Por primera vez, parte del material del Archivo Biográfico Familiar de las Abuelas de Plaza de Mayo será compartida a la sociedad. La pieza performática La memoria futura, las voces de las Abuelas se estrena este jueves en el Parque de la Memoria --salvo que llueva-- y tendrá funciones este viernes y sábado y la semana próxima (el 28, 29 y 30), siempre a las 16. La propuesta está centrada en la historia de vida de ocho Abuelas e invita a grupos reducidos de espectadores a seguir a las actrices en una caminata por el predio. Su directora, Luciana Mastromauro, da a Página/12 todos los detalles de esta singular propuesta.
En 1998 Abuelas impulsó la creación de este archivo, con el objetivo de reconstruir la historia de los desaparecidos cuyos hijos fueron apropiados durante la última dictadura militar. Sus propios relatos, los de otros familiares, amigos, compañeros de militancia y de cautiverio de les desaparecides componen cada archivo, permitiendo a cada nieto restituido conocer su origen y su historia.
"En medio de la pandemia, en 2020, la institución manifestó la inquietud de buscarle instancias públicas al material. Se hicieron reuniones muy grandes por Zoom con artistas de distintas disciplinas e investigadores y gente que había pasado por el archivo, colaborando y haciendo entrevistas. La pregunta era cómo abrirlo, qué se podía compartir, qué no, qué sentido tenía compartirlo, para quiénes y de qué forma", recuerda Mastromauro. Precisa que el grueso del archivo lo componen entrevistas grabadas y material documental (fotografías, dibujos, objetos fotografiados pertenecientes a les desaparecides).
"Está pensado por casos de Abuelas. Es un complemento al Banco Nacional de Datos Genéticos, con otra pata: la historia de vida más social, no biológica. En principio, la inquietud de hacerlo fue porque muchas Abuelas fallecían sin encontrar a sus nietos. Entonces se grababan para que no se cortara la transmisión generacional", añade la artista.
La potencia de la performance --en la que actúan Florencia Bergallo, Gaby Ferrero, Karina Frau, Juliana Muras, Andrea Nussembaum, Susana Pampín, María Inés Sancerni y Frida Jazmín Vigliecca-- tiene que ver con el hecho de que el archivo, hasta ahora destinado exclusivamente a nietos y nietas, se abre a la comunidad.
"Es un material que hay que recortar de algún modo. Podríamos habernos enfocado en los tíos, los hermanos u otros aspectos. Trabajamos con las entrevistas hechas a Abuelas, que cuentan a sus nietos su propia vida, quiénes fueron sus padres y cómo es la historia familiar", dice la dramaturga y directora.
Primero realizó un trabajo de investigación, sobre 144 entrevistas, junto a Daniela Drucaroff, Romina Bozzini y Marisa Salton, "compañeras que trabajan en Abuelas". Fue un año completo de lectura y escucha. La decisión más difícil fue elegir los casos a incluir en la pieza. "Los criterios fueron que hubiera cierta diversidad en las historias, que no fueran todas de Buenos Aires, o institucionalizadas, que los casos no tuvieran las mismas características. Queríamos que las historias que eligiéramos remitieran al colectivo, más allá de que cada relato es personal e íntimo", cuenta Mastromauro. La dramaturgia es compartida con Eugenia Pérez Tomas. Esta segunda instancia implicó trabajar sobre la "potencia poética" que los relatos contenían en sí mismos. "Tratamos de condensar y de encontrar la esencia de cada voz. Ellas cuentan cosas espectaculares. Quisimos agarrar las perlitas, sin editar tanto. Son las palabras de las Abuelas, pero hay una fuerte operación. Fue un equilibrio entre no inventar y a la vez generar potencia poética."
Las voces pertenecen a las abuelas Buscarita Roa, Sonia Torres, Petrona Izaguirre, Delia Giovanola, Kita Fracchia, Rosalía Muñoz, Irma Ramacciotti y Elsa Sánchez. La pieza propone cuatro recorridos que inician y finalizan al mismo tiempo en el Parque (Avenida Costanera Norte Rafael Obligado 6745). La entrada es gratuita (ya están agotadas para las funciones de esta semana). Grupos reducidos de espectadores -promedio: 15 personas- seguirán a dos actrices que narrarán en primera persona las historias de vida que fueron fragmentadas por la violencia estatal. Es decir: si se asiste sólo una vez no se contempla la totalidad del espectáculo, sino una parte (dos historias). Los cuatro recorridos simultáneos van dejando sus huellas con cintas que se despliegan en el entorno. Al final, las caminatas convergen en un punto común en el que intérpretes y participantes se reúnen alrededor de un entramado de "objetos de memoria".
El proyecto es iniciativa de Abuelas y el Goethe-Institut Buenos Aires, y cuenta con el respaldo del Fondo Internacional de Coproducción del Goethe. También, con la colaboración del dramaturgista alemán Aljoscha Begrich. Tendrá una versión en Berlín, el 28 de octubre, en Ballhaus Ost, espacio dedicado al teatro independiente. Como instancia final del trabajo se prevé el desarrollo de un “monumento digital”, en el que el material utilizado será volcado en una página web para que las voces y los documentos sean accesibles "para siempre" y "como una forma de memoria para el futuro".
-¿Qué sentido le das a la pieza en este contexto social y político, cuando la derecha plantea una revisión sobre lo sucedido en los setenta que relegitima la violencia represiva?
-En principio esto nos desconcertó bastante, porque cuando empezamos a pensar el proyecto el contexto era muy distinto. Compartir el archivo era un gesto superador por parte de Abuelas. Daba la sensación de que había cierta madurez, como si ellas se despegaran. Las historias son muy personales pero este es un gesto de universalizarlas, como si fueran de todos. De repente nos encontramos con un contexto a la inversa, de negacionismo, que nos conduce a volver a decir todas las cosas de nuevo. Tengo una sensación de desconcierto, pero creo que hay algo muy sensible en el material que vuelve a conmover. En el transcurso del trabajo me habían caído fichas, como si tuviera que entender de cero. Eso puede acompasarse con algo de la época: hay que explicar todo otra vez. Qué significa robarle un niño a alguien o el gesto de la desaparición. Tiene algo muy remanido pero no podemos dejar de pensar en volver ahí para dar la discusión política.