Leda Bergonzi vino a “reencantar el mundo de los católicos”, expresa Diego Mauro, doctor en Humanidades y Artes, investigador del lnstituto de Investigaciones Socio Históricas Regionales (Conicet-UNR) y coordinador del Observatorio de Culturas Religiosas de la UNR, en alusión a esta mujer que se convirtió en un fenómeno social y religioso que convoca a multitudes. “Lo interesante -agrega- es pensar cuál será su techo porque crece cada día más”.

Miles de personas de todo el país llegan los martes a Rosario para recibir su bendición. “Es un antes y un después. Se siente en el pecho, en el corazón”, dicen sus seguidores. Mujer, laica, de 44 años y madre de cinco hijos, hace nueve años obtuvo los dones espirituales y forma parte de un grupo de oración llamado Soplo de Dios Viviente, con el que comparte misas de sanación. Aunque no es una sacerdotisa en el sentido convencional y nunca emitió votos religiosos, su influencia espiritual es indiscutible.

Si bien sus prácticas de sanación forman parte de la iglesia católica, Mauro considera que se asemejan más a las evangélicas por una forma de ver el mundo más encantada, donde el milagro no es algo excepcional sino cotidiano. La sanación física y espiritual ocurre en las celebraciones evangélicas que son muy activas, con cantos e imposición de manos. En cambio en el mundo católico, “lo sagrado está encerrado en momentos y circunstancias muy puntuales”. La iglesia avala a Leda porque ella no se atribuye poderes sino que se presenta como intermediaria, canalizadora de la presencia de Dios. Aquí el desafío es tener fe.

Diego Mauro, coordinador de Culturas Religiosas. Foto: Camila Casero.

“Para la iglesia católica un milagro es algo que no ocurre habitualmente y para que reconozca una sanación física, tienen que agotarse todas las explicaciones científicas disponibles”, expresa el coordinador del Observatorio de Culturas Religiosas. En cambio en la mirada del mundo evangélico “la hipótesis es que Dios está presente, sosteniendo, acompañando, interviniendo”. Otro rasgo más evangélico de Leda es que nombra a Jesús, Dios y el Espíritu Santo y no tanto a la Virgen. Siendo que en el mundo católico las peticiones son a las Vírgenes de Lujan, Itatí, Guadalupe, Huachana, por ejemplo.

A diferencia del Padre Ignacio, que tiene su propia parroquia en la periferia de la ciudad, ella es itinerante y se expande: fue rotando desde La Catedral a la parroquia del colegio Sagrado Corazón, luego a la iglesia de la Inmaculada Concepción y ahora al predio de la Rural, zonas más céntricas y visibles de Rosario. Por otro lado, a Leda no la formó la iglesia sino “la comunidad que encontró en ella un vehículo para resolver sus problemas”, analiza el especialista en historia del catolicismo. Esta creación más dinámica de estructuras y organización religiosa y la formación de ella similar a la de los pastores, también la asemeja al mundo evangélico. Sumado a esa mirada más encantada, “se ajusta mejor a las demandas espirituales de los fieles del mundo contemporáneo”.

De acuerdo a la segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina realizada en 2019 por el Conicet, el catolicismo disminuyó aunque conserva una mayoría atenuada con el 62.9%, los sin religión representan el 18.9% y los evangélicos crecieron con un 15,3%. En comparación con otros países latinoamericanos, “los sin religión parecen crecer a un ritmo mayor, al tiempo que los evangélicos lo hacen de forma más gradual”, analizan los investigadores.

Dentro del ranking de creencias, primero está Jesucristo, segundo Dios y tercero la energía. “La energía es pensar en la existencia de entidades que viabilizan fuerzas de diferente tenor que nos rodean, que tienen la capacidad de intervenir en nuestra vida y con las que hay que lidiar”, expresa Mauro y agrega que para ejercer algún tipo de control sobre ese Universo, surgen dispositivos como los santuarios al Gauchito Gil, las prácticas para neutralizar el mal de ojo o las cintitas de color. Estas creencias conviven con otras.

“Lo que define una creencia religiosa es la hipótesis de que el mundo que nos rodea tiene un sentido, una lógica intrínseca y que esto puede ser aprehendido de cierta forma, sea leyendo las energías, la voluntad de Dios o el espíritu santo”, explica el historiador de la UNR y agrega que una mirada atea del mundo tiende a pensar que no hay un sentido trascendente y que somos resultado del azar evolutivo, “una idea que en general no es muy aceptada”.

En este sentido, muchos sociólogos piensan a las grandes ideologías políticas del siglo XX como religiones secularizadas, “esa idea de que en algún momento habrá una sociedad en la que vamos a poder ser felices, vivir de manera armónica y desarrollarnos como queramos, ya sea el comunismo, el socialismo o la utopía libertaria de Milei”.

Para el investigador, actualmente existen “religiones a la carta”. Hay una pérdida de autoridad de las instituciones religiosas tradicionales en la capacidad de ejercer control sobre el modo de creer de los fieles y las personas creen con márgenes de libertad mayor, de manera más activa, lo que se llama “individualización de las creencias”. Arman sus collage: creen en La Virgen, en el Gauchito Gil, en la energía y quizás van a un culto evangélico. Como un paquete de herramientas para darle sentido a sus vidas y que los ayude a enfrentar los problemas.

Las crisis económicas muy duras y sin expectativa, a veces “también contribuyen a este tipo de fenómenos”, dice Mauro y agrega que existen estudios sociológicos que, en algunos casos, establecen una correlación entre mayor desarrollo del Estado de bienestar, bajos niveles de violencia social, mucha integración, baja pobreza y menos creencias religiosas. Por ejemplo los países más secularizados son los del norte de Europa, Suecia, Noruega, Dinamarca.

Cuando los problemas se acumulan y son tan irresolubles, surge la esperanza de encontrar una solución radical. Gente que se siente angustiada, frustrada, con diferentes desórdenes psicológicos y psiquiátricos, va a Leda y “se resetea”. “Salgo mejor, con ganas, con esperanza, veo las cosas diferentes, con color”, expresan. Estaban ahogados, arrinconados, al borde del abismo y en un momento de iluminación frente a ella, vuelven a encontrar alivio.

 

El trabajo de Diego Mauro se centra en la historia del catolicismo y la secularización en el mundo contemporáneo.