastre diplomático que enfrentará la República Argentina, también en esta materia. Lo cierto es que hoy este país está igual o peor que cuando llegó Macri a la Rosada. Y es que todo sigue igual: el descontrol debido a la internacionalización del Paraná; el libre contrabando; el dragado gratuito a los uruguayos; el Magdalena eternamente postergado; el nunca terminado Puerto de La Plata y, para colmo, hoy la Argentina sin flota de bandera, todo peor que antes y encima ahora con un conflicto internacional estallando al cuete. Por lo que bueno sería promover ahora mismo una movilización soberanista en la que el candidato Massa se comprometa a conducir la licitación y adjudicarla antes del fin del actual gobierno. Que soñar no cuesta nada y en tiempos electorales pueden soñarse maravillas.