Ser negra empezó a ser una de mis ilusiones a partir de los 8 años. De Heidi y sus aventuras en los Alpes suizos pasé a querer ser Coco y Leroy ensayando en la Escuela de Arte. ¿Dónde había una escuela como la de Fama? Me preguntaba una y otra vez: ¿cómo hago para bailar como Michael Jackson, para pensar la música como Stevie Wonder, para salir bailando por la calle all night long con los amigos de Lionel Richie?
¿Cómo hacen para pasarla tan bien, para hacerlo así? La frustración era grande, absoluta por momentos, hasta que un día con 9 años mi mamá me mandó al cine del colegio de monjas de Villa del Parque, con una de mis hermanas mayores.
Mi madre no tenía idea de lo que estaba haciendo, seguramente no tenía con quién dejarme y me adosó al plan de mi hermana y sus amigas. Porque la película que pasaban era Flashdance y era una película sexy, muy sexy, tan provocadora que la pobre de mi hermana decidió oficiar de censuradora según el criterio e inhibición que atravesaban sus 15 años de edad.
Cada vez que lo consideró necesario me tapó los ojos con sus manos para que no viera “esas partes”. ¡Fue una locura enorme, mi cabeza iba a cien por hora! Desde ese momento y en los años consecutivos me encargué de poder ver y alquilar esa peli muchas veces. Y confieso que hoy en día la tengo en DVD.
Ahora me doy cuenta que, más allá de toda la sensualidad de ese guión, Alex interpretada por Jennifer Beals significó un modelo para mí. Una chica que se levantaba al amanecer para ir a trabajar pero no como vendedora de una tienda, como maestra o secretaria de una oficina como suelen contarnos los protagónicos femeninos de Hollywood. Ella era metalúrgica, manejaba el soplete, usaba máscara de hierro y sabía soldar. Alex era como de la UOM pero también podía ser sensual, femenina y traernos la novedad del bombachón cavado de lycra que había que usar. Ella era el anti-modelo y yo era una jovencita que despuntaba no corresponderse con los estándares.
Nuestro paralelo es el siguiente:
No teníamos la belleza rubia, esa que en la adolescencia tiene un costo altísimo.
No teníamos pelo lacio cortina.
No teníamos el cuerpo que tienen las bailarinas clásicas, yo incluso tenía muchas tetas y eso se veía como un impedimento en el rubro. Llegué a creer que no iba a poder bailar por tener tetas.
Éramos bailarinas de ballet mediocres pero las dos sabíamos claramente que queríamos bailar, que tenían que existir otros lenguajes. Entrenábamos con locura, y yo también trabajé un año en una fábrica para pagarme mis clases de danza y de teatro.
Yo le copié todo lo que pude a Alex, sufrí tanto por querer ser clásica que, cuando apareció esta heroína librada de todo, me conmovió profundamente y entendí que el único modelo era hacer lo que te gustaba.
Ella era como un Rocky femenino pero no tan boluda como Balboa en el cuarto film de la saga para creer que el enemigo podía ser un ruso, por ejemplo, y que la guerra fría se iba a terminar en un ring de box.
Agradezco a Jennifer Beals por demostrarme que el enemigo no está afuera, por transmitirme el respeto al deseo de uno, que eso lleva también mucho trabajo. Y obvio a Irene Cara por acompañar toda esta historia cantándome siempre y de fondo: What a feeling/ Qué sentimiento... ver para creer/ Puedo tenerlo todo ahora, estoy bailando por mi vida/ Tomar tu pasión y hacer que ocurra/ Las imágenes vienen con vida/ Tu puedes bailar a través de tu vida.
Silvia Gómez Giusto comenzó su carrera como coreógrafa e intérprete en danza junto a Andrea Servera y Fabiana Capriotti en el grupo Iguanas. En teatro sus inicios fueron bajo la dirección de Vivi Tellas, Andrea Garrote y Agustina Gatto, entre otros. En 2011, su primera obra, Irreal, fue seleccionada en el ciclo Óperas Primas del Centro Cultural Rojas y comenzó su carrera como directora. Siguieron El origen, Siete vidas (FIBA 2015 y Escena70 2014). En 2016 fue uno de los once directores invitados dentro del Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América y dirigió Hombre con gafas de pasta del español Jordi Casanovas. Con India obtuvo el Premio Artei 2016. En 2017 creó, junto con la Secretaría de Innovación Cultural, el proyecto federal Ciudades Inesperadas, donde dirige talleres de teatro y la puesta en escena de Todos tus palabras. Es directora artística de Vicente López en Escena, festival de teatro de la Secretaría de Cultura de Vicente López y curadora del ciclo Platea Abierta teatro + escuela de espectadores para la Secretaría de Cultura de San Isidro. Actualmente dirige India, los sábados a las 22, en Espacio Callejón, Humahuaca 3759. www.silviagomezgiusto.com