De entre los más de doscientos expositores seleccionados para exponer sus trabajos en el 111º Salón Nacional de Artes Visuales, cuarenta y seis forman parte de la región de la Provincia de Buenos Aires. De esos cuarenta y seis, diecinueve de los seleccionados son oriundos de La Plata. Esa distinción podría pasar por información menor, si no pudieran rastrearse entre esos artistas, ya galardonados por el certamen vigente más antiguo de Argentina dedicado a premiar las obras representativas del arte contemporáneo nacional, las huellas del territorio de la capital bonaerense en su arte. Cinco de diecinueve platenses se reafirman en su ciudad como punto disparador de sus obras, ya sea dentro de los límites de la pintura, la fotografía, la escultura, el arte gráfico o los espacios no disciplinarios.
Cámara y teatro
"A partir de un momento específico a mis 17 años, estuve encerrada unos meses y empecé a transformar en escenografías el espacio, los objetos y el cuerpo. Me importaba la idea de fusionarlos", afirma le artiste Iara Luna Bor, que se hizo presente en el certamen en la categoría fotografía con su obra "Colisión Muda En El Teatro".
Iara se identifica como no binarie, y esta percepción está presente en sus inquietantes fotografías, retocadas digitalmente. "Mi identidad entera se pone en juego en mi obra. Tengo más preguntas que certezas y como no las resuelvo fácilmente las tengo que hacer trabajar, poner ese proceso interno en algo más tangible", afirma. Según el racconto de su proceso, no eligió la fotografía sino que fue aquello que estuvo al alcance de sus manos, gracias a que sus dos padres son fotógrafos.
Crecer en La Plata afectó profundamente su trabajo hoy en día, sobre todo, la escena teatral de la ciudad. "Había una poética visual muy potente. Las obras eran en el pasaje Dardo Rocha y yo transitaba los pasillos. Recuerdo recorrer la ciudad en el flete con toda la escenografía de las obras de las que participaba mi mamá", recuerda.
El sustrato del río
"Siempre el paisaje implica un recorte, implica una elaboración, implica un encuadre. Esa relación entre horizonte, paisaje y cuerpo es lo que me interesa. Necesitaba volver al territorio, volver al lugar donde fue sacada esa fotografía y llevarme algo de ahí", afirma Leticia Barbeito Andrés sobre el proceso de su obra "La piedad", que consiste enteramente en sustrato de la orilla del Río de la Plata, formando un encuadre también del territorio.
Para la artista, que actualmente reside en España, su manera de ver y entender el mundo está profundamente anclada a los primeros lugares donde entrenó por primera vez sus ojos a la belleza. "Hay una configuración de mi mirada que responde directamente el haber nacido en Avellaneda y crecido en Wilde y al haber estado en contacto con el Río de la Plata desde chica, con esa distancia que organiza el paisaje a partir del horizonte. Había un interés estimulado sobre todo por mi abuela, por mirar el horizonte casi como un momento extraordinario en esa cotidianeidad de cruzar el Puente Pueyrredón juntas", afirma.
El segundo punto clave de su formación artística fue cuando a los 18 años, como muchos jóvenes del sur, se fue a estudiar a la gran capital. Más allá de su formación académica en Historia del Arte, y luego un doctorado, destaca también la fuerte impronta gráfica que tiene la capital bonaerense. Formar parte del festival de gráfica contemporánea Presión es un destacable en su propia percepción. "Creo que eso es el reflejo de una manera de hacer que tiene la ciudad de La Plata que está vinculado con lo colectivo, con lo colaborativo, con lo cooperativo", afirma.
Arte y piedra
La obra de Marcela Cabutti se inscribe en la categoría Espacio no disciplinario, y con razón. Se trata de un audiovisual llamado "El sonido de la piedra", que proyecta y brinda auriculares para escuchar el registro sonoro y visual de la Piedra Movediza de Balcarce, recuperada en la pandemia después de 50 años de olvido.
