Sobriedad y contundencia. Después de veinte años de camino musical, Él Mató a un Policía Motorizado llegó por primera vez al escenario del Luna Park con su fórmula de post-punk, indie platense y canciones con melodías magnéticas y un lenguaje terrenal y cercano. La banda liderada por Santiago Motorizado reunió en dos noches –sábado y domingo- a 16 mil personas que celebraron las canciones del nuevo disco, Súper terror (2023), y clásicos de siempre como Yoni B, Mi próximo movimiento, Más o menos bien, El tesoro y Chica de oro.
Con una performance sobria y directa –jamás fría-, el grupo desplegó dos horas de canciones con la fuerza del rock como protagonista: una muestra de que el género sigue interpelando a nuevas generaciones y capturando la temperatura social de la época. El concierto abrió con El magnetismo, de La dinastía scorpio (2012), un disco con el que empezaron a abrir el juego y a enriquecer los detalles sonoros de su música.
“Quiero saber adónde ir / Quiero saber a quién seguir / Todo lo que me importa no existe más / Quiero saber por quién morir", cantó Santiago Motorizado en Un segundo plan, la canción que abre el nuevo álbum y que refleja, de alguna manera, la incertidumbre de los tiempos que corren y el final de un mundo pre entorno digital. En Súper terror, El Mató retoma su particular melancolía, pero le agrega un tono claroscuro tanto a las letras como al sonido, que abreva en el postpunk, la new wave y la música ochentosa sintetizada.
El concierto siguió con la midtempo La noche eterna y la potente Las luces, dos canciones de La síntesis O’Konor (2017), un disco que les dio grandes satisfacciones y les permitió salir de un circuito más íntimo para ampliar el público. La euforia controlada de la gente se fue desatando en canciones viejas como Vienen bajando, que habla sobre multitudes quietas, espaldas rotas y festejos de primavera. Un lenguaje terrenal, a veces coloquial y cotidiano, que está muy presente en la poética de la banda. Como cuando el cantante y bajista entona en Más o menos bien: “Amigo, no llores por las noches / Es hora de buscar lo esencial / Nena, ayer fueron muy duros tus reproches / No importa, más o menos, todo sigue igual”.
Bajo un sencillo juego de luces rojas, azules y blancas y visuales pop, la banda se dedicó a tocar y no le dio lugar a grandes discursos. Si bien el acontecimiento podía ameritarlo –era la primera vez en el Luna después de veinte años de discos y giras-, Santiago sólo se limitó a agradecer una y otra vez. O a tirar algún chiste inofensivo, como esos que se hacen entre amigos.
"Gracias por venir esta noche tan hermosa. Los del sábado decían que eran mejores que ustedes. Pero hoy es mejor", lanzó el vocalista en el show del domingo, antes de Coronado, otra de las nuevas canciones que se perfilan como hits, al igual que Medalla de oro, Moderato y Tantas cosas buenas. En varias de estas piezas, fue fundamental el diálogo del teclado de Agustín Spassoff con los riffs y arreglos de guitarra de Manuel Sánchez Viamonte y Gustavo Monsalvo.
En el marco de una gira nacional e internacional que los llevará por Latinoamérica y Europa, el grupo también aprovechó la velada para celebrar algunas de las viejas gemas, como Amigo piedra -del disco Un millón de euros (2006)- y Navidad en los santos -de Navidad de reserva (2005)-, cuando todavía eran un secreto a voces en el indie platense. "¿La están pasando bien?", preguntó Santiago con su timidez característica en la mitad del show. Desde abajo, llegaron aplausos y gritos. El público se hizo protagonista en canciones como El tesoro y Excalibur, en las que miles de luces de celulares hicieron del Luna Park una galaxia. El buen ánimo del público se respiraba y tenía un por qué: su banda favorita y cercana llegaba a un recinto histórico.
"Estamos muy emocionados por tocar en el Luna Park por primera vez", dijo, ahora sí, Santiago Motorizado antes de Moderato, comandada por el pulso rítmico de Guillermo Ruiz Díaz en clave The Strokes. “Voy a celebrar el final”, anticipó el líder con su voz más suelta y en primer plano –algo que profundizó en su etapa solista-. Eso quedó más en evidencia en el bloque final con El universo, una canción desnuda a piano y voz. Entonces, se sucedieron una batería de hits que desataron la euforia y el pogo: Ahora imagino cosas, Fuego, Chica de oro y Mi próximo movimiento.
La llegada de El Mató al Luna Park la ubica, tal vez, en el podio de las bandas argentinas más relevantes o influyentes del siglo XXI. Pero también señala otra cosa: la voluntad de evolucionar, confiar en un proyecto a largo plazo y no resignar una ética artística, también es un camino posible en tiempos tan volátiles.