Los argentinos que viajan a Brasil se sorprenden de que en el país vecino nadie piensa en dólares. Los comercios no aceptan pagos con la moneda norteamericana. Los precios de las propiedades se establecen en la moneda local. Incluso cuando se devalúa su moneda frente al dólar, el impacto en los precios internos es bastante bajo. ¿Qué explica tan gran diferencia respecto al comportamiento de la economía Argentina? Una de las claves de ese dispar comportamiento hay que buscarlo décadas atrás.
Entre la década del sesenta y los noventa del siglo pasado, la economía brasileña se encontraba sumergida en un largo proceso inflacionario. La tasa de aumento de los precios había escalado de los dos dígitos a los tres, luego de que la suba de la tasa de interés dispuesta por la Reserva Federal de los Estados Unidos desencadenara la crisis de pagos de las deudas externas en los años ochenta.
Una serie de programas de estabilización habían fracasado y el riesgo de una hiperinflación similar a la ocurrida en Argentina a finales de los ochenta también amenazaba al país vecino. Sin embargo, el uso del dólar tanto como reserva de valor como unidad de cuenta, no había prosperado.
La razón de ello no sólo se encontraba en la prohibición legal para las personas de comprar dólares (que no regía para las empresas) ni acumular activos en el exterior, establecida en aquellos años. Sino también a que el gobierno de Brasil emitía unos títulos indexados, similares a nuestros bono CER o la cotización del UVA, denominados ORTN (obligación reajustable del tesoro nacional) cuyo valor se reajustaba mensualmente según la evolución de los precios. Esta cotización fue utilizada para indexar la mayoría de los contratos financieros y su uso se extendió para la fijación de precios entre las empresas, la política cambiaria y de tarifas, entre otros.
El uso de un título indexado para fijar precios en un contexto inflacionario, que también se había extendido en Chile de la mano de la UF (Unidad de Fomento), tenía la ventaja de no fomentar la dolarización de la economía, pero extendía la indexación de los precios por lo que la inflación adquiría un carácter fuertemente inercial de muy difícil resolución.
Fue entonces que los economistas Persio Arida y André Lara-Resende tuvieron la idea de utilizar los ORTN como el componente central de un programa de estabilización. El primer paso de la propuesta era extender la denominación en valores indexados a los salarios, alquileres y cualquier otro precio de la economía. Cuando el proceso de indexación se había llevado al extremo y todos los precios e ingresos se habían fijado en valores indexados, el programa planteaba la sustitución de la moneda nacional, el cruzeiro, por la moneda indexada. De esa manera, todos los precios e ingresos que ya mantenían un valor estable en ORTN, pasaban ahora a estar estables en la nueva moneda que, al desaparecer el cruzeiro, dejaba de estar indexada.
El Plan Real, tal como se denominó, no sólo fue exitoso en resolver el largo proceso inflacionario, sino que también, evitó atar la economía al dólar como había generado el contemporáneo plan de convertibilidad en Argentina.
@AndresAsiain