El ascenso de Donald Trump al poder modificó la política comercial de la potencia. El multilateralismo propio de los tiempos en que la competitividad estadounidense no tenía rival y su expansión comercial crecía de la mano del liberalismo comercial, dio paso al bilateralismo. Es decir, acuerdos con países específicos donde los Estados Unidos siente que puede obtener beneficios para sus productores sin que ello implique abrir sus mercados a terceros (especialmente China).
Un ejemplo de negociación bilateral es la que viene llevando con Argentina. Nuestro país intenta colocar limones en Estados Unidos desde hace años. Las presentaciones argentinas en la OMC y en los departamentos de Comercio y Agricultura de Estado Unidos fueron desarticulando las trabas fitosanitarias que, por el lobby de los productores de California, frenaban el ingreso de limones. Más allá de las declaraciones, el mercado todavía no se abrió.
Con la promesa de comprar limones, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se llevó la apertura del mercado local para la carne de cerdo en su reciente visita. No tardaron en llegar las quejas de productores, en crisis desde que subieron los precios del maíz y del gasoil por la quita de retenciones y el tarifazo. Lejos del reclamo de los productores se plantó el titular de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, quien apoyo el acuerdo con una metáfora futbolera: “Argentina es de los más eficientes en producción de porcinos. Es como si tuviésemos la selección argentina de fútbol y nos negáramos a ir al mundial”.
La apertura del mercado argentino de carne de cerdo donde la producción local tiene un valor de 550 millones de dólares por año no pareció bastar. A los pocos días, el Departamento de Comercio anunció la imposición de aranceles de entre 50,29 y 64,17 por ciento al biodiésel argentino con el argumento de que las retenciones a la exportación de soja eran un subsidio implícito a su producción. En 2016, las exportaciones de limones de argentina alcanzaron los 290 millones de dólares y la apertura del mercado norteamericano podría ampliarlas como mucho en 10 por ciento. En cambio, en 2016 las exportaciones de biodiésel fueron de 1240 millones de dólares y el 92 por ciento fue exportado a Estados Unidos. Es decir, el gobierno de Macri abre el mercado de carne de cerdo para vender como mucho 29 millones de dólares más en limones y a cambio, cierran exportaciones de biodiésel por 1138 millones de dólares.
El argumento del subsidio implícito al biodiésel lo realiza un país que tiene el sistema más grande del mundo de subsidios a su producción agrícola (25.000 millones de millones de dólares al año), concentrado en los productores de maíz y soja, que subsidia indirectamente su producción de carne de cerdo y de biodiésel.
@AndresAsiain