Entre la extensa historia de las ciencias sociales, la disciplina de Freud, Lacan y otros, ha escrito sin dudas, algunas de las páginas más necesarias para pensar y reflexionar acerca de las conductas y las emociones de las personas, en su interioridad y en relación con su entorno.
En ese contexto y desde la Fundación Cultura analítica, esta noche a las 20 se presentará, de manera híbrida, un nuevo libro, compilado por Carlos Ibarra y publicado por el sello de la FCA. Para recorrer sus particularidades, Alejandra Borla, parte del equipo editorial, se presta al diálogo y adelanta: “el lenguaje psicoanalítico no debe ser hermético para tener un lugar de autoridad entre otros discursos”.
-PoliSfonías, el tercer libro de la editorial de la FCA. En el título aparece con fuerza el psicoanálisis, pero también la literatura y la música ¿existen puntos en común, intersecciones entre estas disciplinas?
-El psicoanálisis siempre recurrió a otros campos académicos o culturales para explicitar sus conceptos, y esto es así porque los sujetos con los que trabaja son efecto de un campo cultural, de una sociedad, además de las determinaciones familiares y las elecciones particulares que realiza en su vida.
-En la introducción se destaca que hay un deseo de plasmar en lo escrito un estilo de trabajo ¿a qué se refieren puntualmente?
-La Fundación lleva por nombre “Cultura Analítica”, y esta equivocidad responde a la necesidad de generar un campo cultural, en el sentido de Ilustrado, entre quienes la conformamos, pero también de poner a disposición de la ciudad en que vivimos las lecturas que pueden hacerse desde el psicoanálisis acerca de hechos sociales y culturales. Este movimiento sucede a su vez en cada ciudad donde hay una institución vinculada al psicoanálisis de la orientación lacaniana. De hecho, hay muchos reportajes sobre temas diversos en Página/12 que dan cuenta de eso. Por otra parte, en la Fundación realizamos actividades epistémicas y culturales, que hacen a la formación de un analista (investigación, clínica y el propio análisis) y que tienen que ver también con conocer las diferentes voces de la cultura en la que realizamos nuestra práctica analítica.
-En sus propuestas se evidencia la diversidad…
-En nuestras actividades invitamos a conversar a amigos de otros campos, artísticos y académicos. Presentamos libros de autores locales, como Necrópolis, de Mario Flores. Y, de hecho, la próxima actividad de este tipo será una conversación en torno al libro de Raquel Adet , Historia contada. Entonces, podemos decir que el “estilo” de trabajo es la conversación, en el sentido que lo propone Ricardo Piglia, para quien, a diferencia de las entrevistas (en las que domina una voz) o los diálogos (que conectan con viejas tradiciones letradas y académicas), “la conversación supone una relación más cercana entre los interlocutores y permite que el registro crítico no pierda su conexión con lo local y las formas afectivas y personales”. En el primer libro de la editorial, Voces de la ciudad en el psicoanálisis, al final, hay tres páginas donde como agradecimiento mencionamos a cada uno de los que nos acompañaron en estas actividades desde los inicios. Verán que hay amigos de letras, música, artes plásticas, filosofía, antropología, etcétera, y la tapa representa a través de la imagen de una mesa, este estilo de trabajo, lejos de cualquier academicismo.
-En la misma línea, y en un contexto donde la virtualidad y lo digital ganan terreno ¿cuál es el mayor desafío de llevar al papel un volumen recopilatorio?
-Más allá de las variables materiales y económicas, que ya son una constante, se trata ante todo de contribuir a que no se pierda cierta tradición de lectura vinculada al cuerpo: el peso del libro, las sensaciones olfativas, táctiles de la página en papel, el cuerpo comprometido en una cierta quietud -pausa, podríamos decir para contrarrestar la exigencia de inmediatez de estos tiempos-, y en la apropiación que significa el subrayado o la nota al margen del texto, y que permite una cierta complicidad entre autor y lector y hasta diría ¡la escritura de un nuevo libro! Quizá el desafío, o la apuesta más bien, consistió en armar una editorial, como una manera casi empecinada de defender las publicaciones en papel… la circulación de mano en mano, en un gesto que diría que es hasta de amistad, de ese objeto precioso que es un libro.
-Propician “una política de instalación del psicoanálisis en la cultura, para constituir un polo de difusión en la región y en el país”, ¿qué los motiva a hacerlo?, ¿cuál es el impacto que tiene el psicoanálisis en el quehacer cultural en particular y en la sociedad en general?
-El impacto del psicoanálisis nunca estuvo vinculado a su divulgación de masa, antes bien, se advierte en la incidencia que tiene en cada una de las personas que inician y sostienen un tratamiento: un cambio de perspectiva sobre su vida que hace posible vivirla de un modo menos sufriente. Y esto, a su vez, provoca efectos en su entorno, ya sea en el amor o el trabajo. Considero que en función de dar respuestas cada vez más rápidas y acordes a las exigencias de productividad, éxito y consumo, se ofrecen soluciones inmediatas que no lo son para la persona que consulta, sino para el circuito productivo o social que lo exige. Esto no siempre resulta en el bienestar de cada uno y el psicoanálisis atiende a eso antes que al mercado. Quizá por eso no se recurre tanto a él, ¿no?
