Un disco de edición reciente –el pasado viernes– pone en agenda internacional la obra del compositor Eduardo Grau y de manera celebratoria. Se trata de Eduardo Grau. Concertos for Soloists and String Orchestra, editado por el prestigioso sello Naxos. El gestor del proyecto es el pianista Fabio Banegas, nacido en Rosario, hoy ciudadano norteamericano. Preocupado siempre por sus raíces culturales, Banegas ofrece aquí otro cuidadoso trabajo, que es también la asunción de un legado que comparte. Así como lo ha hecho con la obra de su maestro, José A. Bottiroli, en CD1 Valses (2020) y Bottiroli CD2 Nocturnos (2021). Formado en la UNR, con estudios internacionales, la trayectoria de Banegas lo encontró participando de la celebración por los 200 años del nacimiento de César Franck en 2022, cuando el sello británico Guild Music lanzó el disco César Franck, donde el pianista interpretó junto con la Orquesta Filarmónica Nacional de Liviv, Ucrania.
El caso de Eduardo Grau (1919-2006), nacido en España y residente en Argentina desde sus 8 años, con vida en Buenos Aires y Mendoza, discípulo de Manuel de Falla, es singular. Su talento y trayectoria están un tanto olvidados, y la perspicacia de Fabio Banegas intervino para su recuperación. “Yo tenía referencias de Grau, porque no era un compositor desconocido, su música se había tocado ocasionalmente. En un momento, llegué a un artículo en El País, donde se señalaba cómo España se olvida del compositor Grau. Ahí ya me llamó el interés, siendo como señalaba el periodista uno de los mejores compositores que habían nacido en España el siglo pasado. Tenía la referencia de que su música estaba en la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires, hice el contacto, y al ver el repertorio más o menos catalogué en mi cabeza qué me gustaría hacer, y pensé en lo interesante que sería hacer las obras para piano, solista, con otros instrumentos y orquestas de cuerda”, explica Fabián Banegas desde Los Angeles a Rosario/12.
“Así hice el proceso curatorial de este disco. Hay un concierto que es triple, para violín, piano y timbales; hay dos dobles, uno para flauta y piano y el otro para viola y piano; y finalmente como había dos conciertos con cuerdas, viola y violín, el de clarinete también pegaba con la madera que es la flauta. Pero hay tanto material…, están las canciones, hay obras corales, ahora estoy preparando los conciertos para piano y orquesta sinfónica; así que éste para mí es el primer capítulo. Espero que haya otros y que no sea yo el único sino que otra gente se preocupe”, continúa.
-Creo que eso será posible a partir de la repercusión que tenga el disco.
-Una de las cosas que estamos tratando de lograr es que las obras que grabamos se publiquen; entonces ahí también habrá una disponibilidad para quien esté interesado. La música está todavía en manuscritos y para la grabación se tuvieron que preparar en forma impresa. Pensamos que el disco puede impulsar un interés para que esto suceda y eso sería cerrar todo el ciclo. Después, el disco le va a traer una enorme visibilidad, tanto en Argentina como en España, y también una visibilidad mundial, por los chicos que tocaron.
En este sentido, la participación internacional es notable, con intérpretes por lo menos sublimes. La violinista Ana María Valderrama de Madrid y el violista David Fons de Valencia, la presencia argentina a través de Banegas y del Mtro. Francisco Varela, junto a representantes de Austria (el clarinetista Simon Reitmaier), la República Checa (la flautista Jan Jarkovská) y Hungría (la Orquesta de Cámara Anima Musicæ de Budapest). Con el prestigio internacional del sello Naxos; como agrega Banegas: “diría que es el sello más importante de la música clásica, dedicado a compositores desconocidos y material novedoso. Yo estoy seguro que va a haber un antes y un después. El después lo sabremos con el tiempo, pero pienso que es una grabación que puede ser nominada para algún premio, por la calidad de los intérpretes, de la música, de la grabación, de la interpretación, por el repertorio, por cómo se compaginó, y por la carátula del disco, con una pintura de Juan Grela.
