Cuando se piensa en un profesor de matemática se lo relaciona con números y cuentas. Sin embargo, existen dispositivos de formación docente que escapan a esta ecuación. Un proyecto de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario se basa en la construcción de relatos con todos los detalles: respuestas de estudiantes, reacciones del profesor y hasta los silencios que se producen en las clases. La experiencia pedagógica es irrepetible en cada caso, y este método es una solución para no perderlas en el olvido. Lo valioso emerge de poder compartir las diferentes situaciones por las que atraviesa el docente para así resignificarlas y seguir sumando a la formación continua.
La directora de la investigación, Natalia Sgreccia empezó hace siete años a construir este espacio a partir de la cátedra de Residencia que se ubica en el tramo final de la carrera, que contempla un trabajo de campo en ámbitos de nivel secundario y superior. "Nos planteamos la necesidad de que el futuro profesor no sólo viva la experiencia, sino que también pueda re significar la suya como la de otros. La idea que propusimos es describir lo que les sucede, y no tratarlas meramente como acontecimientos aislados, sino de los pensamientos o cuestiones inconclusas que surgieron durante esa experiencia", explicó Sgreccia. En el proyecto se busca generar un trabajo colaborativo en la que los otros puedan leer esas vivencias y escribir las propias.
La idea principal es compartir momentos para luego ser reconsiderados. Convive una cuestión de pasado y presente, como así también emergen preguntas que pueden proyectarse a futuro. La metodología de trabajo es utilizar una herramienta de trabajo colaborativo como el Google Drive para conectarse entre todos, generar conocimientos y delimitar problemáticas en los contextos actuales de educación.
"Hemos sostenido este proceso a lo largo del tiempo porque cuando uno escribe, materializa y queda un registro que puede ser utilizado a través del tiempo. Tomamos narrativas de residentes de otros años y las volvemos a analizar. No nos quedamos sólo con la primera versión, sino que apostamos a la apertura de conocimientos y hacer el mejor esfuerzo para expresarlos", sostuvo la docente.
"Tuvimos casos donde nos sucedieron situaciones que ya habíamos leído de otros compañeros y se nos ocurría nuevas formas de llevarlas a cabo. Es una gran experiencia, porque vamos aprendiendo de vivencias de los demás y podemos mejorar día a día", comentó una integrante del proyecto, María Sol Mengarelli.
Pero como todo proceso, a través del tiempo ha ido evolucionando. Al principio, los estudiantes del profesorado querían llegar a la perfección, ahora aceptan el error como natural y como una posibilidad de seguir avanzando en su carrera docente. Es una cuestión de disparar ejes problematizadores y obtener conclusiones que sirvan de base para pensar a futuro.
"Como alumno no me gustaba ver mi texto con correcciones u observaciones, pero como todos, fui entendiendo lo importante que eran esas marcas. Los actuales estudiantes ya tienen incorporado el mecanismo y están más abiertos a seguir pensando constantemente y repensando sus prácticas. Es importante tener en cuenta los aportes de los estudiantes y profesores para seguir nutriendo la experiencia docente", contó Virginia Ciccioli, quién fue una de las primeras residentes que incursionaron en la cátedra y ahora es ayudante.
“Me hizo valorar hechos que parecen menores pero son importantes para llevar la clase”, dijo Sofía Pípolo.
Esta apuesta no se basa en buscar perfección en las narrativas de los estudiantes ni de los residentes, sino que apunta a la participación y al volver a pensar constante. "Hay una mayor apertura de los estudiantes año a año, aunque esta idea de narrativa pedagógica está más instalada en el último año. Estamos trabajando para introducirla antes en la carrera y poder compartir diferentes lógicas y opiniones", explicó Sgreccia.
La experiencia de docentes, residentes y estudiantes, es puesta en valor al haber rescatado muchas situaciones que ocurrieron y no las habían reconocido en primera instancia. "Me hizo valorar hechos que parecen menores pero que son importantes para llevar adelante la clase, como por ejemplo que los estudiantes tengan hojas para trabajar y así no tener que perder tiempo buscando materiales", confesó Sofía Pípolo.
"Cuando intentaba narrar el proceso de planificación de la clase y luego su realización, al principio me costaba una enormidad, pero al hacerlo constantemente me empecé a dar cuenta de que podía introducir cambios para hacer más claras las explicaciones. Es un proceso de autocrítica y observaciones muy valioso. Somos futuros profesores de matemáticas, a los que siempre se los asocia a los números, pero queremos también introducir que hay que sentarse a escribir para crecer", planteó Mengarelli.
"En mi experiencia como residente me pasó que cada vez que a mi narrativa la comentaba un docente, sentía la necesidad de contestar inmediatamente. Con el tiempo entendí que es una instancia para reflexionar. Cuando a través de estas narrativas ves las otras realidades donde están trabajando los compañeros, se comienzan a destacar cuestiones que parecen naturales pero que en realidad no se dan en todos los casos así. Por ejemplo, me tocó ir a una escuela secundaria nocturna donde había gente mayor, la cual no le daban la misma entidad a la materia que quizás chicos de 15 o 16 años. Era una situación muy diferente a la de otros compañeros, y es ahí donde está bueno el proceso de colaboración", agregó Facundo Chirino.
El equipo de investigación trabaja en una recopilación de las conclusiones de la experiencias de 2011 a 2015, donde aparecen distintos casos que fueron repitiéndose a través del tiempo, así como también los progresos. Para la formación de un profesor es importante atravesar por esta experiencia, porque si bien cada uno vive momentos irrepetibles, no son hechos aislados que finalizan en uno mismo, sino que dejan una semilla para el crecimiento y desarrollo personal del docente.
El equipo de trabajo, dirigido por Natalia Sgreccia, es conformado por Hernán Alegre, Gladys Brunini, Mariela Cirelli, Virginia Ciccioli, Facundo Chirino, Eliana Domínguez, Valeria Donato, Sabrina Grossi, Natalia Landaluce, Marta Massa, María Sol Mengarelli, Leticia Peralta, Sofía Pípolo, Lucía Schaefer, María Beatriz Vital.