Comenzó este martes el juicio contra Oscar Emanuel Rodríguez (28), acusado por el femicidio de quien fuera su pareja y madre de una hija en común, Milagros Melina Flores (24), cometido en La Merced en 2020.
El tribunal colegiado presidido por la jueza Paola Marocco e integrado por los vocales Javier Aranibar y Federico Diez juzga a Rodríguez, quien es defendido por el abogado Rodrigo Palazzo.
La fiscala Mónica Poma, de la Unidad Fiscal de Femicidios, sostiene la acusación por el delito de "homicidio triplemente calificado por la relación de pareja preexistente, alevosía y por mediar violencia de género" en perjuicio de Flores.
La acusación fiscal señala que Rodríguez atacó a la víctima el 12 noviembre de 2020, en un terreno baldío ubicado en barrio San Nicolás de la localidad de La Merced, después del mediodía. Rodríguez interceptó a su expareja y le causó múltiples lesiones con un arma blanca en la zona del abdomen, el cuello, los brazos y piernas.
Ante los pedidos de auxilio de Flores, vecinos y transeúntes acudieron a ayudarla. El agresor arrojó el cuchillo cerca de la joven y escapó. Aunque la víctima fue trasladada en código rojo al Hospital San Bernardo y ahí fue tratada, finalmente falleció el 16 de noviembre.
Rodríguez fue detenido ese día por la policía pero se había autolesionado en las muñecas, por lo que tuvo que ser derivado al Hospital "Dr. Nicolás Lozano", de La Merced, para su asistencia.
Ayer, en la primera jornada de juicio, declararon la madre y el padrastro de Melina Flores, además de un efectivo policial y vecinos y vecinas de La Merced.
La madre de Flores sostuvo que conocía a Rodríguez por su apodo, “Chuky”, y que luego su hija le contó que estaba saliendo con él, que él había comenzado a hablarla cuando volvía del colegio. La madre dijo que no aprobaba la relación de este hombre con su hija porque no le gustaba su entorno. Por esta razón Rodríguez no iba a su casa y no tenían mucho trato.
Violencias previas
La madre indicó que la pareja tuvo una hija y que, en un primer momento, él no la quiso reconocer. Luego del nacimiento, ambos convivieron alrededor de dos años en un inmueble ubicado a dos cuadras de su domicilio, pero era una relación inestable y su hija “iba y venía”.
Sostuvo que unas dos semanas antes del ataque, Melina ya había decidido terminar con Rodríguez y quedarse definitivamente en la casa materna. Manifestó que su hija trabajaba en una finca y estudiaba en un terciario en El Carril, por lo que ella se hacía cargo de cuidar a su nieta que en 2020 tenía 3 años de edad.
La madre dijo que su hija le había contado estaba cansada del acusado y que tenían problemas por sus celos, su desconfianza y porque no aportaba económicamente para el sustento de la niña. Señaló que Rodríguez no tenía trabajo estable y solo hacía “changas".
Relató asimismo que una vez su hija llegó a su casa con un hematoma en la cara y ante su insistencia, le dijo que Rodríguez le había dado “una piña”. Indicó que sabía que su hija lo había denunciado en una oportunidad por hechos de violencia.
También sostuvo que Melina le había dicho a Rodríguez que estaba saliendo con alguien para que se alejara de ella, dado que él no quería aceptar la ruptura y la acosaba. Comentó que su hija le decía al acusado que salía a bailar pero no era cierto.
Sobre el día del hecho, la madre relató que su hija salió temprano para ir a trabajar a la finca y regresó al mediodía a buscar a su hija, que estaba en casa de la familia de Rodríguez. El imputado las acompañó hasta su domicilio. El padrastro de Melina la vio a ella, a su hija y al imputado llegar juntos mientras lavaba el auto en la puerta de su vivienda. La madre contó Rodríguez se fue y que Melina almorzó y salió nuevamente de regreso a la finca, para continuar la jornada laboral.
“Al rato escuché un disturbio afuera. Una nena –vecina- llegó gritando, diciendo que la estaban matando a mi hija. Corrí y la vi tirada, agonizaba, estaba llena de sangre. Una vecina la había socorrido poniéndole unos paños en el cuello para detener la sangre. Mi marido llamó a la ambulancia”, relató la madre.
Asimismo, la testigo recordó que en el lugar había varias personas pero no alcanzó a ver al imputado. Pudo observar un cuchillo tirado junto a su hija. Aseguró que era igual a uno que ella había visto en una ocasión en el inmueble donde Melina había convivido con Rodríguez. “El mango era raro, tenía la hoja gruesa”, detalló.