El cambio de siglo se nutrió de todo tipo de teorías conspiranoicas. Esa vuelta de página redonda en el calendario alimentó una serie de profecías que, llegado el momento, lejos estuvieron de cumplirse. La vida siguió igual el sábado 1° de enero de 2000. Ni siquiera el temido efecto Y2K en los software se hizo realidad. Pero la paranoia previa a ese temido día produjo situaciones de todo tipo. Algo de eso ocurrió en El Arca, una oscura y secreta secta que en los '90 funcionó en un pueblo perdido y que se encuentra involucrada en una serie de crímenes nunca esclarecidos. Un pasado que dos décadas después resurge a partir de la investigación que lleva adelante una joven asistente de justicia sobre lo sucedido en aquella secta previo a la llegada del siglo XXI, con perseverancia profesional pero también interés personal. Esa es la trama que gira alrededor de Frágiles, el thriller policial que se ofrece en la plataforma Flow.

El thriller, policial o psicológico, es uno de los géneros más desarrollado en el mundo audiovisual. Se trata de un formato al que la ficción internacional echa mano seguido, con altos presupuestos y tramas que hacen de la incertidumbre de los espectadores sobre lo que ocurrió o pasa un atractivo magnético que suele garantizar fidelidad. Por cuestiones presupuestarias, en la Argentina no abundan este tipo de ficciones. Frágiles es una aproximación local al género, con una historia que a los elementos tradicionales del thriller le agrega el siempre misterioso e inquietante universo de las sectas, permitiéndole a la trama realista sumarle nuevas dimensiones narrativas a partir del misticismo que sobrevuela.

Frágiles es una coproducción privada-estatal, en la que participan StoryLab y Flow, surgida del programa Renacer Audiovisual desarrollado por el Ministerio de Cultura de la Nación y la Secretaria de Medios Públicos y Contenidos Públicos. A lo largo de ocho episodios, la ficción se centra en la investigación que emprende Olivia Grecco (Carla Quevedo), una joven asistente de un fiscal español, que regresa a su pueblo natal en la Argentina con motivo de la aparición con vida de la hija del presidente del Tribunal Supremo de España, tras años sin saber nada de ella. Lo que se supone un simple caso policial, sin embargo, pronto adopta ribetes sobrenaturales a partir del descubrimiento de una organización sectaria detrás de la desaparición de la joven. El involucramiento de Grecco en la organización, ahora camuflada detrás de una comunidad sustentable denominada El Destino, sacará a la luz una serie de crímenes sucedidos en el fin del siglo pasado que implican a un líder mesiánico, su hermano y hasta se relaciona con la trágica muerte de la madre de la asistente judicial.

“Es una serie que te atrapa no solo por la investigación policial sino por todo lo que rodea a esa secta, que tiene un pasado cruento a partir de las imaginerías que surgieron con la idea de que en 2000 se venía el fin del mundo”, le cuenta a Página/12 Luciano Cáceres, que interpreta a Eugenio Goya, el ambivalente hermano del líder de la secta. “La trama avanza sobre dos tiempos: aquel pasado místico y criminal que sus protagonistas quieren ocultar como sea, y esté presente en el que se reconvirtieron en una comunidad cerrada y aparentemente pacífica. Una tranquilidad puertas hacia adentro que la llegada de la asistente pone en ebullición, invadiendo el encierro y reviviendo fantasmas del pasado”, explica el actor.

El funcionamiento interno de la comunidad en la secta y la investigación policial se entrelazan en Frágiles con la misma lógica: se induce más que se explica, se crean preguntas más que respuestas, y no todo lo que parece ser resulta serlo. Un tono que también sostiene a la investigadora, en tanto que la búsqueda profesional empieza a enredarse con su propia historia, en un estado dual imposible de abstraerse. “Olivia no sabe bien qué es lo que la conecta con la secta ni lo que pasó con su mamá, pero tiene como una pulsión que la lleva a hacer lo que hace -cuenta Quevedo sobre su personaje- . Al principio es todo muy intuitivo y a medida que va descubriendo cosas se vuelve más consciente su vínculo con ese universo. Incluso es un personaje en el que lo inconsciente también forma parte: ella vivió de muy pequeña en esa comunidad y sufrió eventos traumáticos, a los que probablemente bloqueó pero que florecerán a medida que se involucre. Olivia es un personaje fuerte y frágil a la vez”.

Centrar la trama en una comunidad cerrada siempre le agrega un atractivo a la narración, en tanto mundos que tienen sus propias reglas y estructuras internas. En Frágiles, El Arca es liderada por Camilo Goya (Ludovico Di Santo), quién en el pasado se autoproclamó líder de la secta, pero que en la cualidad vive recluido en un estado de esquizofrenia que no le impide desear volver a tomar el control. “Es un personaje que tiene una doble personalidad: por un lado está Camilo y por otro Milo”, detalla Di Santo. “Es un personaje mesiánico, que se aprovechó en su momento de la desesperación de la gente y que sigue queriendo volver a posicionarse como líder. Un perverso. Se sabe que a cuanta mayor desesperación hay, más fácil es que estos personajes te convenzan de cualquier cosa. Son tipos que en general se presentan como personas simples, te hablan desde el llano, dicen las cosas que uno quiere escuchar y te van comprando la voluntad. Cualquier similitud con lo que nos pasa a los argentinos actualmente, no sé si es casualidad”, afirma el actor.

La búsqueda de soluciones mágicas de los desesperados y la perversión de los líderes mesiánicos, entonces, atraviesan la trama de la ficción dirigida por Diego Palacio. “Frágiles no hace hincapié en ninguna secta en particular, sino que en todo caso expone la fragilidad de los seres humanos. Como por una cuestión de fe, de salvación, podemos caer en manos de gente que hacen el mal”, subraya Cáceres. Quevedo apoya: “Me resulta muy intrigante ver la sutileza con la que una persona puede caer en estas redes que minan tu autoestima, te aíslan de tu círculo de contención y te van despojando de tus vínculos con el fin de dejarte en una posición de vulnerabilidad extrema, al punto que hay personas que entregan todo por la esperanza de alcanzar una supuesta felicidad”.

Entre los miembros de la comunidad y el personal policial se cuela en Frágiles Rita (Ana Celentano), una mujer sola que vive cerca de donde funciona la secta y que en la ficción asume una suerte de voz del pueblo, observado todo lo que sucede en ese lugar cerrado que está a punto de estallar, cargando con lo que ve y escucha pero también con sus propios prejuicios. “Se cree que en la Argentina no hay tantas sectas como existen en otros lugares del mundo, aunque hay algunas formas más sutiles de lavado de cerebro: algunas formas de fanatismo religioso, algunas formas de fanatismo político -analiza Celentano-. En todos los casos, se intenta obturar el pasado de cada uno, negarlo, liberarse de él en busca de una felicidad prometida que nunca llega, creando una nueva sociedad que no quiere seres pensantes y críticos. Esos líderes se apropian de las individualidades rotas bajo la idea de una esperanza más irracional y emotiva que puede derivar en cualquier cosa. Todo eso atraviesa Frágiles con buenas dosis de suspenso”.