Cuando alguien en algún momento del curso de la historia humana se pregunte que era un demócrata, la respuesta inapelable tendrá el nombre y apellido de Mario Wainfeld. Hombre lucido e implacable observador del día a día dentro de la rueda de la historia argentina. Respetuoso de todas las líneas editoriales dentro del marco democrático, Mario fue un ejemplo dentro de la vida periodística. Periodista de periodistas, escritor y docente universitario. Toda injusticia tuvo su mirada reprobatoria, viniendo de donde viniera el asunto. Amante de las humanidades, su vida pública no fue solo por el andarivel de la política. Cuando veo a tanta gente perdida, asustada, de a pie y no tanto, intelectuales dentro de su burbuja dictaminando a quién votar y a quién no y a jóvenes reacios a participar del futuro de la vida democrática argentina en estos tiempos de cambio, pienso en la valentía y el poder de lucha de un hombre que nunca cedió a sus ideales y supo debatir y compartir cualquier suceso que aconteciera en el ámbito democrático con la claridad de un hombre de leyes y el norte del amor por su tierra y su gente.
Adiós, Mario querido! Vamos a extrañarte un montón.
Mi abrazo fuerte y todo mi amor a sus amigos y familiares.
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