Como todos los años, Dalmiro Acosta, integrante de la comunidad wichí San Felipe, en Rivadavia Banda Sur, volvió a denunciar la falta de agua apta para consumo humano. Contó que por esta circunstancia quienes viven en el lugar deben abastecerse del agua de un madrejón, donde está estancada desde las últimas lluvias de abril y que también es usado por animales.
Desde la Municipalidad de Rivadavia Banda Sur, el secretario de Gobierno, Rolando Rojas, dijo a Salta/12 que en este, como en otros parajes del municipio a cargo de Leopoldo Cuenca, hay operarios de la comuna contratados para hacer funcionar los pozos de agua que abastecen a quienes están conectados a la red domiciliaria. “Se les paga el combustible para el grupo electrógeno que permita hacer funcionar la bomba”, afirmó.
“En realidad hay un pozo de apenas 13 metros de profundidad quee fue hecho por el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas). Pero lamentablemente tiene un alto porcentaje de arsénico y no se puede usar para consumo humano porque de hecho ya hubo casos de niños que se enfermaron a causa de esa agua”, dijo Acosta al contestar a las afirmaciones del funcionario rivadaviense.
Acosta advirtió que hay 12 viviendas conectadas a las cañerías que llevan agua, cuando en la comunidad San Felipe son 45 familias. Y como ejemplo de la presencia de arsénico indicó: “si sacás un poco (de agua) y derramás sobre la superficie se pone blanco y lo que queda es algo así como la sal”.
Frente a ello, defendió el pedido constante de que se entregue agua potable con un camión cisterna. “Pero el camión pasa escasamente una vez al mes y si lo pedimos no nos responden de inmediato, sino que llegan a las dos semanas de haberlos llamado”, detalló. Pero Rojas sostuvo que la respuesta es inmedita: “Apenas llaman se gestionan y los camiones con agua van”, respondió no sin antes advertir que el territorio “es inmenso”.
Acosta afirmó que como el agua potable escasea, la gente del lugar busca el recurso en el madrejón que hay en la misma comunidad, que aún conserva agua que se estancó en las lluvias de abril pasado. Sin embargo, Acosta contó que el reservorio de agua es también utilizado por animales que pastan en la zona, donde continúa la sequía. Estos animales suelen entrar al agua y a veces dejan sus desechos también en ese mismo lugar, por lo que esta agua no sería apta para el consumo humano.
Alternativas de solución
Acosta entendió que en la zona es preciso buscar agua “buena” a través de la perforación de un pozo profundo o en todo caso que se gestione una “planta potabilizadora” para aprovechar el recurso que proviene del río Bermejo, cuyo caudal atraviesa un sector que está a tres kilómetros de la comunidad.
Aseguró que la escuela 4198, de la comunidad, también cuenta con un pozo que “se secó hace diez años”. Pero pese a los reclamos de cada uno de los directores a cargo del establecimiento para que se construya un pozo nuevo, “no hay respuesta hasta el día de hoy”.