-En la publicación se reúnen voces de la región, del país y del otro lado “del charco” ¿qué les aportó esa diversidad geográfica que repercute, de una u otra manera, en los materiales recopilados?
-No somos kantianos, es decir, no confiamos en máximas universales, y tampoco, como Tolstoi, consideramos que conociendo la propia aldea se conoce el mundo. Estamos atentos a lo que sucede porque tarde o temprano el impacto de los cambios económicos y sociales llegan a nuestra región, y a veces podemos aprender de las soluciones que encontraron en otras latitudes, y por qué no, de los errores que puedan haber cometido.
-Los y las compiladas reflexionan sobre un tríptico temático que conjuga las categorías de discurso, ciudad y cuerpo ¿cómo seleccionaron esos ejes de trabajo y por qué los consideran relevantes?
-Ese tríptico es un modo de articular distintos elementos. Por un lado, los discursos, que remiten a coordenadas generales de época, como podría ser la lógica de mercado, que se particulariza de acuerdo con la trama formada por coordenadas de tiempo y espacio. Además, la narrativa que implica una ciudad (sus tradiciones, insignias, ritos, idiosincrasia, lengua) y también los sujetos y sus cuerpos, que en ese “caldo de lenguaje”, como nombra Lacan la cultura, realizan sus elecciones e intercambios. La ciudad no es sólo el escenario donde se desarrolla la vida pública y privada, sino que constituye un texto que se puede leer. “Salta, tan linda que enamora” dice un cartel con el que uno se encuentra al ingresar a la ciudad, y luego se hizo slogan. Bueno, Freud dice que la estructura del enamoramiento al implicar la idealización del objeto de amor, trae aparejada el cese de la crítica, y con ello la imposibilidad de ver sus distintos rostros.
-¿Las perspectivas sobre la corporalidad, se emparentan con el feminismo, la ESI o la libertad sobre la propia materialidad de cada persona?
-De hecho, sí. Hay artículos donde se propone una lectura de esos temas y que son sólo eso: una lectura. Digo, no pretenden recubrir o tener la última palabra sobre eso, ya que como esos movimientos afecten a cada uno, así como las repuestas que cada uno invente, dependerán de las coordenadas en que construyó su vida. El tema del cuerpo es un tema complejo que va más allá de las características físicas, exige una construcción que no es sin los elementos subjetivos, sociales y por supuesto de época, que pueden facilitar o complicar su uso. En este momento, por ejemplo, el cuerpo es usado como campo de batalla antes que como sitio de placer, y a veces discursos que se pretenden liberadores terminan encerrando a las personas en respuestas estereotipadas que sólo les ocasionan sufrimiento.
-Además de los destinatarios específicos, ¿este libro fue pensado para el público en general?
-Sí. Y te gradezco la pregunta porque me permite dar una vuelta a ese “estilo” de trabajo que mencionaste antes: quienes estamos en la Fundación entendemos que el lenguaje psicoanalítico no debe ser hermético para tener un lugar de autoridad entre otros discursos. Antes bien, hacemos el esfuerzo de traducción necesario para que pueda ser escuchado, en este caso leído, por la gente que quiera recurrir a él. Jacques-Alain Miller, psicoanalista, lo dice mejor que yo: “lo complejo no tiene por qué ser tan complicado, y lo sencillo no es tampoco tan simple”.
-Esta compilación se suma a Voces de la ciudad en el psicoanálisis y Una aventura por la literatura infantil ¿hay puntos de contacto entre los tres libros que, hasta ahora, integran su catálogo?
-Una toma de posición en defensa de la singularidad, esto es de las soluciones que cada uno encuentra, analistas y analizantes, a las dificultades en su vida. En el caso de Voces y Polisfonía, esto se extiende a problemáticas actuales, y a veces no tanto, que desde un discurso oficial pretenden regular los estilos de vida de las personas. El discurso del psicoanálisis es un discurso advertido del peso que tienen los ideales en la elección de un modo de vida, y de cómo éstos ideales son siervos de la sociedad -como ya lo señaló Lacan en al año 1964, así como advirtió que el avance de los mercados comunes sólo traería efectos cada vez más despiadados de segregación.
Podríamos decir, que nuestros libros tienen como política editorial una lectura advertida de los fenómenos de época en defensa de la particularidad. Esto se sostiene de un postulado ineludible para quienes practicamos el psicoanálisis: no hay una verdad, así como no hay una palabra que signifique lo mismo para dos personas; el diccionario es sólo un recurso académico, que si no se utiliza para advertir las diferencias en el uso que hace cada quien de una palabra, es letra muerta.
-¿Por qué el psicoanálisis, en pleno siglo XXI, aún aporta perspectivas valiosas para pensar a la humanidad?
-Si pensamos que la realidad está tejida de ficciones, eso es un discurso, y nos acercamos a la lectura del psicoanálisis. Podemos encontrar que el psicoanálisis precisamente trabaja con esas ficciones. “La verdad tiene estructura de ficción”, decía Jacques Lacan y podemos constatarlo no sólo en las diferentes versiones que alguien va armando sobre su historia a lo largo de su vida, sino también en los resultados de las últimas elecciones, ¿no? El inconsciente es siempre actual, y opera a espaldas de toda conciencia o razón, produce tropiezos, inconsistencias, en las cuales podemos, si lo queremos, leer una verdad.
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