Tamaña conjunción de talentos alrededor de la obra de Grau, se traduce en la siguiente apreciación del pianista: “No te puedo explicar la emoción que fue cuando se tocó la primera nota y se le dio vida al autor. Para mí eso fue una experiencia intensa, muy conmovedora, porque dejó de estar durmiendo en el papel. Todos los chicos que participaron son extraordinarios, y creo que la violinista, Ana María Valderrama, es la mejor de España hoy en día, su primer concierto fue con la orquesta que dirigió Zubin Mehta. Reitmaier venía de tocar en el Carnegie Hall de Nueva York. Jarkovská, la flautista checa, es un pájaro que canta. Todos muy humildes, nade vino con ínfulas, fue como un encuentro de amigos haciendo música”.
-Me gustó escuchar en el video de promoción a Reitmaier contar sobre la chacarera –ritmo que aparece, entre otros, en las composiciones de Grau– y las ganas de bailar que esta música provoca.
-A Reitmaier le tuvimos que explicar que esta obra tiene ritmos que son danzas nacionales, como la huella y la chacarera, y él se tuvo que poner a estudiarlos, por eso el comentario que hizo. Por otra parte, la música es universal, estábamos grabando con chicos de España, de República Checa, de Hungría, de Austria; cuando hay que hacer música no se habla, se toca.
-¿Qué consideraciones te provoca la obra de Grau?
-En lo que estoy convencido es que es el compositor más epifánico que vivió en las Américas, se nutría de todo lo que era español, inclusive la religión. El concierto de “Yuste”, que es para violín, piano y timbales con arcos, lo compuso en el año 1966 y se inspira en el monasterio de Yuste, en España, donde se retiró Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Hay un movimiento, el primero, que tiene un carácter muy heroico y severo, y creo que alude a la personalidad del emperador. A la vez, la obra se divide en tres partes –Cántico, Salmo, Himno–, palabras que responden a la liturgia de la orden de los Jerónimos. Él abraza todo lo que es la historia, cultura y religión españolas, para volcarlo dentro de una obra de arte del siglo XX, con un mensaje que lo recuerde. El concierto para flauta se inspira por ejemplo en La Flor de Gnido, un poema magistral de Garcilaso de la Vega, del que toma tres estrofas y en eso se inspira para el concierto. Con su música, se retrotrae al renacimiento español. Se nutre de todos los elementos de los que puede valerse para recrear el pasado de la cultura española y traerlo al presente.
-¿Cómo llega la obra de Juan Grela a la tapa del disco?
-Cuando nos mandaron la primera propuesta de la tapa no tenía nada que ver con el contenido del disco. Yo soy de la idea de que al contar un problema hay que dar una solución, y recordé esta pintura de Grela del año 1967, cuando el Concierto de Yuste es de 1966; estamos hablando de dos expresiones artísticas que se realizaron en Argentina en el mismo momento. El Concierto de Yuste tiene un montón de música patas para arriba, así como la pintura, donde también tenés un personaje sosteniendo una flor, que puede remitir a La Flor de Gnido. Hay motivos campestres con animales, que no sabemos si son vacas o caballos, y se suma el misterio de unas casitas que bien podrían ser capillas. Propuse la obra y con eso se da también una gran visibilidad al artista; hablé con Dante Grela, su hijo y gran compositor, y está muy entusiasmado. Ojalá algún día podamos grabar algo suyo para Naxos, y poner una pintura del papá también en la tapa.
Entre los agradecimientos y reconocimientos de Banegas, destaca la tarea del Mtro. Francisco Varela, “esta grabación terminó siendo un cuerpo, donde cada uno era un órgano, todos fundamentales. Creo que todos dimos el corazón, yo fui un poco el cerebro, pero el que hacía palpitar el corazón siempre fue Francisco, quien mantuvo la sangre circulando. Yo no tengo paciencia para lidiar mucho con la gente y hubo momentos en donde le pasé el comando a él. El sostén siempre fue Francisco, alguien que merece tener un puesto en una orquesta”.