Hace un tiempo, a caballo de la retromanía, Alejo Valdearena tiró en chiste en Facebook que volvía 4 Segundos, su obra más popular. "Me gusta", comentarios, compartidas. Una, dos, miles. El posteo comenzó a viralizarse y el guionista no supo ni cómo bajarse. ¿Por qué un cómic nacional lanzado hace 25 años sigue generando tanto? Será, tal vez, su humor cercano, costumbrista. O, en una de esas, el siempre ganchero formato sitcom. O, bueno, quizás, que salió publicado bajo la órbita de la revista Lazer, la más hitera de toda la movida del fandom nacional.

Se leyó muchísimo. En sus ediciones de Pipa Bang, que corrían entre los dedos de todos los pendejos que fueron a Fantabaires. O en las de la antología Ultra, que tenían una tirada criminal y que se prestaban en los recreos entre todos los guachos del colegio. El cómic supo sintetizar el espíritu de la Rock & Pop, de Caiga Quien Caiga, de la TV canchera y de toda la ranchada de finales de los ‘90. Y hasta salía promocionado en las páginas de los suplementos juveniles de aquel entonces.

4 Segundos es esencialmente un Zeitgeist, un hijo de su tiempo. "Es la puerta a la modernidad y la entrada al nuevo milenio para la historieta nacional. Contiene instantáneas que siguen plasmándose en risas hasta el día de hoy", aporta David el Saxofonista, arqueólogo del cómic nacional noventero y dosmilero.

Como sea, por la razón que sea, 4 Segundos sigue clavado en el hipotálamo de varias generaciones. Esas historias de pibes, sencillas, adultescentes, algo inmaduras, que se regodeaban en tropos tan perfectos como el levante, las juntadas, la amistad, el trabajo y la sexualidad, calaron profundo en los millennials tempranos y en la Generación X. Y, ahora, ese pináculo de los slice-of-life argentos cumple 25 años.

► Perdedores hermosos

"No son chabones ganadores. Son chabones segundones", le dice al NO Alejo Valdearena, su creador, desde la catalana Santa Susana. Por eso, su nombre: 4 Segundos, 4 segundones. "Es un título compacto", refuerza el guionista, cuya historia comienza en el año ‘98, cuando Alejo y el dibujante Feliciano García Zecchin cursaban Diseño en la UBA. El mito de origen cuenta que Feliciano vivía junto al dibujante Pier Brito y que en esa casa de Villa Urquiza hacían base varios (Edu Di Costa, quien fuera su colorista, y el fallecido Pablo Ruiz, vicepresidente de la Editorial Ivrea, entre otros). Ahí escribían artículos de Lazer, dibujaban, craneaban proyectos.

"Lo primero que hice fue una antología que se llamó Fiebre de Sábado. Eran cuatro pibes cuyas historias sucedían los sábados. Tuve una premonición de bajarme de eso, pero los personajes ya me habían gustado", relata Valdearena, sobre el antecedente directo de 4 Segundos. Al toque descartó la historia y se quedó con los cuatro pibes: "Mantuve el concepto del grupo de amigos un poco perdedor. Bueno, un poco, no… muy perdedor. Siempre les sale todo mal".

Así fue cómo presentaron el número #0, una especie de preview, en Fantabaires ‘98. "Queríamos hacer algo para repartir ahí". Rápidamente, 4 Segundos empezó a levantar interés. "Le costó poco instalarse", recuerda. ¿Por qué? "Porque éramos muy poquitas personas haciendo cómic independiente en ese momento. No había un millón de opciones como ahora".

Meses después, para abril de 1999, Alejo y Feliciano publicaron unos 10 mil ejemplares de su historieta. "Cosas de principiantes. No teníamos ninguna idea de lo que hacíamos", reconoce. Para esa época, arribar al circuito de kioscos de diarios era la mejor opción para su masificación. Y sin una "tirada grande", no llegaban a ningún lado. "Enseguida fuimos creciendo en ventas", desliza Valdearena. Y para la Fantabaires ‘99, el stand de 4 Segundos ya era de los, digamos, cool: camisas hawaianas, gafas oscuras, rockstars berretas, clic, flash, fotos.