"Era un territorio que yo conocía, pero que nunca había sido mi espacio. Consulté a profesionales, a geólogos, a naturalistas, a historiadores y a vecinos del lugar para poder acercarme y entender un poco la particularidad, la búsqueda del mito de esa geología tan especial", afirma. El proceso de registro consistió en colocar pequeñas piedras de arcilla en el punto de apoyo y balanceo, junto con una serie de micrófonos, que lograron aportarle al territorio un significado que no tenía.
Por otro lado, La Plata fue protagonista de todo el camino que la trajo hasta acá. "Toda mi formación, desde los ocho años que voy al Bachillerato de Bellas Artes en adelante, se situó en las calles 8, 60 y 61. No solamente tiene que ver con mi formación, sino con la actividad docente: hace más de 30 años que doy clase en la universidad, y siempre me interesó mantenerme cercana a la ciudad, porque tiene una producción importante", afirma.
Además, existe una relación de interés para Marcela entre el presente y el pasado de la capital bonaerense. "Pensemos que esta ciudad fue una de las ciudades universitarias más afectadas por la dictadura. Hubo un corte entre las generaciones y la tradición artística. Y si algo me encanta de este momento actual es que se recuperó un sentimiento colectivo. Muchos artistas jóvenes que admiro han armado distintos tipos de galerías, residencias, espacios culturales. Me gusta esa sensación de renovación que tiene una ciudad tan pensada, tan histórica y con tantos aportes al campo del arte", concluye.
Rouge y ciudad
"Un Coreografía de ensueño o sueño de coreografía" es el título de la obra de Franco Sebastián Mehlhose que propone un puente entre arte gráfico con materiales poco convencionales. Se trata de una serigrafía donde el rouge es el protagonista y la base para la estampa.
Para realizar la obra, recolectó labiales, convirtió el material en tinta y consiguió recipientes para almacenarla con el fin de poder utilizarla para imprimir. Afirma que eso fue "casi como un juego", debido a la relación que guarda con el tipo de imágenes representadas en la obra, que tomó de un catálogo del sex shop Buttman. "Encuentro allí una relación con el juego, con lo performático, con explorar sentimientos y deseos íntimos, debido al estado de excitación en el actuamos, que nos lleva a que nuestras prácticas se guíen más por el instinto que por la razón", afirma.
Franco dió sus primeros pasos como artista junto al grupo Felina Súper Heroína conformado por artistas de distintos puntos de la Provincia de Buenos Aires. Fue durante su tesis de Licenciado en Artes de la universidad platense que comenzó a experimentar con este material poco convencional. "La Plata y su cultura de ciudad universitaria, así como el paso por varios de los espacios donde se gesta gran parte del under que la caracterizan, se ven en las imágenes que aparecen en la obra. Por ejemplo, el marco que rodea la estampa es una varilla que encontré durante un paseo, cerca de una marqueria historica de La Plata", afirma.
Barrio y patrimonio
Por último, para Emilia Hendreich, autora de la pintura "Autorretrato en el barrio", la ciudad de La Plata influyó en su producción artística en todo sentido. "En Gonet, donde vivía con mi familia, dictaba un taller de arte Cecilia Nitti. Eso me dió la pauta de terminar la escuela y anotarme en la profesorado y la Licenciatura en Artes con orientación en Pintura en Artes Visuales, la mejor decisión que podría haber tomado", afirma.
Emilia propone un cruce entre modernidad y tradición incorporando a la pintura la cultura de la foto selfie. Como indica el título de la obra, el escenario son las calles que transita todos los días. "Me es un poco inevitable separar las cosas que me gustan, los lugares que transito o las cosas que hago de lo que pinto o de lo que produzco", afirma
Además de la facultad de Artes, lo que fue decisivo para su actual desarrollo artístico fue haber trabajado en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Petorutti. "El museo tiene obra patrimonial y todos los años entran obras nuevas, era estar en contacto directo con los artistas y también con el público", afirma.