En una entrevista que le realizara Judith Miller (hija de Lacan) a Rosine Lefort –reconocida analista- subraya “la pureza del curso de su análisis” (1) con el Dr. Lacan. “Recuerdo dos sueños: en el primero, que tuve a la edad de diecisiete años, fui sucesivamente un pajarito, un pez y un diablillo. Diablos, seguí pasos, pistas sin que yo supiera quién las hizo. Al final de la sesión durante la cual le conté este sueño, Lacan me dijo: “Adiós, diablilla”. Después de muchos años, me pareció extraordinario porque efectivamente era lo que había que recordar desde el punto de vista de la huella.  

Este fragmento explica tanto una temporalidad completamente diferente del inconsciente como los efectos de una interpretación. De hecho, R. Lefort tuvo este sueño a los diecisiete años, lo cuenta en análisis más de diez años después, y es “después de muchos años”, que toma la medida de lo que la interpretación de Lacan llegó a fijarle.

El inconsciente interpreta: el tiempo 1, el del sueño a los diecisiete. El sujeto analizante interpreta: contando este sueño en sesión, más de diez años después. El analista interpreta: con este apóstrofe “Adiós, diablilla” al final de la sesión. La retroacción: recuerda, “me pareció extraordinario porque efectivamente era lo que había que recordar desde el punto de vista de la huella”.

Este significante, “diablilla”, detona en comparación con los otros de la serie “Fui sucesivamente un pajarito, un pez y un diablillo”. Esto es lo que dice al respecto, en el relato del sueño, que indica el valor del goce y la posición del sujeto en lo que afirma: “Diablos, seguí pasos, huellas, sin que yo supiera quién los hizo”. Lacan lo recogió devolviendo esta dirección “Adiós, diablilla”.

No hay adición de significación sino un desplazamiento en relación con el imperio del sentido. El efecto de la sorpresa y la verdad opera, produciendo para el sujeto un conocimiento sobre el singular anudado de su discurso con su cuerpo.

La explicación de R. Lefort de esta interpretación analítica ilustra que “el inconsciente siempre está atrapado al ras del discurso, en la superficie”, como indica Christiane Alberti, recordando la declaración de Lacan durante su conferencia en Baltimore en 1966, de que el inconsciente es “lenguaje concreto [...] que la gente habla”.

1-Lefort R., “Le chemin de crête sur la dune”, La Cause freudienne, n° 66, 06/2007, p. 95.

Psicoanalista en Toulouse.