“Amo Buenos Aires, me vuelve loco”, repite Juan Robles durante la charla con el NO. El cantante, pianista y compositor de 20 años nacido en Mar del Plata se instaló en el barrio de Balvanera a comienzos de 2022 y todavía está perfumado por el encantamiento de los primeros meses. “Me vine a estudiar, componer y laburar con la música dentro de mis posibilidades. A expandir el cosmos musical”, cuenta.

De hecho, su nuevo disco, Tambores de arena (2023), está atravesado por la “inyección de energía” que le dio la ciudad y su vorágine cotidiana. “Me fui de Mar del Plata para recibir nuevas informaciones de una ciudad como Buenos Aires, a la que amo y siento completamente propia. La elegí para vivir, no sé si para toda la vida, pero sí para gran parte de ella”, explica Juan, que se va a presentar el 13 de octubre en Niceto Bar (Niceto Vega 5507).

Si bien el título parece evocar a un imaginario de música afro-rioplatense, playero y estival, la cosa va por otro lado. No hay tambores, ni candombe, ni canciones dedicadas a amores de verano. Hay, más bien, barroquismo, collage sonoro, frenetismo y algo de suciedad urbana.

“Nosotros estamos todos locos, el argentino en general, todo lo que está pasando. Creo que si sos honesto, tenés las antenas funcionando y hacés música, es inevitable que haya un poco de heterogeneidad, locura y experimentación”, entiende Juan y dice que intenta “empaparse de lo que sucede en la calle” para componer. “Siento que en la música actual está faltando un poco de fuego o riesgo. No hay ganas de lograr un sonido nuevo. Suena todo muy quieto. Por eso intento ir un poco a contracorriente”.

► Barroquismo cuchillero

El disco está cargado de estímulos, sonidos, palabras y climas sonoros. Es caótico y bello. Hay canciones, como Cuchillos en Balvanera, que guardan la tradición del rock argentino y el tango. Y también hay piezas más experimentales y frenéticas, como Estocada final o La venganza de el gran hampa, con voces procesadas y todo. O interludios flasheros, como Espasmo.

“No fue pensado. A medida que lo iba componiendo lo iba armando con la computadora”, devela sobre el proceso creativo. “Siempre compongo con el piano o la guitarra. Automáticamente los empezaba a lanzar en el Ableton y empecé a cargarlo sin querer, medio delirando. Fue un proceso de total soledad y experimentación. Pero no fue la pretensión realmente”, dice, a propósito del evidente barroquismo.

  • ¿La intención fue explorar, jugar y experimentar?

Sí, quería hacer una amalgama de muchas cosas y que sean diferentes a lo que se escucha hoy en día. Todo suena muy parecido a otra cosa. Intenté, mal o bien, correrme por completo de todo casillero.

  • ¿Y qué te incomoda o aleja de lo que escuchás?

Es que no dicen nada. Están aletargados. Es como una copia de algo, no hay información nueva, no hay agitación. No porque diga que haya que hacer algo con un contenido específico o contestatario. Me refiero tanto a las palabras que se usan como al sonido. Entonces, eso me pone un poco nervioso. Me gusta mucho escuchar música y el compromiso que le pongo como oyente también me hace enojar cuando veo que los artistas no están interesados en cambiar las reglas del juego.

Tambores de arena es el tercer LP de Juan Robles, que ahora vive en Buenos Aires | Foto: Cecilia Salas

Hacer obra

Juan dice que se olvida bastante rápido de lo que hizo. Enseguida pasa a otra cosa. Este disco, de hecho, ya es viejo para él. Ahora está componiendo y seleccionando nuevas canciones para otro disco que saldrá pronto. El primero que publicó fue Notas de voz, hace cinco años, cuando apenas tenía 15 . “Igual lo borré, no está en ningún lado. Sonaba bien, pero me dejó de gustar”, confiesa. Tres años más tarde, lanzó Perspectiva Buksed (2022), un álbum grabado y filmado en vivo. Le interesa hacer obra, algo que aprendió de Los Beatles, una de sus bandas favoritas.

Se considera pianista y ha estudiado con varios profesores particulares. “En un momento tuve una formación académica, aunque nunca le di pelota”, dice. Iba al Polivalente de Arte en Mar del Plata. “Me tuve que cambiar de escuela. Me llevé piano dos años, por eso me tuve que ir”, revela el también guitarrista. “La mayoría de las canciones nacen de la guitarra y después se complejizan con el piano”.

Si bien en su música aparecen influencias del rock alternativo, el trip-hop y la música electrónica, el tango es una fuente importante en su formación. Su padre es cantor de tango y su madre bailarina. “Todo mi ambiente familiar y de amigos de ellos son músicos de tango. Siempre desde chiquito estuve metido en los bares de tango, en las barras esperando hasta las seis de la mañana, pero completamente enamorado de eso. Es uno de los géneros con mejor mitología de todos”, resalta.

“Tengo tango por todos lados. No lo puedo evitar, las melodías, las palabras y las historias van por ese lado”, sostiene. “El léxico de las canciones tiene mucha conexión con el lunfardo, con una cuestión medio canallesca. El humor también aparece dentro de toda esa oscuridad. No son cosas que escuche actualmente, pero ya las tengo enraizadas fuerte, el rock argentino y el tango”, entiende.

  • ¿Fuego desatado es una especie de tango?

Puede ser, no lo sé. La letra es muy tanguera. Las descripciones claras y concretas se conectan mucho con el tango porque hay muy pocos géneros que cuenten cosas claras, contundentes, sin hablar de grandes problemas o grandes situaciones, sino decir "la calle", "el vaso", "la llave". Y que transcurra en dos o tres estrofas. Me interesan los relatos de personajes con la violencia contenida y cómo eso explota y se desarrolla. Me gustan los colapsos y las personas perturbadas para cronicar en las canciones.

“Esa cosa de cambios constantes, de grandes picos de alegría y de tristeza y a la vez de euforia y violencia que tienen las canciones tienen que ver con Mar del Plata”, entiende Juan sobre la identidad de su música. “En Mar del Plata en un mismo día te podés cagar de calor y después puede nevar de la nada. Entonces, imagino que tiene que ver con eso”, grafica. “Es una ciudad muy extraña, yo medio que me escapé”.

  • ¿Por qué es una ciudad extraña?

Tengo una relación de amor-odio total con Mar del Plata. Si no fuera por tantas cosas lindas que han pasado, que la gente genera con mucho esfuerzo en términos culturales y políticos, tendría una relación aún más distante de la que tengo. Pero hay mucha gente intentando que sea una ciudad más linda.


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