El clima de incertidumbre electoral provoca rumores y especulaciones de todo tipo sobre lo que puede venir en 2024. Existe cierto consenso entre los inversores locales y extranjeros que las propuestas del candidato ultraliberal Javier Milei son un salto al vacío, donde no resulta claro cómo se aplicaran ideas como la de dolarizar la economía y mucho menos su impacto.
Uno de los puntos sobre los que más se discutió en las últimas semanas en los informes de las consultoras de la city fue qué pasará con la deuda en pesos y en moneda extranjera en un escenario en que Milei gana las elecciones y apuesta a poner en marcha su propuesta electoral de dolarizar.
Entre los que participaron de este debate destaca un informe de la consultora 1816, en el cual se analiza en detalle distintas posibilidades. El documento no es sencillo de resumir porque cuenta con gran cantidad de supuestos, pero plantea ideas que colaboran a entender la incertidumbre generalizada.
Se menciona que la discusión sobre la dolarización se centra hasta ahora en los pro y contra de la propuesta, y en las dificultades para implementarla por la falta de reservas internacionales, aunque existe un tercer punto que es igual de importante: qué ocurrirá con los bonos de deuda pública y privada, sobre todo con los denominados en moneda local del Gobierno.
En números, se indica que la deuda del Tesoro en pesos (en manos del sector privado) es equivalente a cerca de 18.100 millones de dólares, usando la cotización del contado con liquidación, y se encontraría indexada en un 93 por ciento. Es decir, que se encuentra ajustada por inflación o por tipo de cambio mayorista, o ambas al mismo tiempo si es una emisión de bono dual. Casi todo vence en los próximos dos años, o sea antes de 2025.
El informe señala que convertir estos títulos a bonos denominados en dólares (hard dólar) es complejo, porque pasarían a tener el mismo riesgo crediticio que los soberanos en moneda extranjera, que actualmente cotizan en torno al 30 por ciento de la paridad. Los títulos en pesos podrían convertirse a valor nominal 1 a 1 por títulos en dólares, usando el contado con liquidación como referencia, pero no es claro cómo se estructurarían para cotizar a la par.
El otro punto importante es que canjear la deuda en pesos por deuda en moneda extranjera aumentará sensiblemente el volumen de pasivos en dólares de la Argentina, en un país propenso a crisis de restricción externa. Se sumarían miles de millones de dólares de nueva deuda externa.
“Sólo hay cinco países en todo el mundo con más de 80 mil millones de dólares a valor nominal en deuda soberana en moneda extranjera, y Argentina ya forma parte de ese grupo. En síntesis, dolarizando los stocks de pesos al tipo de cambio contado con liquidación, Argentina se transformaría, por lejos, en el mayor deudor de títulos en dólares del mundo por detrás de Estados Unidos”, resume el informe de la consultora 1816.
La situación parece imposible de sostener en el tiempo, en un mundo en el que la deuda no es sólo un problema argentino. Se trata de uno de los grandes desafíos de las economías desarrolladas y emergentes. El Instituto de Finanzas Internacionales publicó la semana pasada estimaciones del endeudamiento mundial. La deuda alcanzó un nuevo pico de 307 billones de dólares, marcando un aumento de 10 billones de dólares en el semestre.
A su vez, en la última década el endeudamiento creció en 100 billones de dólares. En la medida que las tasas de interés de Estados Unidos y el resto de países desarrollados se mantienen elevadas para intentar contener la inflación, el problema financiero sigue en aumento. Situación que no parece revertir a corto plazo si se consideran las declaraciones de la Reserva Federal acerca de la política monetaria restrictiva para el próximo año.