La gesta del nombre propio

En 2005, Craig Atkinson caminaba por Edimburgo y entró de casualidad en el gran bar victoriano Café Royal, cautivado por su belleza. En ese momento, Atkinson, de origen inglés, trabajaba como artista. Pero estaba cansado del trabajo solitario durante un largo período de tiempo. “Así que comencé a hacer pequeños dibujos y decidí publicarlos en pequeños libros”, evoca el muchacho que, evidentemente, había fundado sin saberlo su propio fanzine. El proyecto creció y por eso necesitaba un nombre propio. Así nació Café Royal Books. Se trata de publicaciones semanales que ponen el foco en la fotografía documental de Irlanda y Gran Bretaña, impresas y encuadernadas por una pequeña imprenta de 170 años. “Craig quería crear una manera de hacer que las obras de arte fueran accesibles a un público más amplio. La solución tenía que ser pequeña, funcional, abierta a la colaboración, asequible y funcionar independientemente de las galerías. Estas ideas siguen siendo el núcleo de lo que hacemos”, se cuenta en la web de Café Royal, que permite asomarse a un mundo donde la vida cotidiana se traduce en fotos hermosas y desprejuiciadas, con la singularidad de que la mayoría fueron tomadas desde los 70 hasta los 2000 aunque también hay registros más actuales. Sus ejemplares se venden por £6,50 cada uno. “No me gusta publicar cosas decorativas o algo tan caro que la mayoría de la gente no pueda permitírselo. Alguien dijo una vez que a menudo cuestan menos que una pinta londinense, así que lo uso como medida”, explica Atkinson. Café Royal Books ha publicado más de 500 títulos que documentan a los Panteras Negras, el carnaval de Notting Hill, la escena punk y new romantic, la escena alternativa de Manchester, los recitales de Glastonbury y marchas políticas de toda índole. Pero también, una variedad de escenarios cotidianos de las calles de Hull, Bradford, Birmingham, Liverpool, Londres y más.

Ella sólo vive en Pareidolia

Hay gente que suele ver a Jesús dibujado en su tostada o cree que los enchufes la están mirando con atención. Este fenómeno se llama “pareidolia facial”. Ahora, en un artículo en la revista Biology Letters, investigadores de la Universidad de Queensland en Australia y de la Universidad de Sunshine Coast describen cómo se propusieron investigar si la propensión a ver caras en objetos inanimado cambia durante la vida. Y el resultado es que todo depende de los niveles de oxitocina, conocida como la hormona del “amor” por su rol clave en el desarrollo de vínculos sociales. Eso no es todo: las mujeres que acaban de ser madres tienen más propensión a la pareidolia porque sus niveles de oxitocina aumentan en ese período. El equipo recopiló datos de 84 mujeres embarazadas, 79 mujeres que habían dado a luz el año anterior y 216 mujeres que no informaron estar embarazadas. Los resultados revelan que todas las participantes sí reconocieron las imágenes de rostros humanos y les resultó difícil ver rostros en las 32 imágenes de objetos inanimados que carecían de patrones faciales y que también les fueron mostradas. Sin embargo, las mujeres que habían tenido un bebé recientemente informaron que podían ver los 256 rostros ilusorios más fácilmente que las mujeres embarazadas. El equipo dice que los resultados sugieren que la sensibilidad a la percepción de rostros no es estable durante la edad adulta y cambia durante la maternidad temprana, posiblemente para aumentar los vínculos sociales.

A bajar los lienzos

En 2021, un museo danés abrió dos grandes cajas para inspeccionar dos obras que había encargado al artista Jens Haaning. Y lo que encontró fueron dos lienzos en blanco. El museo Kunsten de Arte Moderno de Aalborg había concedido a Haaning un préstamo de 532.549 coronas danesas, el equivalente a unos 76.400 dólares. El dinero se iba a utilizar para recrear dos obras anteriores de Haaning que representaban, con dinero en efectivo pegado a un lienzo en un marco, el ingreso anual promedio de un danés y un austríaco, y la considerable brecha entre ellos, lo que reflejaba además las diferencias salariales dentro de la Unión Europea. El Kunsten se tragó su orgullo y exhibió las obras al público, aún en medio de un debate acalorado: el artista había dado directivas precisas sobre el montaje de la obra, llamada “Toma el dinero y huye”. Ahora que la decisión fue bajar los cuadros, un tribunal de Copenhague ordenó a Haaning que reembolse la mayor parte del dinero (unos 70.600 dólares), así como el equivalente a 11.000 dólares adicionales en honorarios legales. “Estoy en shock, pero al mismo tiempo es exactamente lo que había imaginado”, dijo Haaning a la emisora ​​pública danesa DR. El museo, por su parte, se cuidó de objetar la obra. “No somos un museo rico”, se excusó Lasse Andersson, su director, y explicó que el dinero procedía de reservas destinadas al mantenimiento del edificio. “No gastamos más de lo que podemos permitirnos”, agregó con envidiable diplomacia.

Las armas secretas

Se estima que un tercio de los alimentos que se compran en el supermercado se tiran al llegar la fecha de caducidad que figura en el envase. Sin embargo, ese ketchup que quedó al fondo de la heladera merece una segunda oportunidad, porque puede convertirse en un excelente pulidor de superficies de metal. El café que ya no se usa puede transformarse en repelente para mosquitos. Y la salsa de tomate vencida es ideal para hacerse un baño de crema y dejar el pelo brillante. Así, uniendo cuidado del medio ambiente con ideas más o menos prácticas, surgió Reusables, un filtro con realidad aumentada que se puede abrir a través de Instagram y que ofrece usos alternativos para dar una segunda vida a los alimentos caducados. Este filtro fue creado por la agencia de publicidad De La Cruz Ogilvy, de Costa Rica, para el supermercado SuperMax. “La idea fue cambiar el concepto: en vez de ‘usar para’, la idea es ‘usar por’. Es decir, crear una utilidad alternativa para todo eso que ya no usamos”, explicó Carlos Thompson, presidente de la Cruz Ogilvy. “La tecnología fue nuestra mejor aliada en el proceso de identificar un gran recurso. ¿Qué mejor que usar algo tan cercano a la gente como lo es el celular? Apostamos y vemos el resultado en Reusables”, agregó. El programa no sólo busca dar una segunda vida a los alimentos, sino que muestra qué se puede hacer con los envases. “Esta es la primera vez que se usa un filtro de Instagram para llevar un mensaje y educar sobre un problema que no solo está afectando a Puerto Rico, sino al mundo entero”, aseguraron los gerentes del supermercado. Rafael Reina, uno de los creativos del proyecto, explicó que estuvieron alrededor de un año haciendo algunas experiencias para que el filtro fuera de acceso sencillo en todas las plataformas y también en la web reusables.ai, donde es de uso libre para todo el globo. De hecho, la plataforma está escrita en inglés y en castellano. En ella se ven latas de conserva y productos empaquetados flotando sobre un suelo con basura. Después aparecen los productos en colores vibrantes, con la info sobre para qué puede usarse casa cosa, junto a videos explicativos que además circulan por TikTok. Así, un envase de crema de maní se convierte en terrario. La maizena sirve para calmar quemaduras del sol o desatar nudos. Y los fetuccini devienen en aliados biodegradables para mezclar la coca y el fernet. Porque acá no recicla el que no quiere.