"En su mayoría nos leían chabones. Era lo único de ese estilo. Tenía la tónica del momento", describe. Sí, 4 Segundos se apoya en los hits de Friends y Seinfeld, pero configura una versión nac & pop de lo que años más tarde sería el corazón de la Nueva Comedia Norteamericana (la de Super Cool, los hermanos Farrelly y el cosmos de Judd Apatow).

Un boost de popularidad

Entretanto, fueron años en los que la revista Lazer competía en tiradas y ventas con las mainstream. "En un momento convivían la redacción de Pipa Bang y Lazer. Ellos fueron súper generosos con nosotros. Nos dieron el armado. Y les copiamos la distribución. Publicamos nosotros pero usando su sistema", revuelve a propósito de los siete números editados de forma independiente por su sello.

Y fue Leandro Oberto, personaje omnisciente del universo del manga-anime criollo y director de Lazer, quien les propuso sumarse a Ultra, una de las antologías de cómic nacional más importantes de los últimos tiempos. Allí, la tríada estaba conformada por Convergencia, Anita, la hija del verdugo, y 4 Segundos. "No ganábamos plata, pero salvábamos el puchero. Ultra fue un boost de popularidad. Fue un sueño estar ahí".

Así las cosas, las ventas de 4 Segundos se mantuvieron muy bullish. "En el momento nos fue muy bien. Nos mandaban unos mails y cartas rarísimas. Teníamos lectores que se fotocopiaban el culo y nos lo enviaban. Se subían al humor de la revista". Y Valdeareana cree que fue el factor nostálgico el que, poco a poco, terminó agigantando el mito. "El tamiz de la nostalgia levanta todo un poco más".

Y sigue: "El fenómeno 4 Segundos es más grande hoy en día que en ese momento. Hubo como una maduración. Ya nos trasciende". Fue un cómic hecho por gente joven para gente joven: "El cómic que alimenta tu ego", decía su punchline publicitario. Y tuvo una autenticidad irrepetible. "Hay un punto mágico de estar en el momento justo, en el lugar indicado. Esa ola generacional no se puede explicar".

Por caso, su último número salió publicado en diciembre de 2000. Qué año, ¿no? Lo cuenta Valdearena: "Ya empezaba a haber signos de descomposición. Era ir a comiquerías, viajar de Adrogué a San Isidro, llegar y que no estén los cheques. Y cuando estaban, venían firmados cuatro veces. Se cortaban las cadenas de pagos. Explotó todo. Y yo tomé la decisión de no seguir. Tuve que tomar un trabajo ‘de verdad’: me puse a laburar en una inmobiliaria".

Nuevo siglo, nueva historia

Llegó la crisis del 2001 y Alejo se rajó para España. Allá consiguió un empleo como redactor de unos coleccionables para diarios. Escribía unos cursos de computación, de cocina, de lo que venga. En esos años, 4 Segundos tuvo ediciones en España, Italia y Francia. También, dirigió la línea de cómics argentinos de Ivrea. Escribió Contrarreloj con Pier Brito y colaboró junto a Diego Greco haciendo Tiburcio para Viva y Billiken. 4 Segundos tuvo, también, recopilatorios con Ivrea y con Doeyo. Alejo cultivó una experiencia en prosa vía Conductores suicidas, su primera novela, y este año reincidió con Historieta nacional, basada en el universo de los cómics y fanzines noventeros.

Retornemos al chiste aquel de Facebook. ¿Vuelve 4 Segundos? "Nunca lo hablamos seriamente con Feli. Con Pier, sí, lo hablo un montón. Él vive en Holanda y los sábados a la noche nos juntamos en Skype. ¡Qué antigüedad! No querríamos hacer una cagada. Feliciano ya no se dedica al dibujo, es músico. Por ese lado ya está complicado. Me imagino un 4 Segundos para tipos entre 35 y 40 años. Y con otro tipo de humor".

Entonces, por ahora, las nuevas historias de Aníbal, Marcos, Terli y el Zurdo tendrán que esperar. Las fábulas estudiantinas, de pelos debajo del sobaco, de comer panchitos, de hacerse los dormidos en el bondi, de "levantarse" minitas, de lidiar con viejos rancios, tal vez nunca ocurran de nuevo. ¿¡Y ese ruido!? ¿¡Qué fue!? ¿Acaso son los corazones de los pibardos de la Generación Lazer estrujándose a lo lejos?


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